lunes, 15 de diciembre de 2014

Una pequeña dosis de spoilers (sobre The Strain)

Regreso a la cuestionable libertad de hablar sobre obras que muchos no conocen. Como ya dije, vivimos en un mundo globalizado, donde los avances tecnológicos nos bombardean de todo tipo de información a todas horas, todos los días. Hace no mucho discutía sobre ello en redes sociales. ¿En cuánto tiempo es políticamente correcto hacer un spoiler? Incluso mi amigo Luis Reséndiz me compartió una tabla de valores para ampararme. Pero concedo a mi también amigo Jorge Llaguno la razón cuando me señala que siempre habrán nuevas generaciones que deseen acercarse a un libro, sin importar que tenga 200 años de aparecido. Atendiendo esto, hay que ser precavido y advertir al lector cuando se piense hacer comentarios que puedan arruinar la sorpresa del hallazgo. Hace unas semanas, inmediatamente después de su transmisión en Estados Unidos, la productora AMC publicó en medios electrónicos una fotografía que anunciaba la muerte de un personaje principal de The Walking dead antes de que ojos latinoamericanos vieran el capítulo. Es comprensible la molestia que generó este “auto gol” entre sus devotos. En el caso que hoy nos ocupa, la distancia de semanas me permite hacerlo, y ruego a quien no haya visto la recientemente concluida primera temporada de la teleserie The Strain que interrumpa la lectura de este texto. Y creo que soy exagerado, pues sucedió algo similar al programa de zombis cuando el canal FX hizo público el aspecto del gran villano de la serie, Jusef Sardú, conocido como El Amo.
La cosa no pintaba mal. Apareció desde el inicio del primer episodio, vagamente, como un manchón. Posteriormente como un bulto de tela vieja que repentinamente se erguía, despachaba a su víctima y escapaba con rapidez. Pero el efecto no duró demasiado tiempo. En mi humilde opinión, El Amo debió ser una de las principales fortalezas de la producción de Carlton Cuse, fraguada a partir de la trilogía novelística escrita por nuestro paisano Guillermo del Toro y el autor de ficción Chuck Hogan. El mismo Del Toro no fue feliz con la apariencia de El Amo, como muchos de nosotros. Y lo intuía. Un artista como él, que nos ha mostrado criaturas verdaderamente imaginativas y aterrorizantes, no podía estar complacido con el resultado. Así lo reconoció en una entrevista la publicación Speakseasy:
Creo que, sinceramente, la mitad de una criatura es la forma en la que se revela, y creo que El Amo, en retrospectiva, lo hizo con una iluminación que yo no hubiera utilizado. Estaba filmando Crimson Peak durante esos episodios, por lo que lo único que podía hacer era seguir los informes diarios de producción […] El departamento de efectos visuales no puede hacer nada respecto a la cinematografía, y pienso que la presentación de El Amo debió ser más impactante, de manera paulatina. Yo no lo veo como el típico vampiro flacucho. Es un gigante de 2.23 metros, por lo que debe tener un rostro brutal, y creo que me quedaré con eso. Asumo la responsabilidad por esa parte.
Los autores lo describen así:
El Amo lo miró desde arriba, su cabeza inclinada bajo el techo. Se llevó sus manos inmensas a su capucha y la retiró de su cráneo. Su cabeza era lampiña y sin color. Su boca, labios y ojos no tenían tonalidad alguna, y estaban ajados y desteñidos como linos raídos. Su nariz era negra y desgastada como la de una estatua al aire libre, una simple protuberancia con dos huecos negros. Su garganta palpitaba con la pantomima hambrienta de la respiración. Su piel era tan pálida que parecía transparente. Visibles detrás de la carne, como un mapa difuso de un reino antiguo y en ruinas, sus venas desprovistas de sangre, rojizas y dilatadas; eran los gusanos sanguíneos circulando, los parásitos capilares arrastrándose debajo de la piel cristalina de Amo.
No me conflictúa la elección de casting, pues quien lo interpreto, el enorme ex luchador convertido en actor Robert Maillet (lo vimos enfrentar a Robert Downey, Jr. en la primera Sherlock Holmes de Guy Ritchie), pese a que fue doblado por la penetrante voz de Robin Atkin Downes, no me convenció del todo. Más de un conocedor del tema me dijo que más que temor, le provocó abrazarlo, que era muy parecido al sapo galán y simpático Patas verdes, protagonista del serial de mi infancia Odisea Burbujas. En lo personal, creo que El Amo debió ser más cercano a la intención de su par de Penny dreadful, programa del que hablé recientemente. Juzguen ustedes.

En lo demás, aunque se omitieron muchas situaciones interesantes de los libros, se acortó la vida de algunos personajes y se agregaron algunos nuevos –al igual que muchos momentos-, el producto fue satisfactorio. Como en los libros, no hay concesiones. Los vampiros de Del Toro no discriminan. Ni siquiera a los niños. The Strain plantea un escenario promisorio para una siguiente temporada. Sólo resta esperar.

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