Testigos del Crimen dedicó su emisión de esta semana al casi ancestral tema de la intolerancia. Usamos como pretexto a un personaje de historietas –Magneto, de los Hombres X-, quien representa el viejo enfrentamiento entre el pensamiento racional y la imaginación, un tópico que genera apoyos divididos entre los escuchas del podcast. En la charla que Rafael Moreno González, criminalista y catedrático del Instituto Nacional de Ciencias Penales, ofreció en el Foro Edgar Allan Poe y las Ciencias Forenses, enunció una máxima que me conmovió, resume mi manera de pensar y califica la cruzada que he defendido por más de diez años: la razón y la imaginación son los ojos de la inteligencia.
En la planeación del programa tuve muy presente el recuerdo de dos grandes amigos, Esteban Garza y Carlos Leyva, quienes formaron una pareja en el mundo físico y ahora comparten la eternidad. A ellos siempre quise presentar una cinta poco conocida y que brilla por muchos aspectos: Dioses y Monstruos (Gods and Monsters, Inglaterra, 1998), dirigida por Bill Condon, basada en la novela El padre de Frankenstein (Anagrama, 1999) de Christopher Bran, producida por ese gran creador del horror contemporáneo llamado Clive Barker y protagonizada por Ian McKellen, Lynn Redgrave y Brendan Fraser.
La película narra los últimos días de James Whale, director –entre muchas otras películas- de Frankenstein (1931) y La novia de Frankenstein (1935), dos de las más valiosas piezas de la era de oro de los estudios Universal. Su cuerpo sin vida se encontró flotando en su alberca el 29 de mayo de 1957, supuestamente por causas accidentales.
James Whale (McKellen) era homosexual. Tuvo que vivir en una sociedad y desenvolverse en una industria que censuraban, juzgaban y reprimían esta preferencia. Whale era un hombre solitario, atormentado, disminuido física y emocionalmente. En el planteamiento fílmico, vivía como un ermitaño en su lujosa casa de Los Angeles bajo los cuidados de su ama de llaves (Redgrave). Entra en escena Clayton Boone (Fraser), su rudo jardinero. Surge entre ellos una extraña relación que los conduce a un desenlace que, si bien es predecible si nos atenemos a los hechos históricos, no deja de ser sorprendente.
Más allá de sus cualidades estéticas –mención especial merecen los flashbacks que recrean hábilmente escenas de la filmación de La novia Frankenstein- y numerosos reconocimientos, la película expone brillantemente el tema de la otredad y el rechazo a lo diferente. Por eso es destacable el hecho que su director, guionista, productor y protagonista sean homosexuales. McKellen, un consagrado actor shakesperiano, fue nombrado Caballero del Imperio Británico por sus incontables aportaciones a las bellas artes.
Dioses y monstruos es una cinta indispensable para todo defensor de la imaginación. La enternecedora escena final donde aparece Boone, el monstruo humanizado, es simplemente soberbia.
Recordemos las palabras finales de James Whale, un recado póstumo que David Lewis, su pareja sentimental, ocultó hasta el día de su propia muerte, como un homenaje al talento creativo y el virtuosismo que se imponen a una preferencia.
A todos los que amo:
No se lamenten por mí. Mis nervios están destrozados desde el año pasado y vivo en agonía día y noche –excepto cuando tomo píldoras para dormir-; la paz que tengo en estos días es cuando estoy drogado por ellas.
Tuve una vida maravillosa, pero se ha terminado. Mis nervios empeoran y temo que me consuman. Por favor, perdónenme. Espero que Dios pueda hacerlo. No puedo soportar la agonía, y es mejor así para todos.
El futuro es vejez, enfermedad y dolor. Adiós y gracias por todo su amor. Debo obtener la paz, y éste es el único camino.
Jimmy.
Wow, con lo que lei ya me intereso esta cinta, procurare rentarla este fin de semana como recomendacion, aunque nose si palomita o botanas, pero eso ya es otra cosa, Saludos.
ResponderEliminar:D
VOY A VER ESTA PELICULA, DE VERDAD GENERASTE INTERES POR CONOCER ESTE FILM, SALUDOS!!!!
ResponderEliminarEstoy seguro no les defraudará, Lord Nacho y Ladrón Zero. Que la disfruten.
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