La trama sigue los esfuerzos del epidemiólogo Ephraim Goodweather para detener una inminente plaga que convertirá a los habitantes de la ciudad de Nueva York en engendros sedientos de sangre. El origen de esta peste es Jusef Sardu, un vampiro rebelde y poderoso. La cruzada de Goodweather es iluminada por Abraham Setrakian, un anciano que sobrevivió horrores naturales y sobrenaturales. Setrakian no sólo comparte el nombre de un importante cazador de vampiros, sino representa el pensamiento mágico enfrentado al racionalismo del protagonista, quien vio a los ojos al monstruo y alteró irremediablemente su concepción de la realidad.
En el desarrollo de la historia podemos identificar elementos de la filmografía del cineasta tapatío, desde Hellboy 2 y Mimic hasta Cronos y Blade 2, entremezclados con homenajes a personas importantes en su vida –su esposa Lorenza y su cinefotógrafo de cabecera Guillermo Navarro-, el Drácula de Bram Stoker y Los 3 estigmas de Palmer Eldritch de Phillip K. Dick. Todo esto nos ayuda a comprender una máxima creativa: toda obra de arte es autobiográfica.
Nocturna es una novela que debe ocupar un lugar importante en la biblioteca de todo aficionado del subgénero y que, según sus creadores, es idónea para convertirse en una miniserie. Por lo pronto sólo podemos esperar el resto de las novelas que compondrán una trilogía que se vuelve relevante ante el inminente regreso de la Influenza humana.
Cuando me encontraba en las últimas páginas de la novela falleció Abigail Oviedo, amiga de mi amada Ana Luisa y una persona muy querida para mí. Libró una batalla desigual contra un enemigo implacable y poderoso que la consumió velozmente. Ella no perdió. Luchó con la alegría y la fortaleza del enamorado de la vida. Ese es su triunfo. Hasta encontrarnos nuevamente, nuestras oraciones y amor.
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