viernes, 18 de marzo de 2011

¿Adaptar o no adaptar? Tercera de tres partes.

Caso 3. Radio y televisión, o los ricos también horrorizan.
Prácticamente todos conocemos al Avispón Verde, creación de George W. Trendle y Fran Striker, gracias a la popular serie de televisión de los años sesenta. Pocos saben que el justiciero tiene sus raíces en un serial radiofónico. Acabo de ver la reciente adaptación de Michel Gondry, y la crítica de Ernesto Diezmartínez –que reproduciré en este blog en un futuro no lejano- se quedó corta. Seth Rogen, el protagonista, un joven comediante bonachón, es un error de elección de reparto –o miscast, como dirían los angloparlantes- y la esencia del personaje, un héroe con reputación de villano, se pierde por completo. El héroe enmascarado, su ayudante Kato y su arsenal móvil La Belleza Negra, siguen esperando un cineasta que les haga justicia.
En la misma situación se encuentra la televisión, ese gran vampiro de la modernidad: está particularmente activa por las noches y tiene un poder hipnótico en aquellos que posan la mirada en su pantalla. A propósito, el cine de horror se ha alimentado en buena parte de ella, con resultados variopintos. En una primera instancia señalemos a sus propios artífices. Dan Curtis, creador de la memorable serie-telenovela Dark shadows, advirtió el éxito de la misma y no resistió llevarla al cine como La casa de las sombras tenebrosas (Dan Curtis, 1970), también con Jonathan Frid en el papel principal. En pre-producción se encuentra su revitalización a cargo de Tim Burton, ahora con su actor fetiche Johnny Depp como el vampiro Barnabas Collins. Por su parte Chris Carter, genio detrás de la serie de culto Los expedientes secretos X, decidió capitalizar su popularidad y llevarla al cine (Rob Bowman, 1998), no de manera excepcional, en mi humilde opinión. Una relativa sensación causó su tardía secuela Los expedientes X: quiero creer (Chris Carter, 2008), cinta impulsada por la nostalgia y donde el paso del tiempo –para nosotros y sus protagonistas- es evidente.
Un caso memorable es la adaptación de la clásica serie La Dimensión Desconocida (Joe Dante, John Landis, Steven Spielberg, 1983), que respeta no sólo la estructura creada por Rod Serling, sino recrea incluso uno de sus capítulos más célebres, Pesadilla a 10,000 pies, a partir de un cuento y guión de Richard Matheson. El encuentro funesto de un desafortunado pasajero de avión (John Lithgow) con la otredad es simplemente soberbio y ha sido parodiado, incluso, en un especial de noche de brujas de Los Simpson.

También existe el reverso de la historia, donde una película ha inspirado la creación de una serie de televisión. Viernes 13 y Pesadilla en la calle del infierno –la ochentena, no el remake- comprueban la existencia de esta tendencia. Pero particularmente me refiero a Buffy la cazavampiros (Fran Rubel Kuzui, 1992), una cinta mediana que propició que su guionista, Joss Whedon, creara una serie igualmente mediana pero que se convirtió en un verdadero suceso que derivó a su vez cómics, videojuegos y otra serie –o spin-off-, Angel. Considerando la originalidad de Hollywood, es probable que en unos años veamos un remake de las aventuras de la porrista y asesina de insepultos de medio tiempo.
Cerremos este punto con algo horroroso. Las adaptaciones de Los Picapiedra, Scooby-Doo, Garfield, Alvin y las ardillas, Marmaduke y el Oso Yogui, lindan con lo fantástico –por aquello de los animales que hablan- pero causan verdadero horror.

Caso 4. Cómics y más cómics.
Amedina, fiel lectora de este espacio, me comentó hace unos días lo dicho por Federico Fellini sobre su paisano Milo Manara, famoso y multipremiado historietista : "El cómic es el encanto espectral de esos muñecos de papel, de esas situaciones fijadas para siempre, inmóviles como marionetas sin hilos, y resulta incompatible con el cine, que tiene su seducción en el movimiento, en el ritmo, en la dinámica...El mundo del cómic podrá prestar generosamente al cine sus escenografías, personajes e historias, pero no su atractivo más secreto e inefable que es el de la fijeza, la inmovilidad de las mariposas clavadas con un alfiler". Interesante y sabia reflexión.
Una tendencia actual de la industria cinematográfica es mirar al mundo del cómic, el llamado Noveno Arte, en busca de temas atractivos para ser llevados a la pantalla grande. Esto ha asegurado la filmación de películas notables, de grandes infamias y de muchas más que permanecen en la medianía. El admirador de las historietas es, por lo general, un individuo receloso y difícil de complacer. Cuando su personaje favorito es adaptado al cine, exige –con razón- respeto y fidelidad a su espíritu y estética. Esto mismo, con más justicia, es un reclamo de los autores. Seamos realistas, no siempre son recompensados. El escritor inglés Alan Moore, brillante creador de Desde el infierno, La liga de los caballeros extraordinarios, V de venganza, Watchmen –todas llevadas al cine-, y un larguísimo etcétera, se sintió profundamente decepcionado luego de ver Desde el infierno (hermanos Hughes, 2001). Los cambios eran obvios y –en aras del efecto dramático- necesarios. Quienes han leído la magnífica novela gráfica que la origina, sabe la identidad de Jack el destripador desde el inicio. Esto es completamente anti-cinematográfico. No afecta el resultado en el terreno de la novela gráfica, pero repito: el cine tiene un lenguaje y necesidades propias. Lo mismo ocurrió a Moore tras ver el resultado de La liga extraordinaria (Steve Norrington, 2003). Lo entiendo parcialmente. La cinta se aleja en muchos sentidos de su obra –Alan Quatermain, creación de Henry Rider Haggard, no es el protagonista y es un drogadicto que tiene, incluso, relaciones sexuales con Mina Harker, que no es una vampira-, pero no es mala. Es un divertimento ligero y sin pretensiones que no deja de recordarme a Van Helsing (Stephen Sommers, 2004). Esto bastó a Moore, artista subversivo y extravagante, para desencantarse definitivamente y “divorciarse” de Hollywood, al grado de exigir se suprimieran completamente sus créditos en V de venganza (hermanos Wachowski, 2005) y Watchmen (Zack Snyder, 2009). Comprendo que un creador, quien en muchas ocasiones no tiene ingerencia sobre su obra cuando es adaptada a otro medio, decida desligarse para evitar se lucre con su buen nombre. Pero las dos últimas no son en ningún modo malas películas. Allá él. Finalmente me inquieta algo, ¿renunció también a sus ganancias como autor?
Hay especímenes ejemplares, desde aquellos que son una calca fiel, en impresionante movimiento, como Sin city (Robert Rodríguez, 2005) y 300 (Zack Snyder, 2006), ambas concebidas por el talentoso historietista estadounidense Frank Miller. Muchos momentos de ambas son reproducciones precisas, gracias a la magia de los efectos digitales, de las novelas gráficas que las propiciaron.
Para mí la mejor es, sin cuestionamiento y sin que medie mi emotividad hacia el personaje, Batman, el caballero de la noche (Christopher Nolan, 2007). De ella transcribí en este blog la opinión autorizada de mi amigo Rafael Aviña y suele señalarse como “El Padrino parte 2 del mundo de los cómics”. En el terreno de los superhéroes le seguiría sin duda Spiderman 2 (Sam Raimi, 2004). Raimi, gran admirador del arácnido, hizo mucho por el héroe. Por eso aún no comprendo cómo pudo condenarlo en su tercera entrega (Spiderman 3, 2007), al grado de propiciar un re-inicio de la franquicia, The Amazing Spiderman (que verá la oscuridad del cine en 2012), dirigida por el videoclipero Marc Webb. La verdad no tengo muchas esperanzas ni entusiasmo por ella. Crucemos los dedos.
Este es un tema amplio, y seguramente abundaré en el en futuras ocasiones. Por lo pronto, recomiendo ampliamente la lista que mi amigo Bernardo Esquinca hizo en su blog Sensacional D.

Caso 5. Videojuegos.
Un videojuego exitoso no siempre garantiza una gran película, mucho menos una redituable. Si lo dudan, recuerden Super Mario Brothers (Annabel Jankel y Rocky Morton, 1993) o Doom, la puerta al infierno (Andrzej Bartkowiak, 2005).  De la película de los famosos plomeros, debo decir que ni la presencia de Dennis Hooper como el malvado Rey Koopa logró dar dignidad alguna a la producción.
Aclaro con anticipación: no soy un gran aficionado de los videojuegos, mucho menos un jugador hábil. A pesar de ello, conozco muchos como observador de las proezas de mis amigos que sí son jugadores natos. Uno de los más populares de los últimos tiempos, Resident evil, ha sido trasladado a la pantalla en cuatro ocasiones, todas estelarizadas por la modelo Milla Jovovich. Si bien los productores se han tomado muchas libertades respecto a la historia, escenarios y personajes, el resultado final es aceptable, al menos en su primera parte. Recuerdo gratamente la escena donde un cadáver femenino flota en una habitación inundada y sellada para contener el Virus T –origen de todos los males- y repentinamente, cuando la protagonista se aleja, la mujer muerta abre los ojos y pone su mano en el cristal. Un momento simple y eficaz. La historia se degradó en sus subsecuentes entregas, donde la continuidad de eventos no guarda necesariamente una secuencia lógica. Para mí la menor es su cuarta parte, Resident evil: La resurrección (Paul W. S. Anderson, 2010), un espectáculo 3D -¿era necesario?- cargado de efectos visuales. Una mediana fortuna la tuvo las dos entregas de la aventurera Lara Croft: Tomb Raider, una versión femenina de Indiana Jones, y encuentro sus aciertos no en Angelina Jolie, sino en sus deslumbrantes locaciones y en la recreación del exotismo de los escenarios presentes en el videojuego.
Una cinta que recuerdo gratamente por su atmósfera que fluctuaba entre el sueño y la pesadilla es Silent Hill (Christophe Gans, 2006), basada en el juego de la compañía Konami. En mis limitados conocimientos de la materia, consigue transmitir la angustia que produce en el jugador deambular por las calles del siniestro pueblo que da nombre a la cinta (y al juego), con el peligro latente de un encuentro con sus terribles habitantes. Sobre Silent Hill abundará el experto Raúl Camarena en una venidera emisión de la versión en podcast de este blog.

El furor por las adaptaciones al cine nos sobrevivirá sin duda. Nos gusten o no, lo único que podemos hacer es criticarlas o disfrutarlas, según lo merezcan.
Por favor, no duden en compartir las adaptaciones que más han aplaudido y abucheado.

8 comentarios:

  1. Guauu, esta tercera parte estuvo genial.

    Saludos Roberto...

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  2. un gran final y como final yo creo que es necesario hacer realizar adaptaciones de libros, comic, series de tv, etc. pero con directores y productores que se tomen en serio el tema y no mirar a estas ideas como solo búsqueda de vender mas merchandising de alguna película.

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  3. Muchas gracias, amigos. Y muy de acuerdo. Como hemos visto, hay grandes adaptaciones y espero vengan más en camino. Un abrazo a los dos.

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  4. De: RAR
    Interesante tercera parte, solo una observación, Milo Manara es italiano, no japonés como lo mencionas en el primer párrafo del caso 4. Saludos.

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  5. Tienes razón, RAR. Cuando escribí el texto estaba preparando otro sobre Hayao Miyazaki, de haí mi error. Gracias por notarlo.

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  6. Excelente Post, haciendo referencia al punto sobre videojuegos, concuerdo que las mejores adapataciones al cine son Resdent Evil (que no vi en el cine gracias a su infame título "El Huesped Maldito" y que no me dí cuenta que era esa pelicula) y Silent Hill, yo creo que los titulos mas adaptables al cine son los llamados Survival Horror, dentro de este género existe otra adaptación que no he tenido la oportunidad de ver, "Alone in the Dark".

    PD, no sabia de la existencia de la versión podcast del blog, pero me haré asiduo podescucha como lo fuí de TDC :D

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  7. Mil gracias, Enrique. Ojalá te guste.

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