El viernes pasado se presentó por segunda vez una antología que es una auténtico deleite. Su antologador y uno de sus autores me invitaron para acompañar la ocasión, pero el trabajo no me permitió estar allí. De haber sido posible, habría dicho algo así:
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Presentar El abismo. Asomos al terror hecho en México
(Ediciones SM, 2011), la estupenda antología de Rodolfo JM, en este Museo del Templo Mayor, recinto donde se
encuentran los cimientos de nuestra cultura, puede parecer inapropiado a simple
vista. Pero tiene en realidad mucho sentido.
El horror y la fantasía son géneros poco explorados
por los creadores del país, mayormente porque siguen considerándose por la gran
mayoría y muchos estudiosos como temas menores y banales. Pese a que han
alcanzado momentos brillantes gracias a la pluma de prodigios como Bernardo Couto, Amparo Dávila, Juan José
Arreola, Francisco Tario, Emiliano González, el recientemente
extinto Carlos Fuentes –que ahora
está en todas partes en secreto, como
dijo Jaime Sabines-, mis queridosVicente Quirarte, Alberto Chimal –aquí presente-, Bernardo Fernández BEF, Ricardo
Chávez Castañeda, Ricardo Bernal,
Doris Camarenay Norma Lazo, pocos escritores mexicanos se han atrevido a
explorarlo. Esa es una de las virtudes iniciales del texto que nos reúne, sólo
que el antologador reúne a las nuevas voces de la narrativa nacional del tema,
desde Rafael Villegas, Calos Alvahuante, Pepe Rojo, Alejandro Badillo,
F. G. Haghenbech, entre muchos. Es
una propuesta que rinde un declarado tributo a las viejas colecciones de Editorial Bruguera o Martínez Roca, volúmenes entrañables
que incendiaron la imaginación de los autores aquí contenidos y de generaciones
enteras de devotos. Su otro acierto es que sus historias se desarrollan en un
entorno fácilmente reconocible: los rincones oscuros de esta urbe, la provincia
mexicana, la aparente paz del hogar. Todos se alimentan de la vasta tradición e
imaginario de nuestro pueblo.
Como todo libro de su tipo, hay historias que los
lectores preferirán sobre otras. Todas tienen el mérito de haber sido escritas
con buen oficio y convicción en los fulgores de lo oscuro. Brillan para mi tres
relatos: Samaná de Bernardo Esquinca, cuento que inicia en el Centro Histórico de esta
ciudad y tiene claras influencias de las imágenes oníricas de David Lynch y las pesadillas de Stephen King, Post mórtem de Omar Delgado, donde las costumbres
funerarias de muchas localidades de la República son el resorte para el horror
y Mar
del Norte de Alejandro Pérez
Cervantes, que recuerda a dos figuras indispensables de mi formación, tan
opuestas entre sí: Gregorio Cárdenas
Hernández, conocido por su infame vocación como El estrangulador de Tacuba, y Alfonso
Quiroz Cuarón, el más reputado Criminólogo mexicano.
El resultado es un libro disfrutable de principio a
fin, que nos arrancará los más genuinos sustos. Finalizo expresando mi gratitud
a Ediciones SM por apoyar este tipo de proyectos, mi más grande enhorabuena a
todos los autores, a la pasión y entusiasmo de Rodolfo JM y su buen tino para
ensamblar esta Liga de Caballeros –y Damas- Extraordinarios y sobre todo a
ustedes, los lectores, por creer en lo maravilloso que, aunque intangible, está
siempre cerca de nosotros.
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