Así puedo definir a ParaNorman (Chris Butler y Sam Fell,
2012), una cinta que me recordó las raíces de mi fascinación por el que muchos
consideran un género menor. Se inscribe también en la tradición de las mejores
películas stop motion, técnica que se
origina en los albores del cine y alcanzó momentos gloriosos a través de la
obra de Ray Harryhausen, las aportaciones del cineasta checo Jan
Švankmajer, y un grado de encanto y sofisticación con ejemplos entrañables
como El
extraño mundo de Jack (Henry
Selick, 1993) o Coraline (Henry Selick,
2009). Precisamente el mismo estudio que produjo la anterior, Laika, es responsable de este nuevo
logro.
Norman Babcock (voz en inglés de Kodi Smit-McPhee, protagonista del remake estadounidense de Déjame
entrar) es un niño que vive en el ficticio pueblo de Blithe
Hollow, Nueva Inglaterra, una comunidad reconocida –cual Salem,
Massachusetts- por su historia ligada a la brujería. De hecho una terrible
maldición se ha convertido en una atracción local, con docenas de tiendas,
parafernalia de todo tipo y representaciones teatrales infantiles.
Norman es un chico retraído, de cabello rebelde, víctima de bullying y la incomprensión de su
familia y comunidad. No sólo porque es fanático de las películas de horror
–especialmente las de zombis- sino
porque tiene un don particular: como el pequeño Cole (Haley Joel Osment)
de Sexto
sentido (M. Night Shyamalan, 1999), ve gente muerta. Lejos de asustarlo,
es algo cotidiano para él. Conversa con su difunta abuela, saluda a los
fantasmas con que se topa camino a su escuela –entre ellos una aviadora que me
recuerda a Amelia Earhart, un
gángster y un rebelde sin causa- e incluso juega con el perro muerto de su
único amigo. Con la guía de su extravagante vecino el Sr. Prenderghast (voz en
inglés de John Goodman), pronto
utilizará su virtud para salvar al pueblo que tanto lo repudia.
Además de incontables homenajes al cine de serie B, la
principal virtud de la cinta es la enseñanza del respeto hacia lo diferente,
tan necesario en nuestro tiempo. La maldición sobre la que gira la historia se
desató por miedo e incomprensión, combinación que ha generado algunos de los
crímenes más aberrantes de la historia de la humanidad. Por lo que respecta a
la parte técnica, la manufactura de la película es deslumbrante –vean la
presentación al finalizar los créditos-, con una inspirada partitura de Jon
Brion y sobre todo un guión eficiente del propio codirector Butler que huye de
sentimentalismos y fórmulas de cintas similares para niños.
A diferencia de Norman
y muchos de mis amigos y alumnos, mis padres jamás censuraron mis gustos, por
extraños que les parecían. Por el contrario, gracias a eso comparto estas
líneas con ustedes y he obtenido incontables satisfacciones. Los aficionados al
horror podemos sentir empatía con ese niño con pantuflas de zombi, una
habitación tapizada con carteles de películas de miedo y que gruñe como
monstruo al lavarse los dientes, porque todos hicimos eso en algún momento de
nuestras vidas. En muchos sentidos, todos somos Norman.
¡Todos somos Norman! Oye pero el Sr. Prenderghast era su tío ¿no? Felicitaciones, Coria. Gran entrada, como siempre.
ResponderEliminarSu padres no censuraron sus gustos porque usted no veía muertos. Paranorman es de mis favoritas de este año tiene tantas capas.. de terror, de clásico, de humor, de condicion humana. maravillosa. Buena reseña
ResponderEliminarCierto, Analú, pero no quería vender trama. Y si hubiera visto muertos, seguramente me hubieran llevado al psiquiátrico, Toonfed. Me alegra compartan mi opinión. Es estupenda. Saludos.
ResponderEliminarUna película para recordar, sin duda. Coincido contigo en que la secuencia de créditos de salida es excelente, al igual que ese pequeño homenaje a las películas de zombies del comienzo. Siempre es un deleite leer tu blog, lo sigo desde hace un buen rato. Saludos.
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