lunes, 17 de diciembre de 2012

¿No estar emocionado por “El Hobbit” es estar muerto por dentro?


En mayo de 2008, con bombo y platillo, se anunció la filmación de El Hobbit, la emblemática novela de John Ronald Reuel Tolkien que abrió las puertas a uno de los textos más memorables que recuerdo, El Señor de los Anillos -publicado tradicionalmente en tres partes-. Como sabemos, el neozelandés Peter Jackson convirtió este último en la primera gran trilogía cinematográfica del nuevo milenio, un auténtico fenómeno que le valió el reconocimiento del público, incontables premios y, por supuesto, paletadas de dinero. El Hobbit es un libro que forma parte de mi primera educación. Fue –junto con Drácula de Bram Stoker y Grandes esperanzas de Charles Dickens- uno de los candidatos para ser leídos de forma ininterrumpida durante la edición de la Feria del Libro de Guadalajara de este agonizante 2012 –ganó el vampiro-. Llevar a la pantalla grande las aventuras de Bilbo Bolsón, si bien era algo atractivo, obedecía a una necesidad inevitable de lucrar con el éxito de su predecesora, aprovechándose de la euforia por las precuelas. En su momento, Jackson designó a nuestro compatriota Guillermo del Toro para materializar el proyecto, colocándose en una posición de productor. Los admiradores del tapatío inmediatamente aplaudieron la decisión. Él mismo mostró su entusiasmo en incontables ocasiones. Se mudó incluso a Nueva Zelanda, locación convertida en la Tierra Media y hogar de WingNut Films, la compañía de Jackson, donde trabajó incansablemente en el guión y la pre producción de la cinta. Sólo algunos locos pensamos que esto era algo arriesgado, porque a pesar que Jackson abrazaba la imaginación de Del Toro, éste no dejaba de ser su proyecto, el hermano menor de uno que le permitió ingresar al gran Olimpo de los cineastas ganadores del Oscar. Para mí y pese a su afán en desmentirlo, Jackson nunca permitiría entera libertad creativa a nuestro paisano. Del Toro haría una película que empatara con lo que Jackson estableció previamente, no más, no menos. Dificultades económicas postergaron la idea al grado que, a más de un año de distancia, Del Toro se vio obligado a saltar del barco. Obviamente, Jackson estaba listo para tomar el timón.
Este drama minó mi entusiasmo por ver El Hobbit, un viaje inesperado (Peter Jackson, 2012). Más porque el director anunció que convertirá la historia en otra trilogía. Toda traslación literaria al cine, como hemos visto, exige sacrificios. Y lo que funciona en papel no necesariamente lo hace en el celuloide. ¿Un solo libro amerita tres películas?  Eso no sucedió con El Señor de los Anillos, que fue severamente reducido para adaptarse al lenguaje cinematográfico. Y en mi opinión, funcionaba.  Algunos entusiastas dicen que las versiones extendidas solucionan todo, pero los excesos son malos. Cochino dinero. Esto opaca a un reparto atractivo, que incluye nuevamente a Sir Ian McKellen, Sir Christopher Lee, Cate Blanchett, Hugo Weaving y Andy SerkisGandalf el gris, Saruman el blanco, Galadriel, Elrond y el entrañable Gollum- y a una dupla que me ha cautivado en tiempos recientes: Martin Freeman –el Dr. Watson en la teleserie Sherlock- en el papel protagónico y Benedict Cumberbatch –el mismísimo Sherlock Holmes- como el malo del cuento. El músico Howard Shore y el cinefotógrafo Andrew Lesnie fueron convocados por Jackson de nueva cuenta. Para colmo mis reservas aumentaron cuando leí los reportes de PETA y la American Humane Association que documentan indiferencia que derivó en la muerte de 5 caballos, 12 gallinas, un pony y muchas cabras. Aunque hay personas que dicen que no creerán en eso hasta que no vean fotos de los animales muertos durante la filmación, la seriedad de las fuentes es contundente por sí misma. La falta de respeto por cualquier forma de vida es aberrante, intolerable.
¿Los aficionados que correrán a ver la cinta estarán consientes de todo lo anterior? Yo esperaré a que la lancen en Beta. 

1 comentario:

  1. Sin duda la falta de respeto a la vida es indignante, no tenía conocimiento del aberrante suceso, y concuerdo contigo Roberto. Como asiduo lector de la obra de Tolkien pienso que su enorme legado está en sus libros y el Legendarium creado por él. Me parece que la franquicia mal vista como una mina de oro para los productores, es más apreciada por aquellos quienes buscamos ver en el séptimo arte materializada nuestra imaginación... gracias por compartir, saludos afectuosos... atte Javier Paz

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