En
septiembre de 2011 hablé del reinicio
–o reboot-
de una franquicia cinematográfica con pretexto de El Planeta de los Simios:
(R)evolución (Rise of the planet of the Apes,
Rupert Wyatt, 2011).
Discutí las dos causas que identifico para que esto ocurra, y el caso que hoy
nos compete se encuentra en la segunda. Fue propiciado por el estrepitoso
fracaso –de crítica y taquilla- que significó El Hombre Araña 3 (Sam Raimi,
2007), una cinta lamentable, terrible si comparamos la fortuna de sus
antecesoras, de la que ya he hablado anteriormente.
Los inicios de El sorprendente Hombre Araña
(Marc Webb, 2012) se encuentran en la idea trunca de Raimi por continuar la
saga protagonizada por Tobey Maguire.
De hecho su trama básica hubiera sido la cuarta entrega de la misma. Incluso se
les da crédito a los guionistas Alvin
Sargent y Steve Kloves, aunque el
principal responsable es James Vanderbilt. Él se aparta del héroe tradicional
como lo imaginaron Stan Lee y Steve Ditko y no sólo lo traen a este milenio de
una forma con la que pueden identificarse los adolescentes de nuestros días (como
ocurre en la serie de cómics Ultimate Spiderman), sino para
empatar sus aventuras con el reciente universo fílmico de Marvel. Su Peter Parker (Andrew Garfield) es el
nuevo nerd de este tiempo, muy alejado
del apocado y tímido encarnado por Maguire: sigue siendo invisible a los ojos
de sus condiscípulos y es víctima del bullying de Flash Thompson (Chris
Zylka) cuando trata de defender a otra de sus presas, pero está instalado en
una cómoda clase media donde usa lentes de contacto y tiene conexión a Internet
en su habitación. De ahí provenían mis reservas. El Peter Parker con el que crecí conocía de cerca las carencias de la
realidad. Afirma Vicente Quirarte, “Peter Parker tiene dos ventajas: el
sentido del humor y la pobreza. Lo que podría hacer en su personalidad de araña
–robar una casa, entrar en un banco- contradice la ética de su parte luminosa.
Al igual que Babette, Parker puede afirmar, con mayor justicia
que nadie: no hay héroe pobre”. Pero las sorpresas más gratas provienen de no
tener ninguna expectativa, porque a pesar de tratarse de una nueva visita a una
historia narrada recientemente, de sus errores e incontables lugares comunes, lo que vi
ayer me gustó.
La película se remite a la infancia de Parker, con sus padres Richard (Campbell Scott) y Mary (Embeth
Davidtz). Ambos lo dejan al cuidado de sus tíos Ben (Martin Sheen) y May (Sally Field) cuando tienen que huir abruptamente –él es un
prestigiado científico- y posteriormente mueren en un accidente de aviación, en
circunstancias misteriosas. Peter
crece como un muchacho común. Se siente atraído por su bella compañera Gwen
Stacy (Emma Stone), quien no
sólo es hija de un capitán de la
Policía neoyorkina (Denis
Leary) sino pasante del genetista y herpetólogo mutilado Dr.
Curt Connors (Rhys Ifans),
posterior enemigo del paladín en ciernes. Siguen momentos por todos conocidos:
la picadura de una araña radioactiva, el descubrimiento paulatino de sus
poderes, el sabio consejo (“todo gran poder implica una gran responsabilidad”,
pero dicho de una manera distinta), la muerte de la figura paterna, el
desdoblamiento de la personalidad, el ascenso y reconocimiento del héroe. En el
fondo de todo se encuentra la siniestra corporación dirigida por Norman
Osborn, que está casi a la altura de Disney –dueños actuales del arácnido- o Walmart. Todo es aderezado con flamantes efectos digitales, que
abrevan en muchos momentos de la cultura de los videojuegos (el araña trepando
muros o columpiándose por Nueva York) y una inspirada partitura de James Horner.
La transformación de Connors en el malvado Hombre Lagarto sin duda nos remite a
la del ilustre Henry Jekyll y su loable intento con consecuencias inesperadas.
Entre las reacciones que sus colegas científicos –que abundan en el
universo arácnido- pueden anticipar al ingerir una droga experimental, debería
encontrarse “maldad extrema”. Y el combate con el monstruo ofrece momentos
divertidos, desde la aparición obligada de Stan
Lee a la recuperación de diálogos que nos recuerdan la acción entrecortada
de las viñetas del cómic. Pero lo mejor es que Peter debe cumplir con sus tareas caseras, tal como lo hacía
durante mi infancia. Después de salvar a la ciudad y restaurar la armonía,
adolorido y lleno de raspones, abre su mochila y entrega a la tía May el cartón
con huevos que le encargó.
Todos sus personajes están conectados de alguna
manera. Son parte “de un universo más grande”, que incluye la ya institucional escena después de los créditos. Un universo que sin dudas tiene un
potencial económico de dimensiones todavía no explotadas. Se han confirmado, por lo
pronto, dos secuelas. El villano de la siguiente será el galardonado Jamie Foxx, que encarnará a Maxwell Dillon, alias Electro.
Así que hay araña para rato.
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