Posiblemente,
en lo que a las Bellas Artes se refiere, el Teatro fue el segundo gran romance del vampiro. Digo esto porque el
viernes pasado tuve el placer de acompañar a Eduardo Ruiz Saviñón y Guillermo
Henry, convocados todos por Vicente
Quirarte, en la sesión final de su curso …Y el hombre creó al vampiro.
Bram Stoker en el centenario de su inmortalidad (1912-2012), que se
llevó a cabo en la Casa
de las Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México. Hablamos
precisamente sobre ese matrimonio que nos hermana. Porque el teatro y el vampiro son, en esencia, dos hijos de la noche. La que se considera
obra fundacional del tema, El vampiro de John William Polidori (1819), significó su primera incursión
escénica, adaptada por el francés Charles
Nodier como Le vampire, melodrame en trois actes que se estrenó el 13 de
junio de 1820 en el Teatro de la Porte-Saint
Martin. Sólo que el autor decidió alterar notablemente la
historia, llevándola por los senderos del melodrama clásico: tras estar en
riesgo la virtud, el bien triunfa sobre la maldad, que es exterminada en el
último momento, restaurándose el orden. Su éxito inmediato la llevó a los
escenarios británicos, traducida por James
Robinson Planché como The Vampire, or the Bride of the Isles,
con idéntico resultado. Esto propició que el monstruo tuviera un gran apogeo de
obras vampíricas durante la segunda mitad del siglo XIX.
El irlandés
Bram Stoker debió tener esto en
cuenta dos veces: desde su trinchera de hombre de teatro y como futuro autor Drácula,
la novela canónica del tema. De su trabajo en el Teatro Lyceum y la relación que estableció con Henry Irving, el más grande actor de su tiempo, hablé en mi
reciente colaboración para la página web de Mórbido. El desdén del Todopoderoso Irving truncó los planes de Stoker por ponerla en
escena, pero un joven miembro de la compañía, Hamilton Deane (1880-1958), advirtió sus enormes posibilidades. Deane
también nació en Clontarf, Irlanda, y conoció tanto a la familia Stoker como a
la de Florence Balcombe, su esposa,
privilegio que sin duda le permitió obtener los derechos para cumplir el sueño
inconcluso de su difunto esposo. Dracula, the vampire play in three acts
se estrenó el junio de 1924 en el Teatro Derby de Inglaterra, con un éxito
contundente. Deane decidió ubicar su acción en un entorno citadino, dando a su
malvado protagonista una mayor posibilidad de infiltrarse en la sociedad del
Londres de la época. Parte de esta estrategia fue hacerlo encantador y
enigmático. Y la que sin duda fue su mayor contribución: la capa, el frac y el
medallón que hoy todos conocemos. El conde fue interpretado por el actor Raymond Huntley, mientras el propio
Deane encarnaba a Abraham Van Helsing. Su aceptación llamó la atención del editor
y productor estadounidense Horace
Liveright, quien inmediatamente compró los derechos para llevarla a su
país. El dramaturgo John L. Balderston
fue el encargado de adaptarla, con un desconocido actor húngaro llamado Bela Lugosi en el papel principal, y Edward Van Sloan como su némesis,
dirigidos por Ira Hards. Su impacto es por ustedes conocidos, al igual que la
legendaria película que propició.
Desde
entonces la obra, atribuida a la dupla Balderston-Deane,
se ha montado en repetidas ocasiones alrededor del mundo. Posiblemente uno de
los montajes más memorables es el que se hizo en Broadway en 1977, dirigido por
Dennis Rosa, con Frank Langella en
el rol estelar. Lo que lo hizo especialmente atractivo fue la escenografía y
vestuario que diseñó el artista visual Edward
Gorey, que le valió incontables galardones de la crítica especializada de
su país. Nuevamente, la obra fue convertida en una flamante película (John
Badham, 1979), con Langella y Laurence
Olivier como su contrincante. Al Rey de los Vampiros ha dado vida (o no
vida) en el teatro una gran variedad de talentosos actores, desde Terence Stamp, Jeremy Brett, Marin Landau.
El que no deja de llamarme la atención es el difunto Raul Julia, que el 1978 heredó la capa en Broadway.
De la
presencia de Drácula en el teatro
mexicano y de nuestra reciente contribución, hablaré posteriormente.
Excelente entrada, Roberto.
ResponderEliminarLo que daría por ver el montaje con la aportación de Gorey...
Langella es a menudo olvidado como gran actor e interprete del vampiro. Solo hay que ver lo enorme de su actuación en la estrenada en Sitges "Robot & Frank"
Supongo que le ha tocado lidiar con gigantes de personalidad aplastante.
¿Sabes dónde puedo conseguir el libreto de 'Vampire play in...'? Nunca la he visto y tengo mucha curiosidad.
Jose L. Medina