En mi
primer escrito para este blog en el naciente 2013 decidí regresar a una de mis pasiones fundamentales. Los monstruos y Batman
son los primeros romances de mi vida. Tengo la fortuna de mantener un diálogo
constante con ellos desde entonces. Los abrazo todos los días. A horas de
concluir el año pasado, me topé con una pequeña sorpresa: la adaptación animada
de una de las historias que más entraño, El regreso del Caballero Oscuro. La
dirigió en 2012, directamente para el video, Jay Oliva. Para mi inmensa frustración, la dividió en dos partes.
La segunda estará disponible los últimos días de este mes. Pero volveré a ella
más tarde.
El regreso del
Caballero Oscuro
fue la primera de cuatro historietas originalmente escritas e ilustradas por Frank Miller, entintadas por Klaus Janson y brillantemente
coloreadas por Lynn Varley, publicadas
en abril y junio de 1986. Le siguieron El Caballero Oscuro triunfante, La
caza al Caballero Oscuro y La caída del Caballero Oscuro. Un
año después fueron compiladas en un solo tomo, que recibió el título del primer
relato. Todos los elogios que tengo para esta historia son pocos. El crítico y
escritor Les Daniels la considera
seminal para el universo de Batman.
Forma parte de la mayor parte de las listas de las 10 mejores novelas gráficas de superhéroes que conozco. Por si
fuera poco, la compilación cuenta con un lúcido ensayo introductorio de Alan Moore, autor de Watchmen,
otra historia decisiva durante la década de los 80. Richard Reynolds, en Superheroes, a modern mithology,
califica ambas como puntos decisivos de evolución de la historieta de
superhéroes. El mensaje final de Moore, dirigido a quienes conocían por vez
primera la historia, es certero: “para el resto de ustedes, que están a punto
de entrar a un nuevo territorio, sólo puedo expresarles mi extrema envidia.
Están a punto de encontrarse con un nuevo nivel de narración de historietas. Un
nuevo mundo con nuevos placeres y dolores. Un nuevo héroe”.
En la
narración es muy importante la enorme influencia de los medios de comunicación
en la sociedad contemporánea, desde los debates televisivos sobre las nuevas
correrías del héroe, el seguimiento noticioso a conflictos armados (como el de Corto Maltese, visto en el primer Batman de Tim Burton, quien le reconoce una gran influencia en la película que catapultó su carrera), la masacre del Guasón en un popular talk show nocturno
conducido por alguien muy parecido a David
Letterman o las apariciones triunfalistas de un colorido Presidente de los Estados
Unidos que no deja de recordarnos a Ronald
Reagan. Lo cual no deja de verificar lo dicho por el Dr. Emmet L. Brown (Christopher Lloyd) en Volver
al futuro (Robert Zemeckis,
1985), que vi nuevamente estos días: “ahora entiendo por qué tienen un
Presidente actor: para que se vea bien en televisión”.
Regresando
a la versión animada, sólo puedo reprocharle la ausencia de los pensamientos de
Batman, que dan un tono introspectivo
al relato: “Debería ser una agonía. Debería ser una masa de músculos adoloridos,
rotos, incapaces de moverse. Pero soy de nuevo un hombre de treinta, de veinte
años. La lluvia en mi pecho es un bautizo. Volví a nacer” o “Este es el fin
para ambos. Pudimos cambiar el mundo, pero míranos. Me he convertido en un botín
político y tú en una broma. Quiero que recuerdes, en los años por venir, en tus
momentos más íntimos, mi mano en tu garganta. Quiero que recuerdes al único
hombre que te derrotó”.
Miller dio
una tardía continuación a su historia, publicada entre 2000 y 2001 como El
Caballero Oscuro ataca de nuevo, también conocida como DK2.
La obra dividió la opinión de la crítica y los aficionados, pero de ninguna
manera alcanzó el impacto y originalidad de su predecesora. Por eso me quedo
con ella, ansioso por la segunda parte animada, que será un estupendo regalo de
Reyes Magos.
Para todos
ustedes mis mejores deseos en este naciente año. Háganlo más interesante y
productivo que el anterior. Den el mejor sentido a su existencia y a la de las
personas que los rodean.
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