El estadounidense Les
Daniels, autor que se mueve cómodamente en los mundos fantásticos, nos dice
en Batman,
the complete history: the life and times of the Dark Knight (Chronicle
Books, 2004) que el año 1986 fue decisivo para casi todos los personajes de DC Comics. Y fue cierto. La conclusión
de la serie conocida como Crisis en Tierras Infinitas trató de
resolver los incontables problemas de continuidad surgidos a lo largo de los
años y de los coqueteos de la empresa con universos paralelos. Uno de sus
frutos fue la historia de cuatro episodios Batman: Año Uno, publicada de
febrero a mayo de 1987, autoría del talentosísimo escritor Frank Miller –que gozaba por esos momentos de la fama por escribir
y dibujar otra joya, El regreso del Caballero Oscuro- y
el dibujante David Mazzucchelli,
reunida posteriormente como una deslumbrante novela gráfica que ha tenido
continuas reimpresiones desde la fecha. Todos los halagos que pueda ofrecerle
son pocos. Su narrativa directa y en deuda con los grandes del relato policial, sus dibujos simples y
contundentes y sus diálogos precisos la hacen indispensable para explicar la
evolución del murciélago justiciero de. Por sólo itar un ejemplo de su
influencia que ejerció en Christopher
Nolan y su deslumbrante Batman inicia (2005). La trama de Batman: Año Uno narra de forma paralela
el regreso de un joven Bruce Wayne y un idealista Teniente
de Policía llamado James Gordon a una Ciudad Gótica dominada por la
corrupción y la desesperanza. Ambos, desde sus respectivas trincheras,
pretenden devolver a la urbe todo lo que el mal les ha arrebatado, a veces de
forma torpe y dolorosa. La experiencia nos ha enseñado que todas las primeras
veces duelen. Quien asegure haber hecho algo a la perfección en su primer
intento es, casi siempre, un mentiroso. Aprendemos a prueba y error. Así lo
descubrieron nuestros héroes, quienes perseguían los mismos objetivos y en el
proceso forjaron una venturosa alianza. E el lado opuesto, el relato nos
presenta también a una joven prostituta llamada Selina Kyle, quien se
convertirá en la ladrona Gatúbela, que representa el
empoderamiento de la mujer.
Hace muy poco me enteré de que la división de animaciones de
Warner Brothers había producido una
adaptación, Batman: Año Uno (Sam Liu y Lauren Montgomery, 2011), un deslumbrante festín de 64 minutos que
retoma de la manera más fiel lo planteado 24 años atrás por Miller. El artista
recibió los mismos honores, en dos partes, el año siguiente (Batman:
El regreso del Caballero Nocturno, partes 1 y 2, Jay Oliva, 2012 y 2013), díptico del que di cuenta hace poco. En
este caso celebro su agilidad, que no pierde el tiempo con añadidos y que si
bien llega a omitir diálogos –como toda adaptación- conserva su esencia. Su
momento final, con Gordon fumando su
pipa en medio de una nevada en la azotea del edificio del Departamento de
Policía de Ciudad Gótica, no deja de
conmoverme. “Se vive un gran pánico en las calles. Alguien ha amenazado con
envenenar la reserva de agua de la ciudad. Se hace llamar El Guasón. Tengo un amigo que debe poder ayudarnos. Debe llegar en
cualquier minuto”.
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