Tengo
sentimientos encontrados. La popular creación del dramaturgo y novelista
estadounidense Jeff Lindsay, que ha
cobrado una vida más perdurable gracias a su encarnación televisiva, llegará a
su final después de 7 años, 8 temporadas y 96 episodios. Ayer, de forma discreta
e inesperada, se transmitió en México el primer capítulo de su desenlace
anunciado. No evito el reconocimiento y fascinación que Dexter Morgan (Michael C. Hall) me provoca, pero
siempre he sido enfático al reconocer su naturaleza. Por más carismático,
eficaz y justiciero que sea, es un criminal. No más, no menos. Esto puede
parecer severo pues, acorde al reglamento que le marcó su padre, sólo asesina a
personas que escaparon del imperfecto sistema judicial que crearon los hombres.
Dexter es juez, jurado y ejecutor. ¿La
mayor parte de las víctimas de Dexter
merecían morir? Cierto. ¿Es esto correcto? En absoluto. A lo largo de su
carrera nos ha demostrado que es capaz de equivocarse, sea asesinando de manera
accidental o propiciando que otros maten en su nombre a personas que por más
insoportables que nos parezcan sólo obedecían las reglas que nos separan de la
barbarie. Ahí es cuando la cosa me disgusta. Una figura clave en el drama se
transforma radicalmente por esto. Vive conscientemente en el Infierno como una
forma de martirio. La aparición de la neuropsiquiatra Evelyn Vogel (Charlotte Rampling) pone a nuestro héroe
en un riesgo inminente. “No puedes matarme, Dexter.
No encajo en el Código de Harry”. ¿Logrará ella tener éxito donde falló el
difunto Frank Lundy (Keith
Carradine), el agente especial rock
star? Más allá. ¿Qué final merece un personaje de su tipo? ¿Escapar
felizmente? ¿Llegar a la vejez? ¿Ver crecer prósperamente a su retoño? ¿Suicidarse?
¿Ser atrapado y recibir una inyección letal? ¿Desaparecer y convertirse en un
mito como Jack el destripador? Me inclino por lo último. Lo sabremos en
unas semanas. Lo que estoy seguro es que lo extrañaremos y la televisión no será
la misma.
Completamente de acuerdo en los finales de la serie, más no tanto con respecto a Dex.
ResponderEliminarDexter representa esa parte primaria de cada ser humano de ser juez, jurado y ejecutor, una parte que nos dice la moral colectiva que esta mal, matar el malo, punto.
Sin embargo, partiendo de la frase dicha por Hannibal Lecter en el Silencio de los Inocentes, en la cual explica que una sociedad más humana no lo encerraria, sino que lo mataría. Me hace recapacitar y pensar que tal vez Dexter es la justicia pura y dura, paralela a un sistema que consideramos justo pero es tal vez menos humano y más complicado que el que vemos en la naturaleza: matar o morir.
Saludos.
Muy cierto, Oscar. Propone un dilema mayor. ¿Existe la justicia infalible? En la vida cotidiana comprobamos que el sistema que nos rige es imperfecto, y lo terrible es que una persona como Dexter sería el más capacitado para enmendar sus errores. Sin entrar en polémicas, me siento increíblemente triste porque se que se irá definitivamente. Ojalá su final nos deje satisfechos y nos sorprenda. Gracias por tu comentario. Saludos.
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