Pareciera
irónico decir que hay libros que poseen un carácter malévolo. No me refiero a
textos motivacionales con trazas de espiritualidad e intenciones moralinas, o a
esos tan de moda que tratan de aclarar dilemas juveniles, sino a libros
verdaderamente malditos, que tienen una memoria infame o una connotación
perversa. La historia nos da cuenta de muchos especímenes, desde el Malleus
Maleficarum (El Martillo de las Brujas) escrito en 1486 por el clérigo
alemán Heinrich Kramer o el Dictionnaire Infernal (Diccionario
Infernal), escrito en 1818 por el ocultista y demonólogo francés Jacques Auguste Simon Collin de Plancy.
El Malleus es un tratado –dividido en
tres secciones- sobre brujería que deja en claro la misoginia de la época (que
lamentablemente pervive hasta nuestros días): “las mujeres son más proclives a
sucumbir ante las tentaciones del Maligno por la debilidad natural de su
género). El Dictionnaire es un
documento, profusamente ilustrado, que describe la enorme variedad de demonios
–desde la perspectiva de la cristiandad- que nos acecha. Es inevitable recordar
a los grimorios, o libros de alta magia cuyo origen puede rastrearse
en la antigua Mesopotamia, en Persia o en Egipto, pero que tuvieron una
especial popularidad en la Edad Media.
Estos tomos contenían encantamientos para conseguir todo tipo de favores, del
amor a la venganza, pero sobre todo detalles para invocar a ángeles, demonios y
demás espíritus.
Curiosamente, el más popular de ellos proviene de la ficción.
Se trata Al-Azif, “Azif era el
término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno producido por
los insectos que, se suponía, era el murmullo de los demonios”, escrito por Abdul
Al Hazred, “un poeta loco huido de Sanaa al Yemen, en la época de los
califas Omeyas”. Es más reconocido como Necronomicón, y data del año 730 de
nuestra era. El libro proviene de la imaginación del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) y
fue presentado por vez primera en el cuento El sabueso (1922). Desde entonces se convirtió en el eje de su
mitología y fue visitado recurrentemente por el autor, sus discípulos y
sucedáneas generaciones. Lovecraft detalló su origen en el texto Historia
del Necronomicón (1938) y fue tan contundente que consiguió que el
documento ingresara al imaginario popular, rodeado de un aura de fatalidad. El
español Rafael Llopis, en la
introducción a Los mitos de Cthulhu (Alianza editorial, 1969), documenta el
hallazgo que August Derleth hizo en
el Antiquan Bookman de 1962:
“Alhazred, Abdul. Necronomicon, España, 1647. Encuadernado en piel algo
arañada descolorida, por lo demás buen estado. Numerosísimos grabaditos madera
signos y símbolos místicos. Parece tratado (en latín) de Magia Ceremonial. Ex
libris. Sello y guardas indica procede de Biblioteca Universidad Miskatonic.
Mejor postor.”
También menciona el dato que algún bromista, evidente
erudito del tema, incluyó en el catálogo de la Biblioteca de la Universidad de
California hacia 1960:
BL 430
A 47
Alhazred, Abdul aprox. 738
D.C.
Necronomicón (Al Azif) de Abdul Alhazred.
Traducido del griego por Olaus Wormius (Olao Worm)
XIII, 760 págs., grabados madera,
enc. tablas, tam. fol. (62
cm .) (Toledo), 1647
Remata citando a Derleth: “esta ficha es deliciosamente
plausible, ya que la sección BL 430 de la Biblioteca está dedicada a las religiones
primitivas y la letra B corresponde a un armario cerrado donde se guardan
libros que no deben ser hojeados por cualquiera”.
Recuerdo todo esto porque en unos días se estrenará la
reelaboración que bajo la mirada vigilante de Sam Raimi, autor de la cinta original, el uruguayo Federico Álvarez hizo de Evil
dead, bautizada en esos tiempos como El despertar del Diablo y
ahora como Posesión Infernal. Quienes se hayan maravillado con el clásico
de 1981, recordarán que la pesadilla iniciaba con una grabación que recitaba
fragmentos del libro Naturon Demonto, o El Libro
de los Muertos de la cultura Sumeria. La intención evidente de Raimi,
guionista también de la cinta, era rendir un homenaje a la imaginación
lovecraftiana, cosa que se hizo evidente en su secuela Evil dead 2 (1987), en la
que el texto era llamado Necronomicon Ex-Mortis, libro que
invoca a los espíritus malignos que habitan en las regiones apartadas (como los
bosques) y poseen los cuerpos de los vivos; su par literario abría la puerta a
entidades de más allá del espacio, como los malvados Dioses Cthulhu,
Yog-Sothoth
y compañía, que duermen en espera de sumir a la humanidad en una nueva era de
tinieblas.
Solo faltan unos días para conocer el resultado. Esto es un
buen motivo para desear que concluyan las vacaciones.
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