martes, 30 de abril de 2013

Recuerdos de Chernobyl


Muchos de los lectores de este blog eran solamente información genética la mañana del 26 de abril de 1986, cuando los medios de comunicación del mundo dieron cuenta de la explosión en el reactor cuatro de la Planta Nuclear de Chernobyl, Ucrania, que cobró en el instante la vida de dos personas y convirtió un terreno estéril, imposible de habitar, una extensión de más de cien mil kilómetros cuadrados. Esto incluyó a la que fuera el asentamiento de los trabajadores de la planta, Pripyat, convertida hoy en una ciudad fantasma. Los efectos a largo plazo han sido imposibles de cuantificar. Por más que las autoridades se afanan en minimizar los daños humanos, la Organización Mundial de la Salud ha registrado incontables casos de envenenamientos por radiación y cánceres, que propiciaron docenas de muertes desde entonces. Los que vivimos el suceso recordamos la amplia cobertura que le dio Jacobo Zabludovski, en esa época la Voz de México, en su extinto noticiero 24 horas. La noticia creó una enorme paranoia por nuestra doméstica Planta Nuclear de Laguna Verde, Veracruz, innovadora y popular en el momento. Como sucede en tragedias similares, el humor es inevitable como una forma de conjurar los temores. En la muy divertida Los fantasmas contraatacan (Scrooged, Richard Donner, 1988), adaptación de Canción de navidad (1843) de Charles Dickens, el guión de Mitch Glazer y Michael O'Donoghue menciona el episodio brevemente. El exitoso ejecutivo de televisión Frank Cross (Bill Murray) es visitado por su difunto jefe, Lew Hayward (John Forsythe), “el hombre que creó las miniseries”, quien le anuncia la inminente visita de tres espectros. Cross trata de explicar la visión: “Es el vodka ruso. Tiene veneno de Chernobyl”.
Pero estas situaciones no admiten fácilmente la risa. En su novela Oscura (Suma de Letras, 2010), Guillermo del Toro y Chuck Hogan utilizan este escenario –diez años después de la catástrofe- para que un vampiro y un millonario agonizante, aspirante a la inmortalidad, celebren un pacto que desencadenará el Apocalipsis: “Antes de finalizar la reunión, el Amo tomó a Palmer Del brazo y subieron a la cima de la noria gigantesca. Una vez allí, Palmer, quien se sentía aterrorizado, observó Chernobyl, la almena roja del reactor número cuatro en la distancia, como un sarcófago plúmbeo y acerado conteniendo la pulsación de cien toneladas de uranio lábil”.
La muy reciente Terror en Chernobyl (Bradley Parker, 2012) o Duro de matar, un buen día para morir (A good day to Die Hard, John Moore, 2013) ambientan su trama en esos parajes desolados y asfixiantes, recordatorio del horror que nos rodea. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario