Hay historias que te cautivaron durante una
época más sencilla de tu vida. Las atesoras en la mejor parte posible de tu memoria
y corazón. Y sin embargo jamás escribes sobre ellas cuando tienes la
posibilidad, al llegar a la vida adulta. Hoy pago esa deuda. Vi Los Cazafantasmas,
el sexto largometraje que el checoslovaco canadiense Ivan Reitman nos entregó en 1984 a partir del guión de Dan Aykroyd y Harold Ramis, cuando tenía tiernos 11 años de edad, en el final de
mi infancia y el inicio de mi adolescencia. No puedo describir la fascinación
que causó en mí. Las hazañas de los parapsicólogos convertidos en
exterminadores de espectros forman parte de mis mejores recuerdos. Los doctores
Peter
Venkman (Bill Murray), Ray
Stantz (Aykroyd), Egon Spengler (Ramis), apoyados por su
cuarto elemento Winston Zeddemore (Ernie
Hudson), su fiel secretaria Janine Melnitz (Annie Potts), el pobrediablesco contador Louis Tully (Rick Moranis) y la atribulada concertista
Dana
Barrett (Sigourney Weaver)
son los protagonistas de una comedia (sobrenatural) perfecta, plena de risas,
acción y personajes y momentos memorables. Las imágenes del logotipo de la
empresa, de la vieja estación de bomberos transformada en su base de
operaciones, de su vehículo de emergencias Ecto 1, de sus equipos de protones, del
glotón y malaleche fantasma verdoso Slimer (aquí lo bautizaron
posteriormente como Pegajoso) acechando un lujoso hotel, del gigantesco perro infernal
sobre el que arrojan un abrigo o del Dios sumerio Gozer el Gozeriano -convertido
por la inocencia de Ray en el Muñeco de malvavisco Stay Puft- y el
tema musical de Ray Parker, Jr., son
simplemente inolvidables.
De ahí vino mi emoción cuando la
extinta Imevisión (y viene un comentario
digno del Abuelo Simpson, “porque hubo una época donde la televisión
mexicana era buena”) anunció la exhibición de una caricatura titulada Los
verdaderos Cazafantasmas. Su vínculo con la película, pese a las
diferencias de aspecto de sus protagonistas pero confirmadas por su emblema y
su música, fue refrescante considerando a la nefasta caricatura Los Cazafantasmas (donde salían dos
tipos, un gorila con sombrero y un coche con cara) hecha por la productora
Filmation, responsable del clásico He-man y los Amos del Universo, que
pretendía lucrar con su buen nombre.
Hoy me entero
que Los
verdaderos Cazafantasmas vivió 7 temporadas y 147 episodios los cuales,
al revisar los títulos de su listado, me trajeron los recuerdos más gratos. ¿Cómo
olvidar a su primer gran enemigo El Espantaniños (el Boogieman,
símil del Monstruo del Clóset), con
su cabezota, su gran nariz y sus patas de macho cabrío? ¿Del Duende
de los Sueños (el Sandman del folclore europeo), con
su capucha y su saco de polvos para dormir? ¿O de la inocente viejecita Sra.
Rogers, dueña de un canario y una casa terroríficos? ¿Del capítulo que
retoma lo sucedido después de la película y cómo trabaron amistad con Pegajoso? ¿De la aparición del nefasto Walter
Peck (interpretado en la cinta por William
Atherton)? ¿Cuando conocieron al mezquino Ebenezer Scrooge de Charles Dickens? ¿Del enfrentamiento entre hombres lobos y vampiros en la aislada
Lupusville?
Y siempre estará mi favorito, el episodio nombrado El libro mágico (en
inglés se llamaba La llamada por cobrar de Cathulhu), donde los héroes
investigaban el robo del mítico Necronomicón de la Biblioteca Pública
de Nueva York, viajaban a Akham, Massachusetts, pedían ayuda a
la Profesora Alicia Derleth de la Universidad de Miscatonik, todo para
detener el intento de una secta (su líder tiene el nombre de alguien del Círculo de Lovecfaft) para revivir a Cathulhu
(así, con una “a”) y en el que viejos cómics les daban la clave para derrotarlo.
Magia pura.
La película y la
caricatura despertaron un auténtico furor que se extendió a la industria discográfica,
los videjuegos, las historietas, una desigual secuela (en 1989) y otra
caricatura, Los Cazafantasmas al extremo que tuvo una efímera existencia
pese al intento por mantener viva una redituable franquicia y en la que un Egon cuarentón dirigía a una nueva
generación de investigadores de lo paranormal.
Muy
recientemente Akroyd y Ramis, artífices del éxito de la cinta y creadores de Los verdaderos Cazafantasmas, revelaron
su tardío intento por realizar una tercera parte de la que Murray, el más
exitoso miembro del ensamble, se deslinda completamente. Yo haría lo mismo. No
es lo mismo los Tres Mosqueteros que
30 años después, diría mi abuela. Si el proyecto recibe luz verde será como
esos desabridos reencuentros de populares grupos musicales sin su integrante
más afamado y que hizo una exitosa carrera como solista. Prefiero quedarme con
su gloriosa primera parte de la que no dudo algún brillante intente hacer un
remake. No imagino a los comediantes del momento (seguramente egresados del longevo
Saturday
Night Live como Murray y Aykroyd) en una reelaboración. ¿Imaginan a Will
Ferrell como Venkman, a Kevin James
como Stanz, a Adam Sandler como Spengler y a Chris Rock como Winston? Horror auténtico.
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