Esta es la pieza del rompecabezas que me
faltaba. Lo mejor es que la encontré antes de que termine 2013. Desde su
estreno en 2004, y sin haber comprobado su éxito en taquilla, Guillermo del Toro habló abiertamente
de una secuela de Hellboy, el personaje de cómic credo por Mike Mignola Desafortunadamente, la desaparición de Revolution studios, su casa productora,
dejó el proyecto en la orfandad, a la espera de quien le diera apoyo. Por
fortuna, éste vino del mejor lugar posible: Estudios Universal “la casa de los grandes monstruos”. El resultado fue una cinta visualmente
exquisita, donde el tapatío se mueve cómodamente en un universo que conoce muy
bien.
Aunque volvió a trabajar hombro con
hombro con Mignola, Hellboy II, el Ejército Dorado (2008) no es la adaptación
directa de una de sus historietas o una continuación lineal de la primera aventura.
Es más bien un relato inscrito en los mundos de la fantasía que “El Gordo”
exploró estupendamente en El Laberinto del Fauno (2006). Más
que amenazas nazis o seres lovecraftianos –que esa no es la única línea
argumental de las correrías del demonio-, observamos una historia original con
mayor apego al folclor de las islas británicas o del centro de Europa. Desde su
deslumbrante prólogo, presentado como una animación en stop motion y narrado
durante su infancia –como una cuento para ir a dormir- al héroe (Montse Ribé) por su padre adoptivo Trevor
Bruttenholm (John Hurt) en
una base militar estadounidense la navidad de 1955, conocemos que en tiempos
antiguos la humanidad convivió en armonía con los seres mágicos, cosa que
fracturó la codicia del hombre. Fue así como el Rey Balor, aconsejado por su belicoso hijo el Príncipe Nuada, ordenó la
construcción de un Ejército Dorado, una portentosa e imparable armada mecánica con
la que puso fin al conflicto (a su favor). Atormentado al ver la masacre que
había cometido, Balor y los hombres
restauraron la paz, acordando que los primeros vivirían secreta y pacíficamente
en los bosques y los segundos en las ciudades. El soberano también dividió la
corona que controlaba a sus tropas en tres partes, ocultándolas para que no
volvieran a dañar a nadie. Nuada,
desilusionado, se autoexilió.
En nuestra época, en la que el hombre prácticamente
llevó a los bosques a su exterminio –y por consiguiente a las criaturas
mágicas-, el hijo beligerante (Luke Goss)
regresa para ajustar cuentas con sus adversarios, aún contra los deseos de su disminuido
padre (Roy Dotrice) y su bondadosa
hermana gemela Nuala (Anna Walton).
Naturalmente, el Buró para la Investigación y Defensa de lo Sobrenatural (BPRD,
por sus siglas en inglés) y su agente estrella Hellboy (Ron Perlman) se convierten en la última
línea de defensa de nuestro mundo. Todos sus integrantes regresan, desde la
piroquinética Liz Sherman (Selma Blair),
el psíquico anfibio Abe Sapien (Doug Jones,
ahora con su propia voz) a su quejumbroso jefe Tom Manning (Jeffrey Tambor). Incluso se adhieren
nuevos elementos, como el psíquico fantasmal Johann Kraus (los actores
John Alexander y James Dodd, con la voz de Seth MacFarlane) y un extraordinario
bestiario digno de la imaginación de Lewis
Carroll o de cintas memorables como El cristal encantado (The
Dark Cristal, Jim Henson,
1982) o Leyenda (Ridley Scott,
1985): las mortíferas hadas de los dientes, el monstruoso Mr.
Wink, la bestial devoradora de gatos Fragglewump, el mercader Cabeza
de Catedral, ese paseante de dos cabezas (“soy un tumor”), el duende
sin piernas Bethmoora y el terrible Ángel de la Muerte, sombrío personaje que no deja de
recordarme al Hombre Delgado de El
Laberinto del Fauno. La secuencia del Mercado Troll, lugar oscuro y
maravilloso ubicado bajo el neoyorquino Puente
de Brooklyn, no pide nada a esa cantina en el Puerto Espacial de Mos
Eisley, tal como nos la presentó George
Lucas en 1977, o al Callejón Diagon de la serie
literaria (llevada al cine) de J. K.
Rowing.
Hellboy
lidia además con las responsabilidades del niño que no está preparado para la vida
adulta, del hombre que ha decidido vivir en pareja. “Daría mi vida por ella,
pero quiere que lave los trastes”. Los conflictos con su explosiva pareja Liz no se hacen esperar. Y a decir
verdad, me pongo del lado de ella. Que tu cepillo de dientes esté en una lata
de alimento de gatos debe molestarte un poco. Por ello vienen grandes momentos
de desamor, como la borrachera con un paquete de cervezas Tecate en la que él y
Abe –también atormentado por el Amor- cantan, desde el fondo de sus ebrios
corazones, Can´t smile whitout you de Barry Manilow.
Las escenas de acción son trepidantes, con
un combate épico entre nuestros defensores y la impresionante Armada mecánica.
Le sigue un enfrentamiento entre los antagonistas, con un desenlace heroico y romántico. Y la verdad es que Nuada no es un villano. Es la voz llevada al extremo de todos los
que defendemos los mundos de la imaginación. Al final nuestro héroe demoníaco,
y sus extraños aliados, eligen –como los Fenómenos de Tod Browning, ser congruentes con su esencia, mientras Liz le hace ver su paternal equivocación.
Y volvemos a escuchar a Barry Manilow.
La película volvió a ser fotografiada
por su leal Humberto Navarro, y Marco Beltrami cedió su lugar en la
música al siempre eficaz Danny Elfman. Y por supuesto, volvemos a ver a Santiago Segura. Hellboy II duplicó su inversión. En
el esquema comercial, eso la hace viable para una continuación. Su principal
competidora, Batman, el Caballero de la Noche de Christopher Nolan. Del Toro, Mignola y Perlman han hablado separada
e intermitentemente de la posibilidad de una tercera entrega –el tapatío la ve
como una trilogía-, la cual espero se realice muy pronto –Perlman tiene 63
años-. Y creo que así piensan sus devotos, que somos casi todos. La tarde del
sábado –cuando comencé a escribir estas líneas-, subí a las redes sociales una
fotografía de Perlman y Del Toro en uno de los sets de la segunda parte –sin
indicarlo- y más de dos se emocionaron sobremanera al pensar que se trataba de la
esperada cinta. Mis temores son grandes, pues –en mi memoria y experiencia-
casi nunca las terceras partes de cintas de superhéroes son afortunadas. Pero
Del Toro tiene todos los elementos para demostrar que me equivoco. Así que sólo
podemos esperar. Lo haré con los dedos cruzados.
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