En muchos sentidos, México es el país del revés. Hablemos
de las telenovelas, por ejemplo. Concebidas como dramas diurnos dirigidos a
amas de casa, patrocinados generalmente por compañías jaboneras (de ahí su denominación
en inglés, soap operas), aquí ocupan
el horario estelar y atraen a todo tipo de públicos. Si bien sus tramas pueden
calificarse de medianas a infames (estas son la especialidad del duopolio
televisivo), han producido títulos cuya duración se ha extendido por décadas,
como Hospital General, Días de nuestras vidas o Todos mis hijos. Y entre ellas brilló Sombras
tenebrosas (Dark shadows), creación del productor de cine y televisión estadounidense
Dan Curtis, que tuvo una corrida regular
entre 1966 y 1971. Durante su primer año la telenovela bordeó constantemente el
abismo de la cancelación. Esto era difícil de suponer porque al poco tiempo su
trama básica, ideada por Art Wallace, comenzó a incluir fantasmas y
reencarnaciones, temas inusuales en este formato. Pero el programa recibió
sangre nueva con la aparición del vampiro Barnabás Collins, interpretado por
el actor shakespereano Jonathan Frid,
heredero incuestionable del Drácula de Bram Stoker y del anhelo de darle vida de Curtis (el hombre cumplió
su sueño en 1973 con el noble vampiro encarnado, aunque ustedes no lo crean,
por Jack Palance). De ahí en
adelante sus Sombras tenebrosas se
convirtieron en un fenómeno, un auténtico objeto de culto que ha inspirado
estudios sociológicos, mercadería, convenciones, una película (1970), un intento
fallido de revivirla en televisión (con Ben
Cross como el protagonista) y gracias a uno de sus declarados admiradores, Tim Burton, una nueva versión
cinematográfica.
Los descalabros anteriores (del mayor di cuenta en
este blog)
de Burton, cineasta al que admiro sobremanera, me hicieron acudir con enormes
reservas, sobre todo porque las fotos de Johnny
Depp caracterizado como Barnabás
Collins –a medio camino entre un Emo y Michael
Jackson- no me convencían y ninguna crítica que leí le reconocía mérito
alguno. Tal vez por eso la sorpresa fue tan grata. Sombras tenebrosas (2012),
muy lejos de ser su mejor cinta, es una obra con una espléndida fotografía de Bruno
Delbonnel, un brillante diseño de arte de Chris Lowe, una banda sonora –sepultada
entre clásicos de los setentas- de Danny
Elfman y un vestuario de la siempre eficaz Coleen Atwood. El guión de John
August (responsable de los de Gran pez, Charlie y la fábrica de chocolate
y El
cadáver de la novia) y Seth
Grahame-Smith (autor de Orgullo y prejuicio y zombies y Abraham
Lincoln: cazador de vampiros) ha sido lo más criticado. Sus detractores reprochan que no se decide
por un género. Eso es cierto, porque por momentos es una cinta de horror (la
masacre a esos "amables jóvenes sin rasurarse"), una comedia y concluye como un
drama romántico. Pero a pesar de todo es respetuoso al espíritu que Wallace y
su equipo de escritores dieron a la telenovela en su apogeo. De ahí proviene su
atractivo. En una época donde se ha vulgarizado hasta el hartazgo la figura del
vampiro, el que un cineasta decida hacerlo voluntariamente es algo refrescante.
No porque el protagonista brille como diamante y se dé golpes de pecho por ser
un asesino, sino por enfrentar a un monstruo clásico al colorido de la década
en que nací (“no tenemos caballos, tenemos un Chevy”, “revélate, pequeña
hechicera” o la fatal y gigantesca letra M).Barnabás Collins, pese a su aspecto, es un vampiro como Dios manda: un depredador sin remordimientos ("perdonen, pero tengo 200 años encerrado e imaginarán mi sed").
La trama va así: a finales del siglo XVIII, Barnabás
Collins (Depp) es el hijo de un terrateniente inglés que emigra a
Estados Unidos, emprende un próspero negocio pesquero en las costas de Maine,
funda el pueblo de Collinsport y construye la espectacular mansión Collinswood.
Barnabás se enamora de la bella Josette
du Pres (Bella Heathcote) y
rompe el corazón de su antigua amante Angelique Bouchard (Eva Green), quien no sólo pertenece a una
clase social inferior a la suya, sino que es una bruja. Como no hay infierno más grande que una mujer
despechada, Angelique lanza una
maldición que arrastra a su rival al suicidio, asesina a los Collins y convierte al joven en un vampiro que
encierra en un ataúd. 200 años después, unos obreros liberan por accidente al
cautivo, quien acude al llamado de la sangre. Se reencuentra con su heredad,
ahora un lugar ruinoso, y sus disfuncionales descendientes: la matriarca Elizabeth
Collins Stoddard (Michelle
Pfeiffer), su alcohólico y desobligado hermano Roger (Jonny Lee Miller, el malvado motivador
de la quinta temporada de Dexter), su rebelde hija Carolyn
(Chloë Grace Moretz, la vampira del
remake estadounidense de Déjame entrar y la sobrina de Georges Meliés en Hugo), su sobrino David (Gulliver McGrath) y sus servidores la Dra. Julia Hoffman (Helena Bonham Carter) y Willie
Loomis (Jackie Earle Haley, el
Rorschach
de Watchmen
y el nuevo Freddy Krueger), el mozo de la propiedad y su futuro Renfield.
Así, el vampiro se propone devolver la gloria al patrimonio de su familia. Esto
no es fácil, porque la malvada Angelique
ha sobrevivido y establecido una poderosa empresa pesquera que ha devorado a
sus competidores. Dice la expresión popular que donde hay fuego, cenizas quedan,
y la relación amor-odio revive (su exabrupto de pasión es delirante).
Sombras
tenebrosas es una cinta que no amerita mayor academización,
pues es la adaptación cinematográfica de una telenovela. Sus gags pueden parecer previsibles, cierto, desde el casi elemental momento donde el vampiro realiza algo cotidiano frente a un espejo que no lo refleja (lavarse los dientes, en este caso) hasta estupendos momentos donde duerme apaciblemente colgado de un cortinaje, oculto en la parte superior de un armario o una caja de cartón, hasta que finalmente se decide por el clásico féretro. Con todo, la cinta es un divertimento
impecable con dos méritos fundamentales: adaptar muy bien el espíritu de su
original, un relato donde tenían cabida romance, fantasmas, zombis, hombres
lobo, brujas, vampiros, monstruos hechos por el hombre, reencarnaciones e,
incluso, viajes en el tiempo y universos paralelos (antecede muy bien a Buffy,
la cazavampiros) y brindar una serie de guiños al seguidor de lo
burtoniano y lo fantástico, como esos parlamentos que retoman líneas de Batman
regresa y Gran pez, las imágenes extraídas de El extraño mundo de Jack (el
huerto de calabazas o el vampiro cubriéndose con una sombrilla que me
encantaría comprar), el movimiento húngaro de muñecas de Ed Wood, esa escalera reptílea
tomada de Bleetlejuice, el despertar del vampiro y sus dedos alargados,
tan característicos de Nosferatu, o el bastón del
protagonista, que es idéntico al que usara su par televisivo décadas atrás.
Incluso su primera fotografía oficial, que muestra al clan Collins y donde Depp no ocupa la posición principal, es idéntica a
la que se usara la telenovela en su momento. Situar la trama en 1972 no me
pareció una mala idea. Lucra con la actual moda popularizada por películas como
Super
8 (J. J. Abrams, 2011), Hombres
X: primera generación (Matthew Vaughn, 2011) y Hombres de negro 3 (Barry
Sonenfeld, 2012). Por cierto, de esta última no he hablado (nota mental). Como
dije, la partitura de Elfman no es su más notable colaboración con Burton
porque la banda sonora incluye, para ambientar la historia, temas como Nights
in white satin de The Moody
Blues, Top of the World de The
Carpenters, You're the first, the last, my everything de Barry White, No more Mr. Nice Guy y Ballad
of Dwight Fry de Alice Cooper,
“la mujer más fea que existe” y quien tiene una aparición especial. De
presencias memorables destacan la de Sir Christopher
Lee como un personaje digno del memorable relato de Hermann Melville, y la fugaz de Jonathan Frid, el vampiro original,
rodada meses ates de su muerte física el 14 de abril de 2012. Y él no fue el
único elemento nostálgico, sino Kathryn
Leigh Scott, Lara Parker y David Selby, miembros del elenco
original.
La aparición se estas venerables figuras puede
resumir el argumento: “la familia es la mayor riqueza” y “toda familia tiene
sus demonios”. Porque Burton es hoy en día un hombre de familia, con una muy excéntrica
esposa (la Bonham Carter) y dos hijos macabros. Su primogénito, en una foto que
recuerdo, parecía sacado de una de sus primeras cintas. Y ambos son ahijados del
mismo Depp. Sin duda un clan peculiar, como el de todos. Como los Adams,
una familia muy normal.Y al final hacen lo que todas deberían: "sobrevivir". Michelle Pfeiffer ha abrazado la posibilidad de una secuela en algunos medios. Ello dependerá de su éxito económico que, hasta donde sé, no va muy bien que digamos. Pero el vampiro, como sabemos, se caracteriza por su capacidad de sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario