Ayer
terminó la segunda temporada de la teleserie American horror story, creación
de Ryan Murphy y Brad Falchuk, subtitulada Asylum
por su terrible nueva locación. Y confieso que tengo sentimientos encontrados
sobre el desenlace. Sobre su antecesora, que disfruté sobremanera, escribí hace unos meses. Por ello las comparaciones son inevitables. La primera, en mayor
medida, tenía una clara influencia de la literatura gótica, sobre todo por su
escenario, la terrible Mansión Montgomery, un edificio con
una horrible memoria, epicentro perfecto para una historia sobre almas
torturadas, vivas y muertas. La segunda no escapa de esta tradición, sobre todo
si recordamos los pasajes en que vivió en un manicomio el protagonista de Melmoth,
el errabundo (Charles Maturin, 1820). Ahora el relato se sitúa
en el ficticio Hospital Psiquiátrico Briarcliff, y se desarrolla
entre la época actual y el año 1964, con personajes completamente nuevos y sin
vínculo alguno con los que conocimos la temporada anterior. No así ocurrió con
sus actores, repitiendo su participación –en el rol estelar- la laureada Jessica
Lange, ahora como la malvada Hermana Jude, una recalcitrante
y sádica monja llena de prejuicios, con doble moral y un pasado tormentoso.
La idea parecía prometedora, pero el programa perdió su rumbo en algún
momento. Si algunos se quejaron del exceso de personajes de la temporada
anterior, aquí vemos una variopinta galería que va desde un psiquiatra
progresista con aficiones homicidas (Zachary Quinto, Chad Warwick
de la primera temporada de la serie, que encarna al Dr. Oliver Thredson),
una ambiciosa reportera homosexual (Sarah Paulson, Billie Dean Howard
en de la primera temporada, como Lana Winters), un criminal de
guerra nazi (James Cromwell en el papel del Dr. Arthur Arden,
maravilloso), un joven culpado de un crimen que no cometió (Evan Peters,
Tate Langdon de la primera temporada, como Kit Walker), un
alto jerarca de la Iglesia
local protector de monstruos (Joseph Fiennes como el Monseñor Timothy
Howard), una bondadosa monja poseída por el Diablo (Lily Rabe,
la perturbada señora Montgomery en la temporada pasada, es la Hermana Mary
Eunice, sin duda una de las mejores aportaciones de la serie), y los exquisitos
huéspedes de Briarcliff (Chloë Sevigny como la ninfómana Shelley,
Lizzie Brocheré como la homicida Grace, Naomi Grossman
como Pepper, la paciente con microcefalia, e Ian McShane como el
asesino vestido de Santa Claus Leigh Emerson). Demasiados
ingredientes, como pueden ver. Y aunque el elenco tuvo un excelente desempeño,
creo que eso no fue suficiente para sustentar la narración. Debo concederle
muchos aciertos, como la aparición de la actriz alemana Franka Potente
(a quien conocimos en Corre, Lola, corre) como una mujer
desequilibrada que clamaba ser Anna Frank –la del diario-, el Ángel
de la Muerte
(Frances Conroy, Moira en la primera temporada) o el dueño
de una herencia sangrienta Johnny Morgan (Dylan McDermott,
el psiquiatra Ben Harmon en la primera temporada).
Nuevamente los aspectos técnicos fueron impecables, dignos de una
producción cinematográfica de altos vuelos. Ello me devuelve a la historia. Era
muy difícil conseguir que confluyeran armónicamente intrépidos reporteros,
sacerdotes, asesinos en serie, extraterrestres, poseídos por el demonio,
desquiciados médicos nazis y experimentos indecibles. Si bien el subtexto era
prometedor (la locura, los anhelos secretos e inconfesables, el libre ejercicio
de nuestras preferencias sexuales, los anquilosados dogmas religiosos contra la
pujante modernidad y los matrimonios interraciales), el resultado queda a
deber. No hablemos del colorido número musical –mi querida Anabel Quirarte
dijo que eso era un signo de decadencia- que sin duda se hizo para el
lucimiento de la señora Lange. Irónicamente a ella debemos la afortunada línea
final, que tiene claras reminiscencias a lo dicho por Friedrich Nietzsche:
“cuando miras al mal a los ojos, el mal te devuelve la mirada”.
Según declaraciones de Murphy y Falchuck, American horror story tendrá una tercera temporada que,
de ser ciertos los rumores publicados en Internet, podría desarrollarse en la
embrujada ciudad de Salem o tendría
que ver con la cultura Vudú. Lo
seguro es que muchos de sus principales actores regresarán en papeles
completamente nuevos. Sólo nos queda esperar. Sigo haciendo votos porque alguna
mente brillante lleve a la televisión nacional Mexican horror story: Catemaco.
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