martes, 15 de enero de 2013

Libros para devorar


Durante las dos últimas décadas, los zombis son personajes increíblemente arraigados en la cultura popular. Todos nos hemos angustiado ante el drama del grupo de sobrevivientes –que se parecen a ustedes y a mí- en la teleserie The Walking Dead. Ya he discutido su origen en el folklore afroantillano y sus brillantes representaciones en el séptimo arte, por lo que no les desgastaré recordándolos. Pero en el terreno de las letras contemporáneas es un monstruo poco visitado, salvo notables excepciones como Max Brooks –con su Guía de Sobrevivencia Zombi y su novela Guerra Mundial Z- y John Ajvide Lindqvist –con su perturbadora novela Descansa en paz-. Precisamente como una aportación notable se erige Amor, zombis y otras desgracias (Alfaguara juvenil, 2012) de José Luis Trueba Lara. A él tengo el placer de conocerlo desde hace varios años en su faceta de editor –hizo posibles las primeras publicaciones de mi buen amigo Rafael Aviña-, académico y biógrafo de nuestro mutuo amigo Vicente Quirarte (El Hombre Araña también escribe poesía, Porrúa, 2005). No sólo nos une una fascinación por la cultura criminal y el que los expertos llaman “cine truculento”. Publicó Crónica negra del crimen en México (Plaza y Janés, 2001), una espléndida y selecta recopilación de la nota roja nacional, desde Las Poquianchis hasta Los Narcosatánicos de Matamoros. Mi reencuentro con él ocurrió de manera inesperada: tuve el honor de presentarlo con pretexto de su nueva creación durante el último día del pasado Festival Mórbido, en la espléndida Biblioteca Publica Gertrudis Bocanegra de Pátzcuaro. Y el honor provino de dos fuentes.
Amor, zombis y otras desgracias es una estupenda novela juvenil, que no sólo es afortunada desde su ingenioso título, sino por abrevar de una cultura cinematográfica que todos los diletantes del horror pueden identificar, como lo demuestra su acertado corolario que incluye títulos indispensables en nuestra formación. A través de un lenguaje ágil, que no pierde el tiempo en detalles innecesarios, conocemos la historia de Jorge Antonio, un chico de 16 años que se muda de casa con madre, su padre Harry, y su insufrible hermanita, e ingresa a la secundaria Instituto Científico y Cultural de México. Ahí conoce a UV, uno de los más notables creyentes en teorías de conspiración que recuerdo, y a Alicia, una jovencita huraña y llena de pircings. El héroe vive los infortunios propios de la edad: está condenado a la marginalidad por sus extravagantes gustos, es víctima del abuso de sus compañeros y cae presa de un amor imposible –la bella y banal Bárbara-. Por si fuera poco, todo ocurre en medio del Apocalipsis zombi. Acertaron si en las líneas anteriores descubrieron una serie de homenajes, de la obra seminal de George Andrew Romero hasta la primera entrega de W. S. Anderson de su saga de acción sobrenatural.
Pero su atractivo no reside exclusivamente en lo anterior. La novela está narrada en una forma muy familiar para los adolescentes: mensajes de Twitter y Facebook, mensajes SMS de celular, videos de Youtube, entradas de blog y páginas de Internet, archivos adjuntos de correo electrónico, videograbaciones, recortes de periódico, comunicados de prensa y entradas de diario, al más puro estilo epistolar con el que Bram Stoker ensambló su creación más perdurable. Todo en un ambiente doméstico como la gran Ciudad de México, con episodios tan reconocibles por recientes -¿recuerdan la epidemia de Influenza AH1N1 con sus restricciones y la forma en que afectó la vida de la urbe?-. Al final nos recuerda las desventajas de la condición humana ante un evento extraordinario y nos plantea una pregunta inquietante: “¿conviene enamorarse ante el fin del mundo?”.
Su autor deja abiertos detalles que propiciarían una secuela. Me ha revelado incluso su próxima existencia, así que seguramente tendré el placer de presentarla en el próximo Festival. Por lo pronto el libro fue el primero que devoré en este naciente 2013. Un calificativo muy apropiado ante estas circunstancias.  

1 comentario:

  1. Está la trilogía del Apocalipsis Z de Manel Loureiro. He leído el primero nada más y me pareció entretenido, además de que ocurre Galicia y no en los típicos lugares.

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