viernes, 26 de febrero de 2010

La última y no vamos (de licántropos)

De las incontables aportaciones que el séptimo arte ha hecho al mito de la licantropía en los últimos años, desde las indispensables “Aullido” (Dante, 1981) y “Un hombre lobo americano en Londres” (Landis, 1981), hasta sus apariciones en El Gran pez (Burton, 2003) o “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” (Cuarón, 2004), destaca una modesta producción británica titulada en español “Luna llena” (Dog soldiers, Neil Marshall, 2002), la cual –según yo- no tuvo exhibición comercial en México y llegó directamente al mercado del DVD –todavía puede comprarse a un precio ridículo en algunas cadenas de supermercados-. Convencido de sus virtudes, me la presentó mi buen amigo Rafael Aviña, diletante y experto del cine de horror. Tenía absoluta razón. Su premisa es simple. De hecho narra un drama de supervivencia mil veces visto: en nuestra época, un grupo de soldados ingleses realiza un ejercicio en una extensa boscosa y antes que alguien grite “hombres lobo”, los milicianos luchan por sus vidas contra estos monstruos, atrincherándose en una cabaña que nos recuerda mucho a “La noche de los muertos vivientes” (Romero, 1968). A pesar de su armamento y preparación, poco pueden hacer los militares ante el enemigo. Los efectos de maquillaje y el diseño de sus lobos antropomorfos tienen una notable influencia de los monstruos de la película de Joe Dante y están realizados con gran dignidad y economía. Al igual que el Alien de Ridley Scott, las bestias aparecen brevemente, solamente lo necesario para causar angustia en el espectador. Y lo logran. Definitivamente es una película que podemos disfrutar y debemos ver.

Se abre paso a zarpazos

Por Rafael Aviña

Gran Bretaña, 1891: han pasado tres años desde que Jack el destripador causara conmoción y una nueva bestia baña de sangre la zona rural de Blackmoore. Se trata de un furioso licántropo, capaz de arrancar cabezas de un zarpazo, que arrastra una maldición ancestral desatada por la luna llena; sólo puede ser redimido por el amor y destruido por una bala de plata.
Arrumbado a figura secundaria en la galería de los grandes monstruos del cine y la literatura, el hirsuto hombre lobo, regresa a los escenarios con esta notable, violenta y entretenida actualización fílmica.
Para ello, ha contado con un par de eficaces guionistas curtidos en el thriller, la sangre y el horror: Andrew Kevin Walker (8 mm , Seven , El jinete sin cabeza ) y David Self (Camino a la perdición , La maldición ), inspirados a su vez en el estupendo guión de Curt Siodmak para la cinta homónima de 1941 dirigida por George Waggner y protagonizada por Lon Chaney Jr.
El hombre lobo (EE Gran Bretaña, 2010) resulta un digno y vertiginoso remake dirigido por el habilidoso Joe Johnston (Rockeeter , Jumanji , Parque Jurásico 3 ), experto en efectos especiales como lo muestra la impresionante transformación del protagonista a cargo del afamado especialista Rick Baker –el mismo de El hombre lobo americano en Londres de John Landis-.
No faltan las cabalgatas a la luz de la luna, el bosque siniestro, las viejas tabernas, las mansiones que ocultan secretos: “El pasado es una selva de horrores ”,los prejuicios y los miedos racistas y las indagaciones policiacas de un detective victoriano.
Tampoco falta la tortura psiquiátrica como símbolo de la “modernidad ” científica y por supuesto, los brutales ataques de un hombre trastocado en bestia por una herencia maldita, en ésta gran reelaboración de los relatos de horror gótico al estilo de la Universal y la Hammer Films.
Lawrence Talbot (Del Toro) es un dramaturgo que regresa al hogar paterno luego de la espantosa muerte de su hermano, para descubrir no sólo los misterios que oculta su padre (Hopkins) o el amor representado en su cuñada (Blunt) , sino su propio lado oscuro.
La historia resulta un buen pretexto para recuperar los grandes mitos fílmicos, en un relato donde la constante intromisión de lo onírico y los efectos shock, se mezclan con una inusitada violencia gore que roza el humor negro

lunes, 22 de febrero de 2010

Lobos contra vampiros

De la saga cinematográfica inaugurada por “Inframundo” (Len Wiseman, 2003), interesante híbrido con notables influencias de Matrix (Wachowski, 1999) y películas neo dark como Ciudad en tinieblas (Proyas, 1998), vale la pena examinar su tercera entrega “Inframundo, la rebelión de los Lycan” (Patrick Tatopoulos, 2009). La historia, una precuela, propone el inicio de la rivalidad entre estas dos estirpes malditas, tan explotada en tiempos recientes en la literatura o el juego de rol y que conocimos escuetamente en flashbacks en la primera parte. Lucian (Michael Sheen), una especie de mesías de los hombres lobo y predilecto del tirano vampiro Viktor (Bill Nighy), mantiene un amorío ilícito con Sonja (Rhona Mitra), la hija de éste. Las consecuencias de este romance prohibido –completamente Shakespereano- son trágicas y dan inicio a la insurrección del título. La tercera parte de la serie, dirigida por el responsable de la imagen y maquillaje de los licántropos en las películas predecesoras es un relato eficaz que no puede evitar una lectura de lucha de clases y hace que nos pongamos del lado de los oprimidos. Los hombres lobo son los Morlock que nos presenta Herbert George Wells en La máquina del tiempo; son los proveedores de las comodidades de los Eloi, trastocados aquí en vampiros. Por demostrar ser un producto redituable, se ha anunciado una cuarta película, en la que regresará Kate Beckinsale como la vampira Selene. Al menos la cinta no podría ser peor que su segunda parte o la inminente continuación de la serie Crepúsculo. Espero.

jueves, 18 de febrero de 2010

Para leer en la luna llena

Dos libros que todos los adeptos de los hombres lobos deben tener son la estupenda antología Los hombres lobo, publicada en 2001 por la indispensable editorial Siruela. No sólo cuenta con un estupendo ensayo preliminar de Jacobo Siruela, sino con relatos del siglo XIX, como El lobo blanco de las montañas Hartz (1837) del capitán Fredercik Marryat. Más reciente es la antología El mito del hombre lobo (su edición de pasta dura lleva el título de El hombre lobo insólito), editada en España por Timun mas en 1996. Su compilador, la gloria de la ciencia ficción Harlan Ellison, reúne una interesante serie de relatos de autores contemporáneos –como Robert Silverberg, Larry Niven y Phillip José Farmer- con el pretexto de homenajear a la cinta clásica de 1941, a la que me he referido abundantemente. Corona el compendio una filmografía de Leonard Wolf. El apellido del investigador que cierra el libro nunca fue más adecuado.

martes, 16 de febrero de 2010

¿Lobo, estás ahí?

Es cierto que Joe Johnston parecía la opción menos idónea para dirigir la reelaboración de El Hombre Lobo. Su trayectoria incluye cintas como Querida, encogí a los niños, Rocketeer, Jumanji y Parque Jurásico III. Discípulo de Steven Spielberg, Johnston ha demostrado ser un hábil usuario de los efectos especiales. Si bien la calidad de sus productos es cuestionable para muchos, sus películas han demostrado ser entretenimientos eficaces. Yo las disfruté en su momento. De cuán redituables fueron, económicamente hablando, no discutiré pues las cifras hablan por sí mismas. De su desempeño como director de El Hombre Lobo (The wolfman, 2010), sólo puedo dedicarle las mayores alabanzas. Por principio contaba con ingredientes de primera calidad: el estupendo y respetuoso guión de Andrew Kevin Walker (Seven, El club de la pelea, La leyenda del jinete sin cabeza) y David Self que rinde homenaje al espíritu del que nos presentara Curt Siodmak en 1941, un sólido elenco que incluye a los laureados Benicio del Toro y Antony Hopkins, Emily Blunt, Hugo Weaving y Gerldine Chaplin en una aparición especial como la gitana Maleva, un espléndido diseño de arte y extraordinarias secuencias de transformación a cargo del talentoso Rick Baker, nombre siempre asociado a la zooantropía gracias a “Un hombre lobo americano en Londres” y al video musical “Thriller”, que semeja notablemente –con toda intención- al que creara Jack Pierce para la película predecesora. El propio Baker, por cierto, tiene una breve aparición en la cinta.
El hombre lobo de 2010 no es un estricto remake, pues toma personajes y situaciones de la cinta original y los lleva en nuevas direcciones que incluyen tortuosos secretos familiares, la fascinación de la comunidad médica victoriana por los casos médicos extraordinarios, una referencia tangencial del caso de Jack el destripador y tributos a otras cintas memorables sobre licántropos, como aquella masacre urbana de “Un hombre lobo americano en Londres” (John Landis, 1981) o el enfrentamiento climático de “Lobo” (Mike Nichols, 1994).
Si algo debiera reprocharle a este respetuoso trabajo es la ausencia de un elemento que caracterizó al protagonizado por Lon Chaney, Jr. Su Lawrence Talbot es melancólico, pleno de remordimientos, muy semejante al adicto que se recupera de sus excesos y sufre por las acciones que realizó bajo el efecto de los paraísos artificiales. Su humanidad está en permanente conflicto con la bestia que se libera las noches de luna llena. Es muy diferente del vampiro melancólico que tanto he criticado, el que llora y se lamenta de su condición. Lawrence Talbot no tiene control sobre su otro yo. El hombre y el monstruo son dos entidades independientes, nunca conciliadas. He ahí su maldición. Escuché ayer en la radio a un crítico calificar la película de “asquerosa” y “que no ha superado el maquillaje de Thriller”. Estoy en total desacuerdo. La película de Johnston trae con gran vigor a un personaje clásico al nuevo milenio. Es una historia sencilla, sin pretensiones académicas. Posiblemente el nacimiento de una franquicia. Finalizaré con un ejercicio de imaginación. Si Guillermo del Toro, una vez realizado “El Hobbit”, lleva a cabo su proyecto de hacer una nueva versión de “Frankenstein” para los estudios Universal –el hogar de los grandes monstruos-, y si recordamos que este personaje cruzó su camino con Lawrence Talbot en “Frankenstein contra el hombre lobo” (Roy William Neill, 1943), me encantaría ver nuevamente la batalla de estos dos colosos. Mi primera petición de este año a Santa Claus .

lunes, 15 de febrero de 2010

Para todos aquellos que viven y aman...

DIPLOMADO DE LITERATURA FANTÁSTICAY CIENCIA FICCIÓN
El objetivo de este diplomado es dar a conocer los orígenes, evolución y principales corrientes de la literatura fantástica así como sus obras y autores más importantes.

T E M A R I O

Introducción
1) Cosmogonías mitológicas de Oriente y Occidente
2) Lecciones de teoría literaria
3) La Literatura Fantástica, definiciones y criterios de clasificación

Módulo I
1) EL MONSTRUO EN LA LITERATURA
2) LA NOVELA GÓTICA: De Horace Walpole a Charles Maturin. La figura de Caín durante el romanticismo. Frankenstein a través de los tiempos.
3) DRÁCULA Y OTROS VAMPIROS
4) NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL GÉNERO NEGRO: Edgar Allan Poe, Conan Doyle, Raymond Chandler, Jim Thompson, Thomas Harris. El asesino serial como antihéroe. El cine de Alfred Hitchcock.
5) EL HORROR EN LA INGLATERRA VICTORIANA: Robert L. Stevenson, Henry James, Oscar Wilde. M. R. James.
6) MAESTROS DEL HORROR CÓSMICO: William Hope Hogdson, Arthur Machen, Algernon Blackwood, Lord Dunsany.
7) H. P. LOVECRAFT Y LOS MITOS DE CTHULHU
8) LOS DISCÍPULOS: Robert Bloch, Brian Lumley, Richard Matheson.
9) EL HORROR A PARTIR DE LOS 70's: Stephen King, William Peter Blatty, Peter Straub, Ramsey Campbell, Richard Laymon.
10) CLIVE BARKER Y LA FANTASÍA SINIESTRA
11) UN REPASO AL CINE DE HORROR
12) LA ESTÉTICA GORE EN LA LITERATURA Y EL CINE

Módulo II
1) UTOPÍAS Y MUNDOS IMAGINARIOS
2) LEWIS CARROL: FANTASÍA Y MATEMÁTICAS
3) LA LITERATURA DEL MAL: del Marqués de Sade a Los cantos de Maldoror.
4) LAS NOVELAS DE HECHICERÍA Y ESPADA: Los Mitos Artúricos y otros antecedentes legendarios.
5) LA ESCUELA DE TOLKIEN. Fritz Leiber, Terry Pratchet, Robert Holdstock. Las historias de Dragonlance, J. K. Rowling.
6) HISTORIA DE LA LITERATURA PARA NIÑOS
7) LA MITOLOGÍA MONSTRUOSA DE JEAN RAY
8) BORGES Y SUS PRECURSORES: Franz Kafka. Nathaniel Hawthorne. G. K. Chesterton.
9) CREADORES DE UNIVERSOS: Boris Vian, Italo Calvino, Stanislaw Lem, Michael Ende, John Crowley.
10) LA LITERATURA FANTÁSTICA EN MÉXICO: Francisco Tario, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Emiliano González, Pedro Miret, Lorenzo León, etc.
11) LOS CUENTOS DE JULIO CORTÁZAR
12) CARLOS CASTANEDA: Una fantasía aparte.

Módulo III
1) CIENCIA Y LITERATURA
2) EL INICIO: JULIO VERNE Y H. G. WELLS
3) LOS GRANDES TEMAS DE LA CIENCIA FICCIÓN: Viajes por el tiempo y el espacio. Las civilizaciones extraterrestres. Universos paralelos. Dioses, máquinas y robots. El futuro de la raza humana, etc.
4) LA VIEJA ESCUELA: Olaf Stapledon. Jack Williamson, Robert Heinlein, Clifford Simac, Alfred Bester, Theodore Sturgeon, Fredric Brown, Frederick Pohl, etc.
5) EL UNIVERSO POÉTICO DE RAY BRADBURY6) MAESTROS DE LA SPACE OPERA: Jack Vance, Poul Anderson, Iain Banks.
7) LA CIENCIA FICCIÓN "HARD”: Arthur Clarke, Isaac Asimov, Larry Niven, etc.
8) LOS PREMIOS HUGO, LA NUEVA OLA Y EL CIBERPUNK: Robert Silverberg, Ursula Le Guin, Philip Farmer, J.G. Ballard, Frank Herbert, Orson Scott Card, Charles Sheffield, John Varley, William Gibson, Dan Simmons, etc.
9) LAS PESADILLAS DE PHILIP K. DICK
10) EL CINE DE CIENCIA FICCIÓN
11) LA CIENCIA FICCIÓN EN MÉXICO
12) CIENCIA FICCIÓN Y VIDEOJUEGOS

Duración: 128 horas (8 meses)
Horario: sábados de 10:00 A 14:00Inicia: 20 de febrero de 2010
Coordinado por Ricardo Bernal

Claustro de profesores:Doris Camarena, Libia Brenda Castro, Roberto Coria, Ricardo Chávez Castañeda, Alberto Chimal, Víctor Grovas Hajj, Jorge Llaguno, Mario Abraham Mancilla, Erika Mergruen, Raúl Ojanguren, Carlos Rodríguez de Alba, Mónica Sánchez Escuer y Celso Santajuliana.

Informes e inscripciones:Universidad del Claustro de Sor Juana, Dirección de Educación Continua, Izazaga 92, centro histórico, Ciudad de México. Teléfonos: 51-30-33-30, 51-30-33-31 y 51-30-33-32.
Profesor Ricardo Bernal: 04455 2943-7504.

domingo, 14 de febrero de 2010

El ancestro del lobo

Creighton Tull Chaney nació muerto el 10 de febrero de 1906. Su padre, el memorable actor del cine mudo Lon Chaney, lo tomó en brazos, lo llevó hasta la superficie del lago congelado de Belle Isle, Oklahoma, hizo una fisura en el hielo con un martillo, sumergió al pequeño en el agua helada y lo devolvió a la vida. Años después, al seguir los pasos de su progenitor, advirtió que usar su nombre le abría muchas puertas. Adoptó pues el de Lon Chaney, Jr. Su inicio en la profesión actoral fue caracterizado por papeles que si bien le valieron el reconocimiento de la crítica no le merecieron mayor notoriedad. El año de 1941, en pleno furor por las cintas de horror y con horrores reales de fondo (la Segunda Guerra Mundial), los estudios Universal decidieron filmar una historia de licántropos que emulara el éxito de Drácula o Frankenstein. El hombre lobo fue dirigida por George Waggner (quien posteriormente dirigiría muchos de los episodios televisivos del Batman de Adam West) y contó con un espléndido guión de Curt Siodmak, hoy por hoy el responsable de articular la imagen moderna del licántropo en la cultura popular. Tal vez la pieza más notable de la cinta fue la elección de Lon Chaney, Jr. para representar al atormentado Lawrence Talbot, el heredero mordido por un hombre lobo y que consecuentemente se convierte en uno. La película es grandiosa, uno de los mejores especímenes de su tipo y su tiempo. Brilla con luz propia entre otros títulos de ese año, como El halcón maltés o el Ciudadano Kane. Si su padre fue conocido como “El hombre de los mil rostros”, Lon Chaney, Jr. tuvo uno solo, el del trágico licántropo Lawrence Talbot. Nació para interpretar el papel y siempre estuvo orgulloso de la fama que le ofreció. Repitió su caracterización en uno de los primeros crossover que recuerdo, Frankenstein contra el hombre lobo (Roy William Neill, 1943) y, en sus últimos años de gloria, en La casa del terror (Gilberto Martínez Solares, 1959), al lado de Germán Valdés “Tin Tán”, otro actor único e irrepetible como él.
Recordemos, en el 104 aniversario del nacimiento de Lon Chaney, Jr., la advertencia que le hizo la gitana Maleva en su película más recordada como un aperitivo antes de ver la reaparición de su mejor creación en el cine:
Incluso el hombre puro de corazón
Que reza sus oraciones de rodillas
Puede convertirse en lobo si la flor del lobo florece en la montaña
Y con luz pura la Luna llena brilla en el cielo de octubre.

jueves, 11 de febrero de 2010

Ya viene el lobo

A diferencia del vampiro, el hombre lobo adolece de un relato canónico que haga justicia a su trágica y sanguinaria naturaleza. Lo más cercano es el cuento El lobo blanco de las montañas Hartz, de Frederick Marriat (1837), contenido en la recomendable antología El Hombre Lobo (Siruela, 2001). No obstante el licántropo debe, en mejor medida, su reputación al séptimo arte. Ya en esta bitácora publiqué una abundante filmografía para el que desee adentrarse en sus misterios. El cine, con sus elaboradas secuencias de transformación, es tal vez el medio idóneo para perpetuar su estirpe maldita. Hoy por la noche es el estreno del remake de la cinta clásica de 1941 El hombre lobo, dirigida ahora por Joe Johnston. Los avances, en los que el devoto del cine de horror puede deleitarse con una reconstrucción fiel de la vestimenta y ambientes de la Inglaterra victoriana, con su fascinación por los casos médicos como sucedió con John Merryck, el hombre elefante, y una respetuosa reproducción del maquillaje que creara Jack Pierce para Lon Chaney, Jr., uno de los monstruos más famosos del panteón fílmico de Norteamérica, la hacen más que deseable. Veamos si el puertorriqueño Benicio del Toro puede emularlo. No puedo esperar.

martes, 9 de febrero de 2010

Dos formas de justicia. Dos efemérides.

Corre el segundo mes del año en que los mexicanos celebramos dos movimientos sociales de enorme trascendencia. A la par del segundo debería festejarse con igual entusiasmo el centenario del nacimiento del criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón, como bien nos recuerda José Ramón Garmabella en un extracto de su libro El Criminólogo, los mejores casos del Dr. Quiroz Cuarón (Random House DeBolsillo, 2007), publicado el domingo pasado por semanario Día Siete. Las enseñanzas de Quiroz Cuarón son vigentes y necesarias en una sociedad azotada por el fenómeno criminal, ansiosa de comprenderlo y combatirlo. Entre las incontables contribuciones del Dr. Quiroz está el erudito estudio sobre la personalidad de Gregorio Cárdenas Hernández, el lamentablemente célebre estrangulador de Tacuba, o el descubrimiento de la identidad de Ramón Mercader, el homicida de León Trotsky. Recordémoslo a un siglo de su nacimiento, ocurrido en Jiménez, Chihuahua, el 9 de febrero de 1910.
En un sentido opuesto debemos mencionar el obituario de Rodolfo Guzmán Huerta, conocido en las arenas de lucha, las salas de cine y las historietas como El Santo. Él se volvió inmortal el 5 de febrero de 1984. Su reputación deportiva y –sobre todo- cinematográfica le precede. Es parte del imaginario popular, uno de lo personajes más relevantes del siglo XX.
Mencionarlos a la par puede parecer blasfemo e inoportuno a simple vista, pero ambos –Quiroz Cuarón y Guzmán Huerta- perseguían ideales similares en sus respectivos territorios: la igualdad y la justicia, la necesidad de reparar el mal que otros hicieron, la lucha por la verdad. Por ello, mis mejores pensamientos para estos dos héroes, siempre.

lunes, 8 de febrero de 2010

A propósito de Jack el destripador

La televisión británica ha realizado interesantes aportaciones al terreno del horror y la fantasía (coloco aparte al popular serial de ciencia-ficción Dr. Who, de continuas revisiones). Es destacable la breve pero sustancial serie "Ultravioleta" (que fue transmitida en México por el canal 11, nada que ver con la infame cinta con Milla Jojovich), que narraba la lucha de una agencia gubernamental secreta, auspiciada por el Vaticano, que libraba una guerra secreta contra los vampiros, o la reinvención del dilema moral planteado por Robert Louis Stevenson en la serie “Jekyll” (vista recientemente en la televisión de paga). La otra noche me topé con la serie “Whitechapel”, producida por la BBC de Londres. Fue una gratísima y refrescante sorpresa. Sobre todo porque siempre he pensado que, con la luz de los adelantos en ciencias forenses, el popular asesino sería fácilmente capturado en nuestra era. Nada más falso, al menos según Ben Court y Caroline Ip, escritores de la serie. En nuestros días, un demente recrea los crímenes de Jack el destripador (con lujo de fechas y locaciones) y pone en jaque a unas autoridades que, a pesar de sus avances científicos y tecnológicos, son impotentes para capturar al asesino. Es una respetuosa actualización a los asesinatos canónicos cometidos hace más de 100 años, en los que la euforia y el morbo de la gente y los medios de comunicación hacen muy poco para contribuir a la captura del homicida. Algo de agradecerse y reconocerse es el sabor victoriano de la serie, a pesar su evidente visión contemporánea. El próximo miércoles 10 de febrero se transmitirá el tercer y último capítulo de la serie (es más bien una miniserie) y francamente no puedo esperar. Ya la comentaremos.

viernes, 5 de febrero de 2010

¿Lewis Carroll fue Jack el destripador?

Nuevamente, este tema es más apropiado de Testigos del Crimen, pero escribiré sobre él por las circunstancias y el personaje al que alude.
Tras la identidad nunca establecida de Jack el destripador, el más celebre de los asesinos en serie de la era moderna, escritores e investigadores han señalado a prácticamente todas las personalidades de la era victoriana. Irónicamente de quien nunca he escuchado como sospechosa material es de la misma Reina Victoria o de la altruista enfermera Florece Nigthingale.
El escritor Richard Wallace sumó un nombre más a la lista de sospechosos en su libro Jack el destripador, amigo desenfadado (Jack the Ripper, Light-hearted friend, Gemini Press, 1996). Wallace afirma que tras los populares crímenes se encuentra Charles Ludwidge Dodgson, a quien conocemos mejor como Lewis Carroll. Puedo imaginar sus expresiones de asombro al leer las últimas líneas. ¿Es posible que un hombre tímido y encantador haya perpetrado semejantes atrocidades? Wallace sustenta su hipótesis en el carácter reprimido y la infancia traumática de Dodgson. También en numerosos mensajes –o anagramas- que descubrió en la obra del autor de “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas” y “Sylvie y Bruno” que lo vinculan con los homicidios. Irónicamente estos anagramas están presentes en las historias de Alan Alexander Milne. Es cierto que éste tenía 6 tiernos años al momento de los asesinatos, pero ¿por qué no se ha pensado también que el creador de Winnie Pooh pudo ser el destripador? Hay niños verdaderamente perversos.
Desde la cautela (“Esta es una historia sobre Jack el destripador. Digo una historia porque se han escrito muchas sobre él y ésta puede convertirse en otra”), Wallace lleva de la mano al lector y le proporciona información que le hace dudar de la inocencia del sospechoso, de la misma manera que la escritora de suspenso Patricia Highsmith culpara al pintor Richard Sickert hace unos años. En medio de teorías de conspiración monárquicas y las explicaciones mágicas de Aleister Crowley, la investigación de Wallace no deja de ser atractiva si bien es cuestionable. Estudios han demostrado la presencia de Carroll lejos del lugar y fechas de tres de los crímenes, además de las débiles motivaciones psicológicas del probable responsable. Asiduos del sitio de Internet Casebook: Jack the Ripper piensan que él es el sospechoso menos factible. En fin. Queda integrado pues el nombre del escritor a esa infame y famosa lista gracias a Richard Wallace. Dudoso honor.

martes, 2 de febrero de 2010

Hace 41 años

Un día como hoy, en que tradicionalmente se celebra a la Candelaria y acostumbramos devorar deliciosos tamales, murió el talentoso actor británico William Henry Pratt, mejor conocido como Boris Karloff. Tenía 81 años de edad al visitarle la muerte aquél invierno de 1969 en el hospital Rey Eduardo VII, en Sussex, Inglaterra. La imagen de Karloff como la criatura de Frankenstein es imperecedera, una de las caracterizaciones más memorables de la historia del cine. “Yo era solo otro actor. Frankenstein me convirtió en una celebridad”, siempre opinó sobre su más famoso papel. A 41 años de su muerte física, lo recordamos a través de sus incontables películas y sus entrañables series televisivas. Brindemos por él y un nuevo mundo de dioses y monstruos.