lunes, 29 de octubre de 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
Elemental, mi querido Holmes
Siempre he defendido
el derecho de las nuevas generaciones de reinventar a sus clásicos. Eso
prolonga la vida de un personaje y le da nuevos bríos, manteniéndolo vigente en
una época distinta a la de su creación. Pero creo que esa revisión debe ser
respetuosa a la fuente original, aportar guiños inteligentes que pueda
reconocer el lector riguroso –que seduzcan al nuevo espectador- y, sobre todo,
significar una aportación novedosa, atractiva, que contribuya a acrecentar el
mito que la propició. Así sucedió con Sherlock, teleserie de la BBC de la que ya he hablado
ampliamente. Como su título advierte, es una puesta al día de las aventuras de Sherlock
Holmes, la popular creación del escocés Arthur Conan Doyle. Son incontables los méritos que debo
aplaudirle, comenzando por la exhaustiva investigación literaria detrás de los
brillantes guiones de Steven Moffat,
Mark Gatiss y Steve Thompson, los cuales han representado un gran éxito entre la
crítica especializada y los aficionados. Como Holmes es ya parte del dominio público,
es inevitable que otros quieran lucrar con su rentabilidad.
La serie Elementary, creada por Rob Doherty para
la cadena estadounidense CBS, es un ejemplo de lo anterior (toma su título de
la frase que el cine ha atribuido al héroe, “Elemental, mi querido Watson”). Ahora
Holmes (Johnny Lee Miller) es un
adicto en recuperación, lleno de tatuajes, antiguo consultor de Scotland Yard, que vive en Nueva York y
brinda asesoría al Departamento de Policía local. Su padre paga los servicios
de la Dra. Joan Watson (Lucy Liu, egresada de Los Ángeles de Charly), una cirujana que
no ejerce su carrera por un evento traumático, para que lo acompañe en su tratamiento.
De paso, resuelven un crimen (y así seguirán, por lo menos en siete capítulos
venideros). La idea “innovadora” de que Watson sea una mujer ya había sido
empleada antes. En la serie ochentena El
regreso de Sherlock Holmes, Margaret Colin interpretó a Jane Watson, descendiente del galeno que
despierta de un sueño criogénico al héroe. Pero eso no es lo criticable de Elementary. Su peor pecado es ser
irrespetuosa e inconsistente con la esencia de su personaje principal. Sherlock Holmes nunca diría “odio tener
razón”. La razón es su triunfo cotidiano, la columna vertebral de su existencia.
Sherlock Holmes nunca “pierde el
control”, y si lo hiciera, nunca lo admitiría. La pobreza del guión de Doherty es sólo
comparable a la falta de carisma de sus protagonistas y a las situaciones que
empatan el programa con tantos dramas de misterio de la televisión de nuestros
días. “No le den tantas vueltas: es The
Mentalist en rehab”, me dijo mi
querido Jorge Ornelas.
Pese al
entusiasmo que su distribuidora en Latino América ha puesto al producto, le
auguro una corta vida. Al menos agradezco que Lucy Liu, aprovechando sus dotes
artemarcialistas, no hubiera arremetido a golpes contra los malos. Quizá eso
sea para el segundo episodio.
viernes, 19 de octubre de 2012
Crónicas del perro artificial
En 1984, con tan sólo 25 años de edad, el joven
Timothy Walter Burton dirigía su
tercer trabajo profesional, el cortometraje Frankenweenie, a partir
de un guión de Leonard Ripp –basado en una historia de Burton- e insólitamente
auspiciado por los estudios Disney, la casa productora que lo vio nacer como
artista. Con la notable influencia de Frankenstein y La novia de Frankenstein
(James Whale, 1931 y 1935), en tan
sólo 29 minutos y en glorioso blanco y negro, contaba la historia Víctor
Frankenstein (Barret Oliver,
el Sebastian
de La
historia sin fin), un niño que vivía con sus padres Ben y Susan (Daniel Stern y Shelley Duvall) en una pacífica
comunidad suburbana (símil indudable del californiano Burbank donde Burton creció).
El pequeño soportaba su entorno en compañía de su fiel amigo Sparky
(un maravilloso Bull terrier), quien
en los primeros momentos del relato es atropellado y muerto por un automóvil.
La negativa de Víctor a enfrentar su
pérdida es el motor de una obra inolvidable. “Todos tienen un perro al que
aman, y la idea de mantenerlo vivo impulsó la cinta”, confesó el director a Mark Salisbury en el libro Burton
sobre Burton. Irónicamente, a pesar del triunfo estético que supuso,
Disney despidió a Burton tan pronto concluyó el proyecto, porque era “demasiado
aterrador para sus espectadores” y “dilapidó recursos de la empresa”. Tontos. Aunque
la decisión me indigna, no es extraña considerando el tipo de productos que
ofrecen a sus consumidores: películas que si bien forman parte de nuestra
primera formación son desviaciones edulcoradas de relatos clásicos y oscuros.
Pero los tiempos cambian, y los seguidores de Disney han evolucionado. Casi 30
años después, la casa del “ratón Miguelito” retoma un producto que despreció y reivindica
al hombre que lo imaginó.
Frankenweenie (2012) es la reelaboración dirigida por el
mismo Burton, ahora un maduro y reputado cineasta de 54 años, de uno de sus
primeros trabajos. Con un guión de John
August –autor de muchos de sus trabajos recientes-, lo convirtió en un
flamante largometraje de 87 minutos. Esa era mi principal preocupación: cuando
estiras demasiado una liga, se rompe. Tenía serias reservas sobre si la
historia, que funcionaba perfectamente como corto, sobreviviría la transición
a un metraje mayor. Y la respuesta es un rotundo si. Como hizo con El
extraño mundo de Jack (Henry Selick, 1993), James y el durazno gigante
(Henry Selick, 1996) y El cadáver de la novia (2005), el
director decidió recurrir al stop motion, técnica que glorificara
Willis O'Brien y Ray Harryhausen. Pero el stop motion que ahora emplea se aleja
notablemente del refinamiento y tersura que vimos en Coraline (Henry Selick,
2009) o ParaNorman (Sam Fell y Chris Butler, 2012), incluso de El cadáver de la novia. Burton opta por
emular los resultados que tuvo en Vincent (1982) o en El extraño mundo de Jack.
La trama es básicamente la misma, sólo que
tiene notables añadidos para prologar el metraje: el siniestro Señor
Rzykruski (voz de Martin Landau),
claro homenaje a Vincent Price y profesor
que le enseña a Víctor los misterios
sobre la electricidad que Alassandro
Volta y Luigi Galvani
vislumbraron en su época; la darketa/emo
Elsa
van Helsing (voz de Winona Ryder),
vecinita de Víctor que comprende su
otredad y es dueña de una perrita que nos recuerda a Elsa Lachester y su caracterización más celebrada; el irritable tío
de ésta, el Sr. Bergermeisterel (voz de Martin Short), alcalde de la ciudad y defensor a ultranza de la
cultura holandesa; el torcido Edgar E. Gore (voz de Atticus
Shaffer, el niño de La profecía del no
nacido y la teleserie The middle);
y la tropa de pequeñines macabros arrancados de la fuente original y el libro La
melancólica muerte del chico ostra, también de Burton. Estos últimos –y
sus revinientes mascotas- permiten guiños que nos remiten a otros monstruos
famosos de los estudios Universal
–del hombre invisible a la criatura de la Laguna Negra- y al mejor Kaiju eiga –o cine de monstruos gigantes- japonés. De paso nos
da un vistazo a la fascinación de Burton por el horror y lo gótico, de Mary Shelley a Christopher Lee y El horror de Drácula (Terece Fisher, 1958). Todo en un
paquete nostálgico y emotivo, disfrutable de principio a fin.
Con sus padres (voces de Catherine O'Hara y Martin Short) como testigos, Víctor (Charlie Tahan, el niño de Soy
Leyenda) aprende al final que hay cosas inevitables en la vida. “No
tienes que regresar”, le dice a su perrito mientras yace inerte. Pero por
fortuna hay cintas que tienen –merecen- un final feliz.
Cuando valoro el Frankenweenie de 2012,
pienso en Alicia en el país de las
maravillas (2010 y que como saben me decepcionó sobremanera) como una
especie de pago de derecho de piso que Burton tuvo que hacer a Disney para
retomar uno de los logros que cimentaron su carrera. Si es el caso, la
concesión valió la pena.
Cordial invitación al curso "…Y el hombre creó al vampiro. Bram Stoker en el centenario de su inmortalidad (1912-2012)", con Vicente Quirarte
El 20 de abril de 1912, una semana después del hundimiento
del Titanic, Bram Stoker se sumergía en otra forma del sueño. Autor de casi 16
libros de ficción, biografía, estudios folklóricos e interpretación histórica,
la posteridad lo conoce como el autor de Drácula, aunque en el instante de su
muerte no lo señalaron así los obituarios. El Times trazó una ligera pincelada
del Stoker más familiar para sus futuros lectores al considerarlo “maestro de
una particularmente fantástica y aterradora forma de ficción”.
En su libro sobre la vida de Bram Stoker, el más actualizado
y completo que existe, Barbara Belford propone una lectura psicológica de la
novela y la manera cómo el autor proyecta sus obsesiones y personajes: Drácula
sería una representación del omipotente Henry Irving; Van Helsing, que lleva el mismo nombre del
padre de Bram, la figura protectora, sabia y generosa; Lucy Westenra, la
belleza y la superficialidad de su esposa, Florence Balcombe; Jonathan Harker,
el propio Stoker; Mina Harker, autónoma, pensante, una imagen de Charlotte,
madre de Stoker.
En términos generales, y teóricos, el vampiro es inmortal.
Fiel a tal precepto, Stoker escribió una novela que pareciera tener semejante
destino. Drácula es una obra para la inquietante lectura y para los eruditos
que no dejan de hallar en ella nuevos significados. Drácula fue escrita en un
instante cuando el contenido latente era más poderoso que el contenido manifiesto.
Sus enigmas son los de siempre: la muerte y las formas de retardarla. O de
vencerla.
Afirma José Emilio Pacheco que todos conocemos la historia
del Titanic pero todos queremos que nos la vuelvan a contar. De igual manera,
podemos enumerar, aun sin haber leído la novela, las características generales
de Drácula. De cada nueva historia o película de vampiros exigimos que nos
cause un estremecimiento inédito o descubra un rincón desconocido de nuestros
miedos. El Titanic no termina de hundirse, aunque se encuentre sumergido en las
profundidades del Atlántico. Bram Stoker, al igual que su vampiro, no acaba de
morir. El presente curso tiene como objetivo examinar las razones de su
inmortalidad.
Temario
1. Vivir con el
vampiro. Los trabajos y los días de Bram Stoker (1847-1912)
2. Lectura
comentada de la novela Drácula
3. Herencias de
un clásico: literatura, cine, mitología
4. Drácula en
escena.
Fechas: 3, 4, 6 y 7 de diciembre 2012
Horario: 17
a 19 hrs.
Lugar: Auditorio Casa de las Humanidades / UNAM
Presidente Carranza #162 Col. Villa Coyoacán
Cuota de recuperación: $600.00*
CUPO LIMITADO
Inscripciones al 56.22.66.05 / 56.22.70.70 o en
cursosmagistralesunam@gmail.com
* Descuentos especiales para estudiantes y académicos de
cualquier institución educativa, ex alumnos y trabajadores de la UNAM y jubilados con
credencial viegente, hasta el cierre de las inscripciones.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Cuando los clichés tienen sentido
Uno de los
aspectos que suelen quitar mérito al cine de horror son situaciones que rayan en lo
absurdo e inverosímil, fórmulas que abusan de convenciones efectistas (el
espejo de un gabinete que al cerrarse revela que hay alguien detrás del protagonista,
personas que aparecen de repente, siluetas que cruzan la pantalla inadvertidas por
los héroes), y personajes trillados que retan a la lógica y el sentido común: la
casquivana, el atleta, el tonto, el intelectual y la virgen. Uno a uno suelen ser
despachados por la amenaza en turno. “Escondámonos del monstruo que nos
persigue en esa cabaña abandonada y tenebrosa”, “nademos desnudos en ese lago
donde fueron asesinadas esas jovencitas y luego forniquemos”, “tomemos ese
camino tenebroso y solitario, debe ser muy seguro”, son sólo algunos penosos
ejemplos. Ya el inteligente guión que Kevin
Williamson escribió para la exitosa Scream, grita antes de morir (Wes Craven, 1996) advertía y se mofaba
de esas “reglas”. Esa es la línea que a primera vista sigue La
cabaña del terror (The cabin in the woods, 2012),
dirigida por Drew Goddard a partir
de un guión que coescribió con Joss Whedon,
el mismo de Buffy, la cazavampiros y Los Vengadores). No tenía muchas
expectativas de la cinta, sobre todo porque sus primeros minutos se apegaban
fielmente a esas fórmulas que son familiares para el diletante del horror y que tanto critico: la
virtuosa estudiante Dana (Kristen
Connolly), su zorril amiga Jules (Anna
Hutchison), el deportista Curt (Chris Hemsworth alias Thor),
el aplicadito Holden (Jesse Williams) y el marigüano Marty (Fran Kranz) viajan en una camioneta con destino a una cabaña
en el bosque –la del título- para pasar un fin de semana de desenfreno y situaciones
típicas la pujante juventud. Todos sus movimientos son monitoreados por dos técnicos
(Richard Jenkins y Bradley Whitford) que forman parte de
una operación internacional, con enormes recursos tecnológicos y monetarios,
que incluso toman con desenfado y cinismo su labor. Después de darse un chapuzón
en el lago cercano y beber mucha cerveza, los jóvenes descienden al sótano
de la cabaña, donde encuentran todo tipo de extraños y perturbadores objetos,
entre ellos el diario de una niña del siglo XVIII que fue abusada por su sádica
familia. Cuando Dana lee en voz alta
un pasaje en latín del documento, se desata la pesadilla.
Lo que
sigue puede adivinarse desde sus créditos iniciales, en los que –mientras la
sangre cubre la pantalla- se muestran imágenes de sacrificios rituales en
diferentes épocas y culturas. Y en verdad me cuesta trabajo no escribir más
detalles al respecto para no estropear la sorpresa a quienes no la han visto. En
entrevistas, los guionistas revelaron que tardaron sólo tres días escribir la
historia y que pretendían darle sentido a muchos de los lugares comunes del slasher. Todo tiene un resultado inesperado y refrescante, que sin duda tiene una enorme
deuda con la oscura imaginación de Howard
Phillips Lovecraft. Eso sí, del slasher
no prescinde de su dosis habitual de sangre. Esa es necesaria para que el género
–y todo- siga adelante.
P.D. Perdóname
por abandonarte tanto tiempo, querido blog –y queridos lectores-. Aunque las
semanas que vienen también serán complicadas, prometo atenderte como te
mereces.
lunes, 8 de octubre de 2012
Cordial invitación a la Primera Jornada Monstruosa de la UIA
Camino a las celebraciones anuales del Día de Muertos, la Universidad Iberoamericana organizará su Primera Jornada Monstruosa, que se celebrará el próximo miércoles 10 de octubre en su Auditorio Ernesto Meneses (Edificio S), con cita en Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe. La entrada será libre.
16:00-18:00 hrs. Primera Mesa: "Entre la bestia y el androide", con Alberto Chimal, Bernardo Fernández BEF y Marilú Acosta. Modera Gloria Prado.
18:00-20:00 hrs. Segunda Mesa: "Entre el ángel y el vampiro", con Ana García Bergua, Vicente Quirarte y Héctor Santiesteban. Modera Juan Alcántara.
20:00-21:00 hrs. Presentación del libro Supernaturalia: una aventura por la tradición oral de México de Norma Muñoz Ledo, con Vicente Quirarte.
La entrada será libre. Este es un evento que no pueden perderse.
16:00-18:00 hrs. Primera Mesa: "Entre la bestia y el androide", con Alberto Chimal, Bernardo Fernández BEF y Marilú Acosta. Modera Gloria Prado.
18:00-20:00 hrs. Segunda Mesa: "Entre el ángel y el vampiro", con Ana García Bergua, Vicente Quirarte y Héctor Santiesteban. Modera Juan Alcántara.
20:00-21:00 hrs. Presentación del libro Supernaturalia: una aventura por la tradición oral de México de Norma Muñoz Ledo, con Vicente Quirarte.
La entrada será libre. Este es un evento que no pueden perderse.
lunes, 1 de octubre de 2012
Renfield, próximamente...
Este es el motivo que me ha alejado de este blog las últimas semanas. Es también un goce inigualable. Parte del mismo es el cartel que diseñó la talentosa Priscilla Pomeroy, hija de dos virtuosos vampiros.
Entre los memorables personajes que el irlandés Bram Stoker nos presentó en su novela “Drácula”, R. M. Renfield es uno de los más interesantes, el que pone en marcha los acontecimientos. El Dr. John Seward lo describe así:
R. M. Renfield, aetat 59. Temperamento sanguíneo, gran fuerza física, excitable patológicamente, periodos de depresión que terminan con una idea fija imposible de precisar. Supongo que el temperamento sanguíneo unido a una influencia perturbadora provoca la obnubilación total de la conciencia, posiblemente es un hombre peligroso, aunque carece de egoísmo. En los egoístas, la cautela es una armadura tan eficaz para sus enemigos como para ellos mismos. A este respecto pienso lo siguiente: cuando la idea fija es el yo la fuerza centrípeta se equilibra con la centrifuga. Cuando se trata de un deber, una causa, etc., la fuerza centrifuga es extrema y solo la puede equilibrar un accidente o una serie de accidentes.
En esta ocasión, Eduardo Ruiz Saviñón y su Teatro Gótico pretenden darle voz por vez primera. Porque Renfield, como los dementes de la antigüedad, se erige como un profeta, como un portador de noticias divinas. Más que un sirviente, Renfield es el apóstol de Drácula, su heraldo. Encarnado por el talentoso Guillermo Henry, entre los muros opresivos de un manicomio, Renfield cobrará nueva vida, una digna y terrible como fue imaginado hace más de 100 años.
El espectáculo será uno de los atractivos de la emisión de este año de Mórbido. Festival Internacional de Cine de Terror y Fantasía, a celebrarse entre el 15 y 18 de noviembre en Pátzcuaro, Michoacán. También se representará en otros espacios de esta Ciudad de México. Les mantendré informados.
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