viernes, 26 de octubre de 2012

Elemental, mi querido Holmes


Siempre he defendido el derecho de las nuevas generaciones de reinventar a sus clásicos. Eso prolonga la vida de un personaje y le da nuevos bríos, manteniéndolo vigente en una época distinta a la de su creación. Pero creo que esa revisión debe ser respetuosa a la fuente original, aportar guiños inteligentes que pueda reconocer el lector riguroso –que seduzcan al nuevo espectador- y, sobre todo, significar una aportación novedosa, atractiva, que contribuya a acrecentar el mito que la propició. Así sucedió con Sherlock, teleserie de la BBC de la que ya he hablado ampliamente. Como su título advierte, es una puesta al día de las aventuras de Sherlock Holmes, la popular creación del escocés Arthur Conan Doyle. Son incontables los méritos que debo aplaudirle, comenzando por la exhaustiva investigación literaria detrás de los brillantes guiones de Steven Moffat, Mark Gatiss y Steve Thompson, los cuales han representado un gran éxito entre la crítica especializada y los aficionados. Como Holmes es ya parte del dominio público, es inevitable que otros quieran lucrar con su rentabilidad.
La serie Elementary, creada por Rob Doherty para la cadena estadounidense CBS, es un ejemplo de lo anterior (toma su título de la frase que el cine ha atribuido al héroe, “Elemental, mi querido Watson”). Ahora Holmes (Johnny Lee Miller) es un adicto en recuperación, lleno de tatuajes, antiguo consultor de Scotland Yard, que vive en Nueva York y brinda asesoría al Departamento de Policía local. Su padre paga los servicios de la Dra. Joan Watson (Lucy Liu, egresada de Los Ángeles de Charly), una cirujana que no ejerce su carrera por un evento traumático, para que lo acompañe en su tratamiento. De paso, resuelven un crimen (y así seguirán, por lo menos en siete capítulos venideros). La idea “innovadora” de que Watson sea una mujer ya había sido empleada antes. En la serie ochentena El regreso de Sherlock Holmes, Margaret Colin interpretó a Jane Watson, descendiente del galeno que despierta de un sueño criogénico al héroe. Pero eso no es lo criticable de Elementary. Su peor pecado es ser irrespetuosa e inconsistente con la esencia de su personaje principal. Sherlock Holmes nunca diría “odio tener razón”. La razón es su triunfo cotidiano, la columna vertebral de su existencia. Sherlock Holmes nunca “pierde el control”, y si lo hiciera, nunca lo admitiría.  La pobreza del guión de Doherty es sólo comparable a la falta de carisma de sus protagonistas y a las situaciones que empatan el programa con tantos dramas de misterio de la televisión de nuestros días. “No le den tantas vueltas: es The Mentalist en rehab”, me dijo mi querido Jorge Ornelas.
Pese al entusiasmo que su distribuidora en Latino América ha puesto al producto, le auguro una corta vida. Al menos agradezco que Lucy Liu, aprovechando sus dotes artemarcialistas, no hubiera arremetido a golpes contra los malos. Quizá eso sea para el segundo episodio.

viernes, 19 de octubre de 2012

Crónicas del perro artificial


En 1984, con tan sólo 25 años de edad, el joven Timothy Walter Burton dirigía su tercer trabajo profesional, el cortometraje Frankenweenie, a partir de un guión de Leonard Ripp –basado en una historia de Burton- e insólitamente auspiciado por los estudios Disney, la casa productora que lo vio nacer como artista. Con la notable influencia de Frankenstein y La novia de Frankenstein (James Whale, 1931 y 1935), en tan sólo 29 minutos y en glorioso blanco y negro, contaba la historia Víctor Frankenstein (Barret Oliver, el Sebastian de La historia sin fin), un niño que vivía con sus padres Ben y Susan (Daniel Stern y Shelley Duvall) en una pacífica comunidad suburbana (símil indudable del californiano Burbank donde Burton creció). El pequeño soportaba su entorno en compañía de su fiel amigo Sparky (un maravilloso Bull terrier), quien en los primeros momentos del relato es atropellado y muerto por un automóvil. La negativa de Víctor a enfrentar su pérdida es el motor de una obra inolvidable. “Todos tienen un perro al que aman, y la idea de mantenerlo vivo impulsó la cinta”, confesó el director a Mark Salisbury en el libro Burton sobre Burton. Irónicamente, a pesar del triunfo estético que supuso, Disney despidió a Burton tan pronto concluyó el proyecto, porque era “demasiado aterrador para sus espectadores” y “dilapidó recursos de la empresa”. Tontos. Aunque la decisión me indigna, no es extraña considerando el tipo de productos que ofrecen a sus consumidores: películas que si bien forman parte de nuestra primera formación son desviaciones edulcoradas de relatos clásicos y oscuros. Pero los tiempos cambian, y los seguidores de Disney han evolucionado. Casi 30 años después, la casa del “ratón Miguelito” retoma un producto que despreció y reivindica al hombre que lo imaginó.
Frankenweenie (2012) es la reelaboración dirigida por el mismo Burton, ahora un maduro y reputado cineasta de 54 años, de uno de sus primeros trabajos. Con un guión de John August –autor de muchos de sus trabajos recientes-, lo convirtió en un flamante largometraje de 87 minutos. Esa era mi principal preocupación: cuando estiras demasiado una liga, se rompe. Tenía serias reservas sobre si la historia, que funcionaba perfectamente como corto, sobreviviría la transición a un metraje mayor. Y la respuesta es un rotundo si. Como hizo con El extraño mundo de Jack (Henry Selick, 1993), James y el durazno gigante (Henry Selick, 1996) y El cadáver de la novia (2005), el director decidió recurrir al stop motion, técnica que glorificara Willis O'Brien y Ray Harryhausen. Pero el stop motion que ahora emplea se aleja notablemente del refinamiento y tersura que vimos en Coraline (Henry Selick, 2009) o ParaNorman (Sam Fell y Chris Butler, 2012), incluso de El cadáver de la novia. Burton opta por emular los resultados que tuvo en Vincent (1982) o en El extraño mundo de Jack.
La trama es básicamente la misma, sólo que tiene notables añadidos para prologar el metraje: el siniestro Señor Rzykruski (voz de Martin Landau), claro homenaje a Vincent Price y profesor que le enseña a Víctor los misterios sobre la electricidad que Alassandro Volta y Luigi Galvani vislumbraron en su época; la darketa/emo Elsa van Helsing (voz de Winona Ryder), vecinita de Víctor que comprende su otredad y es dueña de una perrita que nos recuerda a Elsa Lachester y su caracterización más celebrada; el irritable tío de ésta, el Sr. Bergermeisterel (voz de Martin Short), alcalde de la ciudad y defensor a ultranza de la cultura holandesa; el torcido Edgar E. Gore (voz de Atticus Shaffer, el niño de La profecía del no nacido y la teleserie The middle); y la tropa de pequeñines macabros arrancados de la fuente original y el libro La melancólica muerte del chico ostra, también de Burton. Estos últimos –y sus revinientes mascotas- permiten guiños que nos remiten a otros monstruos famosos de los estudios Universal –del hombre invisible a la criatura de la Laguna Negra-  y al mejor Kaiju eiga –o cine de monstruos gigantes- japonés. De paso nos da un vistazo a la fascinación de Burton por el horror y lo gótico, de Mary Shelley a Christopher Lee y El horror de Drácula (Terece Fisher, 1958). Todo en un paquete nostálgico y emotivo, disfrutable de principio a fin.
Con sus padres (voces de Catherine O'Hara y Martin Short) como testigos, Víctor (Charlie Tahan, el niño de Soy Leyenda) aprende al final que hay cosas inevitables en la vida. “No tienes que regresar”, le dice a su perrito mientras yace inerte. Pero por fortuna hay cintas que tienen –merecen- un final feliz.
Cuando valoro el Frankenweenie de 2012, pienso en Alicia en el país de las maravillas (2010 y que como saben me decepcionó sobremanera) como una especie de pago de derecho de piso que Burton tuvo que hacer a Disney para retomar uno de los logros que cimentaron su carrera. Si es el caso, la concesión valió la pena.
                                                                                                                              

Cordial invitación al curso "…Y el hombre creó al vampiro. Bram Stoker en el centenario de su inmortalidad (1912-2012)", con Vicente Quirarte


El 20 de abril de 1912, una semana después del hundimiento del Titanic, Bram Stoker se sumergía en otra forma del sueño. Autor de casi 16 libros de ficción, biografía, estudios folklóricos e interpretación histórica, la posteridad lo conoce como el autor de Drácula, aunque en el instante de su muerte no lo señalaron así los obituarios. El Times trazó una ligera pincelada del Stoker más familiar para sus futuros lectores al considerarlo “maestro de una particularmente fantástica y aterradora forma de ficción”.       
En su libro sobre la vida de Bram Stoker, el más actualizado y completo que existe, Barbara Belford propone una lectura psicológica de la novela y la manera cómo el autor proyecta sus obsesiones y personajes: Drácula sería una representación del omipotente Henry Irving;  Van Helsing, que lleva el mismo nombre del padre de Bram, la figura protectora, sabia y generosa; Lucy Westenra, la belleza y la superficialidad de su esposa, Florence Balcombe; Jonathan Harker, el propio Stoker; Mina Harker, autónoma, pensante, una imagen de Charlotte, madre de Stoker.     
En términos generales, y teóricos, el vampiro es inmortal. Fiel a tal precepto, Stoker escribió una novela que pareciera tener semejante destino. Drácula es una obra para la inquietante lectura y para los eruditos que no dejan de hallar en ella nuevos significados. Drácula fue escrita en un instante cuando el contenido latente era más poderoso que el contenido manifiesto. Sus enigmas son los de siempre: la muerte y las formas de retardarla. O de vencerla.     
Afirma José Emilio Pacheco que todos conocemos la historia del Titanic pero todos queremos que nos la vuelvan a contar. De igual manera, podemos enumerar, aun sin haber leído la novela, las características generales de Drácula. De cada nueva historia o película de vampiros exigimos que nos cause un estremecimiento inédito o descubra un rincón desconocido de nuestros miedos. El Titanic no termina de hundirse, aunque se encuentre sumergido en las profundidades del Atlántico. Bram Stoker, al igual que su vampiro, no acaba de morir. El presente curso tiene como objetivo examinar las razones de su inmortalidad.

Temario

1. Vivir con el vampiro. Los trabajos y los días de Bram Stoker (1847-1912)
2. Lectura comentada de la novela Drácula
3. Herencias de un clásico: literatura, cine, mitología
4. Drácula en escena.

Fechas: 3, 4, 6 y 7 de diciembre 2012
Horario: 17 a 19 hrs.
Lugar: Auditorio Casa de las Humanidades / UNAM
Presidente Carranza #162 Col. Villa Coyoacán

Cuota de recuperación: $600.00*
CUPO LIMITADO

Inscripciones al 56.22.66.05 / 56.22.70.70 o en cursosmagistralesunam@gmail.com 

* Descuentos especiales para estudiantes y académicos de cualquier institución educativa, ex alumnos y trabajadores de la UNAM y jubilados con credencial viegente, hasta el cierre de las inscripciones.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cuando los clichés tienen sentido


Uno de los aspectos que suelen quitar mérito al cine de horror son situaciones que rayan en lo absurdo e inverosímil, fórmulas que abusan de convenciones efectistas (el espejo de un gabinete que al cerrarse revela que hay alguien detrás del protagonista, personas que aparecen de repente, siluetas que cruzan la pantalla inadvertidas por los héroes), y personajes trillados que retan a la lógica y el sentido común: la casquivana, el atleta, el tonto, el intelectual y la virgen. Uno a uno suelen ser despachados por la amenaza en turno. “Escondámonos del monstruo que nos persigue en esa cabaña abandonada y tenebrosa”, “nademos desnudos en ese lago donde fueron asesinadas esas jovencitas y luego forniquemos”, “tomemos ese camino tenebroso y solitario, debe ser muy seguro”, son sólo algunos penosos ejemplos. Ya el inteligente guión que Kevin Williamson escribió para la exitosa Scream, grita antes de morir (Wes Craven, 1996) advertía y se mofaba de esas “reglas”. Esa es la línea que a primera vista sigue La cabaña del terror (The cabin in the woods, 2012), dirigida por Drew Goddard a partir de un guión que coescribió con Joss Whedon, el mismo de Buffy, la cazavampiros y Los Vengadores). No tenía muchas expectativas de la cinta, sobre todo porque sus primeros minutos se apegaban fielmente a esas fórmulas que son familiares para el diletante del horror y que tanto critico: la virtuosa estudiante Dana (Kristen Connolly), su zorril amiga Jules (Anna Hutchison), el deportista Curt (Chris Hemsworth alias Thor), el aplicadito Holden (Jesse Williams) y el marigüano Marty (Fran Kranz) viajan en una camioneta con destino a una cabaña en el bosque –la del título- para pasar un fin de semana de desenfreno y situaciones típicas la pujante juventud. Todos sus movimientos son monitoreados por dos técnicos (Richard Jenkins y Bradley Whitford) que forman parte de una operación internacional, con enormes recursos tecnológicos y monetarios, que incluso toman con desenfado y cinismo su labor. Después de darse un chapuzón en el lago cercano y beber mucha cerveza, los jóvenes descienden al sótano de la cabaña, donde encuentran todo tipo de extraños y perturbadores objetos, entre ellos el diario de una niña del siglo XVIII que fue abusada por su sádica familia. Cuando Dana lee en voz alta un pasaje en latín del documento, se desata la pesadilla.
Lo que sigue puede adivinarse desde sus créditos iniciales, en los que –mientras la sangre cubre la pantalla- se muestran imágenes de sacrificios rituales en diferentes épocas y culturas. Y en verdad me cuesta trabajo no escribir más detalles al respecto para no estropear la sorpresa a quienes no la han visto. En entrevistas, los guionistas revelaron que tardaron sólo tres días escribir la historia y que pretendían darle sentido a muchos de los lugares comunes del slasher. Todo tiene un resultado inesperado y refrescante, que sin duda tiene una enorme deuda con la oscura imaginación de Howard Phillips Lovecraft. Eso sí, del slasher no prescinde de su dosis habitual de sangre. Esa es necesaria para que el género –y todo- siga adelante.

P.D. Perdóname por abandonarte tanto tiempo, querido blog –y queridos lectores-. Aunque las semanas que vienen también serán complicadas, prometo atenderte como te mereces.

lunes, 8 de octubre de 2012

Cordial invitación a la Primera Jornada Monstruosa de la UIA

Camino a las celebraciones anuales del Día de Muertos, la Universidad Iberoamericana organizará su Primera Jornada Monstruosa, que se celebrará el próximo miércoles 10 de octubre en su Auditorio Ernesto Meneses (Edificio S), con cita en Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe. La entrada será libre.


16:00-18:00 hrs. Primera Mesa: "Entre la bestia y el androide", con Alberto Chimal, Bernardo Fernández BEF y Marilú Acosta. Modera Gloria Prado.

18:00-20:00 hrs. Segunda Mesa: "Entre el ángel y el vampiro", con Ana García Bergua, Vicente Quirarte y Héctor Santiesteban. Modera Juan Alcántara.

20:00-21:00 hrs. Presentación del libro Supernaturalia: una aventura por la tradición oral de México de Norma Muñoz Ledo, con Vicente Quirarte.

La entrada será libre. Este es un evento que no pueden perderse.



lunes, 1 de octubre de 2012

Renfield, próximamente...













































Este es el motivo que me ha alejado de este blog las últimas semanas. Es también un goce inigualable. Parte del mismo es el cartel que diseñó la talentosa Priscilla Pomeroy, hija de dos virtuosos vampiros.
Entre los memorables personajes que el irlandés Bram Stoker nos presentó en su novela “Drácula”, R. M. Renfield es uno de los más interesantes, el que pone en marcha los acontecimientos. El Dr. John Seward lo describe así:

R. M. Renfield, aetat 59. Temperamento sanguíneo, gran fuerza física, excitable patológicamente, periodos de depresión que terminan con una idea fija imposible de precisar. Supongo que el temperamento sanguíneo unido a una influencia perturbadora provoca la obnubilación total de la conciencia, posiblemente es un hombre peligroso, aunque carece de egoísmo. En los egoístas, la cautela es una armadura tan eficaz para sus enemigos como para ellos mismos. A este respecto pienso lo siguiente: cuando la idea fija es el yo la fuerza centrípeta se equilibra con la centrifuga. Cuando se trata de un deber, una causa, etc., la fuerza centrifuga es extrema y solo la puede equilibrar un accidente o una serie de accidentes.

En esta ocasión, Eduardo Ruiz Saviñón y su Teatro Gótico pretenden darle voz por vez primera. Porque Renfield, como los dementes de la antigüedad, se erige como un profeta, como un portador de noticias divinas. Más que un sirviente, Renfield es el apóstol de Drácula, su heraldo. Encarnado por el talentoso Guillermo Henry, entre los muros opresivos de un manicomio, Renfield cobrará nueva vida, una digna y terrible como fue imaginado hace más de 100 años.
El espectáculo será uno de los atractivos de la emisión de este año de Mórbido. Festival Internacional de Cine de Terror y Fantasía, a celebrarse entre el 15 y 18 de noviembre en Pátzcuaro, Michoacán. También se representará en otros espacios de esta Ciudad de México. Les mantendré informados.