miércoles, 11 de febrero de 2015

Recorriendo las calles del destripador

He dejado muy claro que el período Victoriano (1837-1901); es uno de mis pasajes favoritos de la Historia. El término no sólo sirve para identificar la etapa de mayor predominio mundial del Reino Unido, sino califica a una sociedad de puritanismo extremo y normas rígidas cuyo conservadurismo puede interpretarse como una reacción de temor ante un proceso de cambio acelerado y profundo. Tradición e innovación, prosperidad y miseria, aislamiento e imperialismo, revisten al reinado de Alejandrina Victoria, Reina de Gran Bretaña, Irlanda y Emperatriz de la India de una extraordinaria complejidad que repercutió en sus manifestaciones artísticas y culturales.
Sirva esta breve introducción para dirigirme al caso criminal de Jack el destripador, hecho que inevitablemente se vincula a este período. Todos los diletantes del horror conocemos su infame nombre artístico. Su aparición es como una escandalosa mancha de sangre en un ambiente aparentemente impoluto, como el de una sábana blanca. En el otoño de 1888 el mítico homicida mutiló a cinco desafortunadas prostitutas, según los recuentos y las versiones oficiales, antes de desaparecer para siempre en la niebla londinense. A casi 127 años, el destripador continúa incendiando la imaginación de investigadores y artistas de todo el mundo. De la fértil imaginación del escritor Robert Bloch a la estremecedora novela gráfica de Alan Moore y Eddie Campbell, convertida en la impecable cinta Desde el inferno (Albert y Allen Hughes, 2001), Jack ha demostrado su cabal integración al imaginario colectivo de la humanidad. Y ahora se suma con justicia el caso que inspira estas líneas.
En el ocaso de 2012 se transmitió el primer episodio de Ripper Street, serie inglesa creada por Richard Warlow que hace un recuento ficticio de lo sucedido en el pauperizado barrio tras los asesinatos del destripador. A primera vista resalta su impecable diseño de arte que rebasa sus estupendas locaciones en Dublín, Irlanda: es un estupendo retrato sociológico que resume los contrastes de una época, desde los conflictos de sus habitantes, la prostitución, la explotación de menores, los orígenes del sistema subterráneo londinense, las cicatrices mentales que causaron los conflictos bélicos del momento, los escándalos de la homosexualidad y el “amor que se niega a decir su nombre”, la violencia contra las mujeres, los avances de la Medicina y la tecnología, la incorporación del conocimiento científico en la investigación policial, el anarquismo, el nacimiento del cine snuff y el fanatismo religioso. Todo a través de un sólido elenco encabezado por el Detective Inspector Edmund Reid (Matthew Macfadyen), personaje de la vida real que estuvo a cargo de la División H de Scotland Yard destacada en la zona y de la investigación de dos homicidios relacionados con el destripador. Reid, eminente victoriano, hombre recto, idealista y de buenas costumbres, se apoya de su “brazo ejecutor”, el Detective Sargento Bennet Drake (Jerome Flynn), honesto y rudo excombatiente de la Guerra Anglo-Egipcia de 1882, y del norteamericano Capitán Homer Jackson (Adam Rothenberg), cínico, vicioso y poco escrupuloso cirujano con un pasado misterioso que formó parte de la Agencia de Detectives Pinkerton. La historia se adereza con el drama de Susan Hart (MyAnna Buring), matrona que dirige una casa de citas en la zona, la prostituta con aspiraciones artísticas Rose Erskine (Charlene McKenna), el muy corrupto y malvado Detective Inspector Jedediah Shine (Joseph Mawle) o con el fastidioso reportero Fred Best (David Dawson), hombre dispuesto a todo en aras de “alcanzar la nota”.
La serie cuenta además con fuertes cimientos que le dan verosimilitud histórica, de la aparición importante de Frederick Abberline (Clive Russell), figura clave que siguió la huella del destripador, el reputado médico Frederick Treves (Paul Ready), hombre que hizo del conocimiento público el caso de Joseph Merrick (Joseph Drake), conocido como El Hombre Elefante, Jane Cobden (Leanne Best), una de las primeras mujeres en ocupar un cargo público en Inglaterra o la mención a la carrera por el dominio de la electricidad y la figura de Thomas Edison.

Ripper Street, en mi humilde opinión, no ha recibido el reconocimiento que merece. Tuvo una vida de dos temporadas (de ocho capítulos cada una) que se transmitieron por televisión y una tercera (también de 8 episodios) que se difundió el año pasado a través del internet y espero ver a la brevedad. Ha recibido elogios de la crítica especializada y una recepción variada de la audiencia. Ganó los Irish Film and Television Awards y los prestigiados British Academy Television Craft Awards. Esto demuestra, mejor que todo, que las terribles andanzas del destripador siguen vigentes. En el segundo episodio de su primera temporada Reid, hombre bondadoso pero contradictorio como la era que lo engendró, cita un pasaje del Talmud que seguramente escucharon en La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) que siempre animan a seguir adelante: “quien salva una vida, salva al mundo entero”.