lunes, 21 de septiembre de 2009

Querido Mason.

Once años después del éxito de su novela El silencio de los corderos, el escritor norteamericano Thomas Harris publicó la que se dijo era “la secuela más esperada de la última década”.
Hannibal (Grijalbo, 2000) es un libro del que tengo opiniones encontradas. El psicoanálisis moderno y la psicología criminal escarban en la mente de los asesinos y descubren su origen y motivaciones. A nivel literario, no necesitamos conocer los antecedentes de todos los personajes: por citar solo un caso, Bram Stoker nunca nos dijo en dónde nació su vampiro o cómo formó la relación dominante con sus tres novias. Stephen King –quien hoy celebra su cumpleaños 62- dijo que el Dr. Lecter es “el conde Drácula de la era de los teléfonos celulares y las computadoras portátiles”. Creo que no necesitamos saber que Hannibal desciende de nobles lituanos o que desarrolló su popular fetiche por el canibalismo luego de que su hermana Mischa fuera devorada ante sus ojos. Los más grandes villanos simplemente existen. El mal existe, sin importar nada.
De la galería de psicópatas que el señor Harris creó en su saga –desde Francis Dollarhyde al modista asesino James Gumb- destaca Mason R. Verger, heredero de un emporio carnicero, pedófilo, sádico y única víctima sobreviviente de Hannibal Lecter. En la adaptación cinematográfica del libro es interpretado –sin crédito- por Gary Oldman. Verger, “sin labios ni nariz, sin tejido blando en el rostro, era todo dientes, como una criatura de las profundidades marinas”, dijo el autor. Es un hombre mutilado y cuadrapléjico que busca vengarse de su antiguo terapeuta. Cuando sus planes fallaron, el exquisito Dr. Lecter le escribió una carta que me permito transcribir para deleite de todos los aficionados del más célebre caníbal literario.

Querido Mason:
Gracias por ofrecer una recompensa tan sustanciosa por mi cabeza.
Me gustaría que la aumentaras. Como sistema de localización a distancia, una recompensa es más efectiva que un radar. Inclina a las autoridades de todas partes a olvidarse de su deber y perseguirme por cuenta propia, con los resultados que has podido ver.
En realidad, te escribo para refrescarte la memoria en lo referente a tu antigua nariz. En tu inspirada entrevista en el «Ladies Home Journal» sobre la represión de la droga aseguras que diste tu nariz, junto con el resto de tu cara, a unos chuchos, «Skippy y Spot», que meneaban sus colitas a tus pies.
Estás muy equivocado: te la comiste tu mismo, como aperitivo. Por el sonido crujiente que hacías mientras la masticabas, yo diría que tenía una consistencia similar a la de las mollejas de pollo. “¡Sabe a pollo!”, fue tu comentario en aquel momento. Me recordó los ruidos que hacen los franceses en los bistrots cuando se atiborran de ensalada gèsier.
¿A que ya no te acordabas, Mason? Hablando de pollos, durante la terapia me contaste que, mientras pervertías a los niños desfavorecidos en tu campamento de verano, te diste cuenta de que el chocolate te irritaba la uretra. Tampoco te acordabas de eso ¿a que no? ¿No se te ha ocurrido pensar que me contaste un montón de cosas de las que ahora no te acuerdas? Hay un paralelismo indudable entre tú, Mason, y Jezabel. Como agudo estudioso de la Biblia que eres, te acordarás de que los perros se comieron el rostro de Jezabel, junto con todo lo demás, después de que los eunucos la arrojaron por la ventana.
Tu gente podía haberme asesinado en la calle. Pero me querías vivo ¿verdad? Por el aroma de tus sicarios, es obvio cómo planeabas tratarme. Mason, Mason. Ya que tienes tantísimas ganas de verme, deja que te dedique unas palabras de consuelo. Y ya sabes que no miento nunca.
Antes de morir, me verás la cara.
Todo tuyo,
Hannibal Lecter, M.D.
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PD. Me preocupa, sin embargo, que no vivas hasta entonces, Mason. Debes evitar las nuevas cepas de neumonía. Tienes que cuidarte, propenso como eres (y seguirás siendo) a contraerla. Te recomiendo vacunación inmediata, así como inyecciones para inmunizarte ante la hepatitis A y B. No quiero perderte antes de tiempo.

4 comentarios:

  1. Y cualquier parecido físico entre Mason Verger y una lideresa sindical es mera coincidencia.

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  2. amo a ese personaje >< es, como dijera una profesora, ENCANTADOR...

    Lecter es....Lecter...no puedo decir más...

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