miércoles, 17 de octubre de 2012

Cuando los clichés tienen sentido


Uno de los aspectos que suelen quitar mérito al cine de horror son situaciones que rayan en lo absurdo e inverosímil, fórmulas que abusan de convenciones efectistas (el espejo de un gabinete que al cerrarse revela que hay alguien detrás del protagonista, personas que aparecen de repente, siluetas que cruzan la pantalla inadvertidas por los héroes), y personajes trillados que retan a la lógica y el sentido común: la casquivana, el atleta, el tonto, el intelectual y la virgen. Uno a uno suelen ser despachados por la amenaza en turno. “Escondámonos del monstruo que nos persigue en esa cabaña abandonada y tenebrosa”, “nademos desnudos en ese lago donde fueron asesinadas esas jovencitas y luego forniquemos”, “tomemos ese camino tenebroso y solitario, debe ser muy seguro”, son sólo algunos penosos ejemplos. Ya el inteligente guión que Kevin Williamson escribió para la exitosa Scream, grita antes de morir (Wes Craven, 1996) advertía y se mofaba de esas “reglas”. Esa es la línea que a primera vista sigue La cabaña del terror (The cabin in the woods, 2012), dirigida por Drew Goddard a partir de un guión que coescribió con Joss Whedon, el mismo de Buffy, la cazavampiros y Los Vengadores). No tenía muchas expectativas de la cinta, sobre todo porque sus primeros minutos se apegaban fielmente a esas fórmulas que son familiares para el diletante del horror y que tanto critico: la virtuosa estudiante Dana (Kristen Connolly), su zorril amiga Jules (Anna Hutchison), el deportista Curt (Chris Hemsworth alias Thor), el aplicadito Holden (Jesse Williams) y el marigüano Marty (Fran Kranz) viajan en una camioneta con destino a una cabaña en el bosque –la del título- para pasar un fin de semana de desenfreno y situaciones típicas la pujante juventud. Todos sus movimientos son monitoreados por dos técnicos (Richard Jenkins y Bradley Whitford) que forman parte de una operación internacional, con enormes recursos tecnológicos y monetarios, que incluso toman con desenfado y cinismo su labor. Después de darse un chapuzón en el lago cercano y beber mucha cerveza, los jóvenes descienden al sótano de la cabaña, donde encuentran todo tipo de extraños y perturbadores objetos, entre ellos el diario de una niña del siglo XVIII que fue abusada por su sádica familia. Cuando Dana lee en voz alta un pasaje en latín del documento, se desata la pesadilla.
Lo que sigue puede adivinarse desde sus créditos iniciales, en los que –mientras la sangre cubre la pantalla- se muestran imágenes de sacrificios rituales en diferentes épocas y culturas. Y en verdad me cuesta trabajo no escribir más detalles al respecto para no estropear la sorpresa a quienes no la han visto. En entrevistas, los guionistas revelaron que tardaron sólo tres días escribir la historia y que pretendían darle sentido a muchos de los lugares comunes del slasher. Todo tiene un resultado inesperado y refrescante, que sin duda tiene una enorme deuda con la oscura imaginación de Howard Phillips Lovecraft. Eso sí, del slasher no prescinde de su dosis habitual de sangre. Esa es necesaria para que el género –y todo- siga adelante.

P.D. Perdóname por abandonarte tanto tiempo, querido blog –y queridos lectores-. Aunque las semanas que vienen también serán complicadas, prometo atenderte como te mereces.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Excelente reseña. Yo ví la película durante el primer aniversario de radio morbido ahí en la suevicrema, digo, la estela de luz. Se lució el Dr. Guisa. (Y ya ni le cuento Dr. Coria como se puso la cosa después con el mezcal XD)

    Igualmente al empezar el film me pareció que iba a ser como tantos otros churros, pero conforme avanzó dió un giro muy interesante.


    Saludos!

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