viernes, 28 de diciembre de 2012

Una araña renovada (o grandes pendientes del 2012, parte 1)


En septiembre de 2011 hablé del reinicio –o reboot- de una franquicia cinematográfica con pretexto de El Planeta de los Simios: (R)evolución (Rise of the planet of the Apes, Rupert Wyatt, 2011). Discutí las dos causas que identifico para que esto ocurra, y el caso que hoy nos compete se encuentra en la segunda. Fue propiciado por el estrepitoso fracaso –de crítica y taquilla- que significó El Hombre Araña 3 (Sam Raimi, 2007), una cinta lamentable, terrible si comparamos la fortuna de sus antecesoras, de la que ya he hablado anteriormente.
Los inicios de El sorprendente Hombre Araña (Marc Webb, 2012) se encuentran en la idea trunca de Raimi por continuar la saga protagonizada por Tobey Maguire. De hecho su trama básica hubiera sido la cuarta entrega de la misma. Incluso se les da crédito a los guionistas Alvin Sargent y Steve Kloves, aunque el principal responsable es James Vanderbilt. Él se aparta del héroe tradicional como lo imaginaron Stan Lee y Steve Ditko y no sólo lo traen a este milenio de una forma con la que pueden identificarse los adolescentes de nuestros días (como ocurre en la serie de cómics Ultimate Spiderman), sino para empatar sus aventuras con el reciente universo fílmico de Marvel. Su Peter Parker (Andrew Garfield) es el nuevo nerd de este tiempo, muy alejado del apocado y tímido encarnado por Maguire: sigue siendo invisible a los ojos de sus condiscípulos y es víctima del bullying de Flash Thompson (Chris Zylka) cuando trata de defender a otra de sus presas, pero está instalado en una cómoda clase media donde usa lentes de contacto y tiene conexión a Internet en su habitación. De ahí provenían mis reservas. El Peter Parker con el que crecí conocía de cerca las carencias de la realidad. Afirma Vicente Quirarte, “Peter Parker tiene dos ventajas: el sentido del humor y la pobreza. Lo que podría hacer en su personalidad de araña –robar una casa, entrar en un banco- contradice la ética de su parte luminosa. Al igual que Babette, Parker puede afirmar, con mayor justicia que nadie: no hay héroe pobre”. Pero las sorpresas más gratas provienen de no tener ninguna expectativa, porque a pesar de tratarse de una nueva visita a una historia narrada recientemente, de sus errores e incontables lugares comunes, lo que vi ayer me gustó.
La película se remite a la infancia de Parker, con sus padres Richard (Campbell Scott) y Mary (Embeth Davidtz). Ambos lo dejan al cuidado de sus tíos Ben (Martin Sheen) y May (Sally Field) cuando tienen que huir abruptamente –él es un prestigiado científico- y posteriormente mueren en un accidente de aviación, en circunstancias misteriosas. Peter crece como un muchacho común. Se siente atraído por su bella compañera Gwen Stacy (Emma Stone), quien no sólo es hija de un capitán de la Policía neoyorkina (Denis Leary) sino pasante del genetista y herpetólogo mutilado Dr. Curt Connors (Rhys Ifans), posterior enemigo del paladín en ciernes. Siguen momentos por todos conocidos: la picadura de una araña radioactiva, el descubrimiento paulatino de sus poderes, el sabio consejo (“todo gran poder implica una gran responsabilidad”, pero dicho de una manera distinta), la muerte de la figura paterna, el desdoblamiento de la personalidad, el ascenso y reconocimiento del héroe. En el fondo de todo se encuentra la siniestra corporación dirigida por Norman Osborn, que está casi a la altura de Disney –dueños actuales del arácnido- o Walmart. Todo es aderezado con flamantes efectos digitales, que abrevan en muchos momentos de la cultura de los videojuegos (el araña trepando muros o columpiándose por Nueva York) y una inspirada partitura de James Horner.
La transformación de Connors en el malvado Hombre Lagarto sin duda nos remite a la del ilustre Henry Jekyll y su loable intento con consecuencias inesperadas. Entre las reacciones que sus colegas científicos –que abundan en el universo arácnido- pueden anticipar al ingerir una droga experimental, debería encontrarse “maldad extrema”. Y el combate con el monstruo ofrece momentos divertidos, desde la aparición obligada de Stan Lee a la recuperación de diálogos que nos recuerdan la acción entrecortada de las viñetas del cómic. Pero lo mejor es que Peter debe cumplir con sus tareas caseras, tal como lo hacía durante mi infancia. Después de salvar a la ciudad y restaurar la armonía, adolorido y lleno de raspones, abre su mochila y entrega a la tía May el cartón con huevos que le encargó.
Todos sus personajes están conectados de alguna manera. Son parte “de un universo más grande”, que incluye la ya institucional escena después de los créditos. Un universo que sin dudas tiene un potencial económico de dimensiones todavía no explotadas. Se han confirmado, por lo pronto, dos secuelas. El villano de la siguiente será el galardonado Jamie Foxx, que encarnará a Maxwell Dillon, alias Electro.  Así que hay araña para rato.


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