viernes, 17 de enero de 2014

Cuando los remakes nos alcancen o RoboCop para el nuevo milenio

Me invaden sentimientos encontrados que no deben interpretarse como una forma de aferrarse a lo que las personas de mi generación conocimos y admiramos en nuestra juventud. Tampoco como una negativa para aceptar lo nuevo. Creo que hay historias que rebasan épocas y personajes que ofrecen posibilidades inagotables, dignos de ser revividos una y otra vez. A lo que siempre me opondré es a la falta de respeto y creatividad, a la voracidad mercantilista, a explotar temas solamente porque demostraron su rentabilidad. Ese es el dilema que surgió en mi interior cuando el año pasado vi las primeras imágenes del diseño del nuevo RoboCop, el policía cibernético que se convirtió en figura de culto el verano de 1987 gracias a la imaginación de Edward Neumeier y Michael Miner y a la afortunada –ya mítica- película del holandés Paul Verhoeven.
De ahí que ver hace unas semanas los avances de su nueva encarnación en el actor Joel Kinnaman en la venidera cinta del brasileño José Padilha me causan atracción y muchísimas reservas. A primera vista, pese a su aspecto espectacular y la inclusión de actores de primera línea como Gary Oldman, Michael Keaton, Samuel L. Jackson y Jackie Earle Haley, parece inscribirse en la muy actual tendencia de oscurecer a los clásicos. Y me encanta la ligereza con que lo aceptan. Cuando preguntan a su creador (Keaton) sobre el color que deben usar, responde simplemente “píntenlo de negro”. El nuevo RoboCop se encuentra a medio camino entre el Batman de Christopher Nolan y un heroico Power Ranger. Amigos entrañables me han dicho que sólo bastaría pintarlo de dorado y ponerle alas para que pareciera un Caballero del Zodiaco.
Pero haciendo a un lado las bromas, lo que más extraño –además de un memorable Peter Weller y el brioso tema de Basil Poledouris-  es el diseño que en su momento nos presentó Rob Bottin: enorme, imponente, capaz de intimidar a buenos y malos, cuyos pasos hacían retumbar el suelo y sus movimientos mecánicos, acompañados del ruido de sus motores. Pero el avance de la tecnología es inevitable. El RoboCop de 2014 es esbelto, más acorde con la agilidad que requeriría el perseguir a pie a los malvados, andar en motocicleta o saltar un muro. Y hagamos una inevitable analogía: el viejo RoboCop sería un “ladrillo” Motorola SLF1024A. El nuevo, un flamante iPhone 6.
Lo que más deseo es que el espíritu crítico de su primera versión –de la buena ciencia ficción- prevalezca: la violencia que sobrepasa las capacidades gubernamentales para enfrentarla (¿les suena?), la privatización de las instituciones policíacas, la codicia empresarial, los límites de los avances científicos, el poder de los medios de comunicación, la cosificación del individuo, la pérdida de la identidad y, sobre todo, el triunfo de la condición humana.

En breve despejaremos todas las dudas. Siempre defenderé las aportaciones valiosas, sin importar su procedencia. Espero deslumbrarme en unas semanas. Sólo podemos esperar lo mejor. 

2 comentarios:

  1. Es cierto, parece un Power Ranger, sin haberla visto, dudo mucho que llegue a impactarnos como lo hizo la original, con ese derroche de violencia y drama, sin descuidar la acciòn y el fabuloso papel de Peter Weller, muy buena nota!

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  2. Amigo Coria, yo ya la vi, pero espero ver tú opinión antes de darte la mía ;)

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