Los primeros minutos de este día falleció Bobby, un maravilloso perro dálmata. Tenía 16 años de edad.
La persona insensible puede preguntarse por qué le dedico un espacio en este blog. Un perro te enseña sobre responsabilidad, te convierte en una mejor persona. Su amistad y fidelidad son incuestionables. Su valor y su nobleza son tan poderosos como su capacidad de amar.
Dejó de existir físicamente en su hogar, rodeado de su familia, sin conocer el sufrimiento de la agonía prolongada.
Bobby se encuentra en un lugar mejor. Lo recibieron sonrisas amables y amadas. Corre libre y sin ningún tipo de atadura por el pasto más verde. Está feliz. Extraña nuestra compañía como nosotros lo extrañamos a él. Pero es feliz.
Lo volveremos a ver, sin duda alguna. Mientras tanto lo llevamos en nuestros corazones. Como dijo el poeta, él está ahora en todas partes.
Roberto:
ResponderEliminarSé lo que es que un perro se nos vaya. Es -y no le temo al cliché-, perder un hijo o un hermano. Por lo mismo, te mando un abrazo de condolencias.
Como bien dice mi mujer: los perros son ángeles incógnitos.
Saludos
Omar Delgado
lamento la pérdida de un ser como bobby, que sin temor a equivocarme merecería más seguir vivo que muchos humanos que conozco (por desgracia). Ojalá haya cada vez más bobbies que tienen la fortuna de ser queridos como lo merecen.
ResponderEliminarATTE.
DIZZETH