lunes, 28 de junio de 2010

Una reflexión inevitable sobre el juego del hombre o para todos aquellos que desprecian la intensidad del fútbol

En una sociedad globalizada, abarcada en su totalidad por los medios de comunicación, es imposible abstraerse de la justa que se celebra en Sudáfrica. Los partidos se exhiben, incluso, en importantes complejos cinematográficos. El llamado “juego del hombre” despierta tantas pasiones como las manifestaciones artísticas. No soy admirador de este deporte. Lo fui, confieso. Crecí en estadios y conocí a las más afamadas figuras de la época –mi tío, Arturo Vázquez Ayala, fue seleccionado nacional, participó en varios mundiales y jugó en importantes equipos del país- pero mis aficiones se desviaron por otros caminos. ¿Por qué escribir sobre fútbol en un espacio dedicado al horror y la fantasía? No porque sea el tema del momento, sino porque descubrí que es un antídoto que inocula a las personas del horror cotidiano, sea la agobiante crisis económica o las decapitaciones tan espantosamente frecuentes de la nota roja diaria. Es una forma de evasión, como lo fueron las historietas durante la Segunda Guerra Mundial. La buena fortuna de muchos futbolistas, como bien me dijo una querida amiga, representa el “mexican dream”. Todos conocemos el caso de un talentoso jugador que nació en uno de los barrios más pauperizados de la ciudad y alcanzó la celebridad internacional y la riqueza. “No podemos vivir agobiados por la adversidad”, me dijo uno de mis compañeros en la Procuraduría de Justicia. El fútbol es, para muchos, un oasis en medio de la tragedia nacional. Lo malo es cuando distrae a la mente de esos horrores que pretende exorcizar, como el drama de los padres de los niños muertos en la guardería ABC o el derrame petrolero en el Golfo de México, o cuando la gente tacha de “traidores” y “apátridas” a quienes no apoyamos religiosamente a la selección nacional. El fútbol me indigna cuando el primer mandatario del país lo privilegia por encima de otros asuntos de mayor trascendencia: prefirió despedir a la selección que recibir a los padres de los niños muertos en la ya mencionada guardería ABC. Como la cultura, el horror y la fantasía no son artículos de canasta básica para este gobierno. El fútbol sí, además de ser un negocio multimillonario. El entusiasmo de muchos aficionados me recuerda también que somos una sociedad sin memoria: el inminente regreso a la presidencia del partido político que estuvo en el poder por 75 años –¿desaparecieron realmente sus viejos hábitos?- es similar a las continuas derrotas del equipo que representa a nuestro país. Pese a todo, la esperanza mantiene en pie a muchos. Sin nuestra confianza y capacidad de creer, todo estaría perdido. Ojala aplicáramos esta filosofía a todos los aspectos de nuestra vida. Hablé del fútbol y el horror. Que la selección mexicana podía haber ganado el mundial, es territorio de la fantasía.

5 comentarios:

  1. El fútbol... la pasión de un país que arde en llamas,

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  2. genial la nueva apariencia del blog Roberto, quedó relindo!!!

    Saludos Dizzeth

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  3. Mil gracias, amigos. Y gracias, Oscar. Espero, como buen diseñador que eres, perdones la baja resolución de mi nuevo logo, pues en esta computadora no tengo photoshop. Saludos a los dos.

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  4. Lo bueno de no seguir a las masas, es que no me muero si no veo el futbol. No obstante que a veces es imposible no prestarle atención.

    Otro antídoto anti realidad que manejan las televisoras son los reality shows y las telenovelas. Hasta parecen métodos genericamente especializados.

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  5. ah mi estimado Roberto, gracias por lo de buen diseñador y vale que lo del logo se compensa y con creces con el gusto de leerte y saber que sigues en la ruta... ;-D

    SALUDOS
    DIZZETH

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