miércoles, 22 de diciembre de 2010

Grandes pendientes 2, o de la mejor adaptación de superhéroes de cómics.

El domingo pasado, atestada de mensajes comerciales, se estrenó en la televisión abierta Batman, el Caballero de la Noche, una de las mejores películas que he visto en la primera década del nuevo milenio. Es considerada por muchos “El Padrino parte 2 del mundo de los cómics”. Vi buena parte de ella, a pesar de que forma parte de mi videoteca. En numerosos espacios he manifestado mi fascinación por la cinta. Y no es extraño, porque Batman es el superhéroe que más admiro desde mi más tierna infancia –mi tesis de Licenciatura versa sobre él- y porque creo que posee una superioridad emotiva que lo distingue de otros justicieros: él no proviene de otro planeta, no es un mutante ni posee superpoderes ganados por accidente. Se forjó por propia voluntad. Y por su posición privilegiada –la inmensa fortuna de sus padres muertos-, es cierto, pero eligió el heroísmo por encima de la superficialidad. Fue engendrado por el fenómeno que combate. Un fenómeno –el crimen- que ocupa un alarmante papel en nuestra vida cotidiana. La filosofía del Guasón –el finado Heath Ledger, magnífico- no deja de recordarme las noticias que me despiertan todas las mañanas. “No se trata del dinero, sino de enviar un mensaje”, dijo el criminal. Confirman esto las cabezas que ruedan por las pistas de las discotecas o los mensajes al lado de cadáveres “encajuelados”. Puedo dedicar cientos de palabras para elogiar el talento de los hermanos Nolan –responsables del guión-. Les habría consagrado amplias porciones de Horroris causa de existir el blog en la época del estreno de la película. Para mesurarme viajo en el tiempo y recupero lo que mi amigo Rafael Aviña escribió sobre ella el 18 de julio de 2008 en la sección Primera Fila del diario Reforma, en la angustiante espera de aquí al 20 de julio de 2012, fecha en que se estrenará la tercera entrega –y conclusión- de la serie, The Dark Knight Rises. Veamos si los Nolan pueden superar la infame fortuna de las terceras partes –de superhéroes-. Porque Batman eternamente (Schumacher, 1995) y El Hombre Araña 3 (Raimi, 2007) fueron de pena ajena.
--
Oscuridad deslumbrante
RafaelAviña

Esta no es una película de superhéroes. Esta no es una película para niños. Esta no es una película para cardiacos. La diferencia entre Batman, el Caballero de la Noche (The Dark Knight/EU, 2008) y la oleada de estrenos de la temporada no radica sólo en la elección de un realizador de altutras insospechadas como lo es Christopher NolanAmnesia (2000), Batman inicia (2005)-, en el apoyo de un notable reparto de actores secundarios o en la utilización de impresionantes efectos digitales al servicio de la trama (y no al revés). La diferencia radica en la capacidad de sus creadores para otorgarle al filme una factura realista, dramática y de gran complejidad psicológica a pesar del maniqueísmo de Hollywood.
Si Batman inicia permitía asomarse a los rincones oscuros del antihéroe –sus orígenes, miedos, conversión y desdoblamiento de personalidad al servicio de la justicia sin abandonar su violencia innata-, en esta, el personaje entiende que “o mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano”, que es lo que le sucede al audaz fiscal del distrito Harvey Dent (Aaron Eckart), quien se trastoca en Dos Caras, llevado al límite por esa enfermiza mente criminal que encarna el Guasón, quien a su vez se aprovecha de la corrupción policíaca y la ambición de la mafia de Ciudad Gótica.
Desde la espectacular y agresiva secuencia inicial, seguida de aquella escena del lápiz “que desaparece”, queda claro que Batman, el Caballero de la Noche está lejos de ser un filme de fórmula familiar, para convertirse en una lóbrega e inquietante cinta de horror criminal y un policial sicótico con tintes noir, en donde la frontera entre el bien y el mal no existe, como lo demuestra el “interrogatorio” de Batman al Guasón.
Si las dos horas y media de duración se van como agua entre las manos, se debe no sólo a las impactantes secuencias de acción o a los increíbles momentos de combate físico, sino a la impredecible alienación de un villano a la altura del protagonista.
El freak que compuso el fallecido Ledger en su mejor papel es una mezcla del Alex de Naranja mecánica (1971) y Jack Torrance, el psicópata de El resplandor (1980) –ambas de Stanley Kubrick-, cuyas cicatrices faciales recuerdan a la Dalia Negra y al Hombre que ríe (Paul Leni, 1928), en un filme deslumbrante de principio a fin.

2 comentarios:

  1. Gran Película y gran reseña, a mi parecer es la mejor en cuanto a películas basadas en Comics.

    Por cierto, son muy buenos los programas de Cinemanet en los que participas, le aportas mucho al programa.

    Te comparto algo que escribí hace 2 años con motivo del estreno de The Dark Knight.

    http://cronicasdearmando.blogspot.com/2008/07/dark-knight-batman-el-caballero-de-la.html

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Lei tu publicacoón, estimado ωîŋφωîŋδ ŋîφђτłîφђτ ғłψ... Concuerdo plenamente. Gracias y recibe un abrazo afectuoso.

    ResponderEliminar