lunes, 14 de febrero de 2011

Los impertinentes deben morir

[…] Los demás protagonistas, en cambio, no dan pie con bola, y hacen una serie de cosas que a nadie se le ocurriría hacer sabiendo que la película es de vampiros: caminar por el bosque a la media noche, entrar en los cementerios, andar jaloneando tumbas, meterse en un castillo medieval sin encender la luz, dormir con la ventana abierta, darle la espalda a unos cortinajes de brocado, colgar de la pared cuadros de difuntos dientones… Como tenía que ocurrir con tanto descuido, alguien aparece desangrado y con los dos típicos colmillazos en el pescuezo. –Vida de los vampiros, Jorge Ibargüengoitia.

Uno de los lugares más comunes de muchas películas de horror son los adolescentes impertinentes, quienes realizan todo tipo de acciones que pueden despertar la furia del monstruo en turno. Para ilustrar el punto, piensen en aquellos jovencitos que se metieron a protagonizar un reality show en la casa del psicópata Michael Myers en Halloween: la resurrección (Rick Rosenthal, 2002), los púberes de Camino hacia el terror (Rob Schmidt, 2003) o la pareja de Silencio en el lago (James Watkins, 2008). En todos los casos, y en muchos otros más, las consecuencias son nefastas. Y así tenía que ser. Sobre la secuela de Halloween que acabo de mencionar, un crítico –no recuerdo si fue Ernesto Diezmartínez o Rafael Aviña- dijo en su momento: “si la Chiva, el Pato y la Mapacha se metieran a mi casa, yo también les caigo a cuchilladas”.
El esquema fue presentado, con mejor fortuna, en 2000 maniacos (Herschell Gordon Lewis, 1964), La masacre de Texas (Tobe Hooper, 1974) o Las colinas tienen ojos (Wes Craven, 1977). Para ser justo, los cineastas anteriores no descubrieron el hilo negro. Ofrecer información sobre los peligros a los que está sometido un personaje –sin que éste lo sepa- es un recurso que podemos localizar en numerosos relatos de fantasmas del escritor victoriano Montague Rhode James. Es exitoso porque cuando el lector –el espectador en el caso del cine- tiene plena conciencia de estos peligros, logra involucrarse de mejor manera con el personaje y con la historia. Pero hay una diferencia abismal entre los personajes de James, todos hombres cultos y racionales, y los jovencitos de tantas películas contemporáneas. Todos los excesos son malos. Para confirmarlo vean Freddy contra Jason (Ronny Yu, 2005). Los intrépidos adolescentes suben a una camioneta a un inconsciente y monumental Jason Voorhees para llevarlo hasta Cristal Lake y a su inevitable confrontación con Freddy Krueger (porque sin el duelo, el título de la película no tendría sentido). Al final, sólo dos de ellos sobreviven. Y era de esperarse. ¿Quién, en su sano juicio, se atrevería a dar respiración boca a boca al gigante asesino? Como dicen las abuelas, el que busca, encuentra.
En muchas ocasiones, los jovencitos impertinentes son masacrados mientras celebran un acto sexual, a veces en el lugar más inoportuno, como aquella pareja que huye de unos terribles zombis pero hace una pausa para “conocerse” –como se decía en la antigüedad- sobre una lápida en Las noches eróticas de los muertos vivientes (Joe D´Amato, 1979). En la década de los ochenta –en plena administración de Ronald Reagan- los señores Krueger, Vorhees y Myers se convirtieron en guardianes de las buenas costumbres y la sexualidad responsable: el que fornica, muere. Wes Craven se mofó de esta convención en Scream (1996). Pero ese será un tema que trataré en otra ocasión.
Para finalizar una infamia más, muy a tono con el día de los enamorados. En el remake de Sangriento San Valentín (Patrick Lussier, 2009), la valerosa Sarah, después de sufrir un aparatoso accidente de tránsito, corre por su vida por un bosque desolado y se refugia en una casucha derruida y siniestra, que resulta ser la vivienda veraniega del asesino. Lo dije en otro momento: ¡coherencia, por favor!

4 comentarios:

  1. "En la década de los ochenta –en plena administración de Ronald Reagan- los señores Krueger, Vorhees y Myers se convirtieron en guardianes de las buenas costumbres y la sexualidad responsable: el que fornica, muere."

    Amé ese párrafo, jaja!!!

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  2. Muchas gracias, Klaha. Es divertido por cierto. Hoy estaría muy a tono con el alza en el índice de embarazos no deseados entre los jóvenes. Saludos.

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  3. He llegado a tu blog por casualidad y me ha encantado!
    Saludos :)

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  4. Mil gracias, Mariana. Házlo tu espacio. Y no dejes de escuchar su versión en podcast. Saludos.

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