martes, 16 de abril de 2013

La ropa no hace al villano


Uno de los principales retos, al momento de trasladar al celuloide las aventuras de un personaje del cómic, es el que concierne a su aspecto. Las quejas más frecuentes de los aficionados “de hueso colorado” de estos mundos es que suelen omitirse, a veces completamente, aspectos que caracterizan a un héroe  o un villano. En Hombres X (Bryan Singer, 2000), cuando Wolverine (Hugh Jackman) se queja de su uniforme de batalla (un traje de piel negra), Cíclope (James Marsden) le pregunta tajantemente “¿Qué prefieres, spandex amarillo?”. Las cosas que funcionan bien en la página impresa, no necesariamente lo hacen al adaptarse a otros medios. Ahí se encuentra el éxito: lograr la fusión satisfactoria de ambos mundos. Sobre todo si se trata de un planteamiento realista. Christopher Nolan, en la segunda entrega de su trilogía sobre Batman (Batman, el Caballero de la Noche, 2008), a la hora de recrear al Guasón (Heath Ledger), se aparta de la historieta, con el villano que cae a un depósito de químicos que quita la pigmentación de su rostro y cabello, y le provoca una sonrisa permanente. En su lugar, rodea su boca de dos cicatrices, cubre su rostro de maquillaje y le tiñe el cabello, lo que le da un aspecto atemorizante, como el de un payaso salido del infierno. Conserva su vestimenta morada y verde, con la elegancia extravagante que le distingue. Algo similar hizo Sam Raimi con la apariencia de Otto Octavius (Alfred Molina), mejor conocido como el Dr. Pulpo en El Hombre Araña 2 (2004). En lugar de vestirlo con un disfraz verde y anteojos que parece pertenecieron a Elton John, se limita a una elemental gabardina verde olivo y gafas oscuras comunes y corrientes. Incluso podría perdonársele que se alejara tanto de la imagen tradicional del Duende Verde (Willem Dafoe) en El Hombre Araña (2002), con un resultado que parece un híbrido del malvado y C3-PO, o uno de los Power Rangers. Esto podría explicarse por su cercanía con la tecnología, como CEO de la enorme corporación Osborn. En una de tantas alucinantes historias que a lo largo de los años nos han ofrecido la familia Simpson, en una que recrea el origen de mi héroe favorito (creo que a estas alturas no necesito decir cuál es), un agonizante Homero le dice a Bart: “Véngame, hijo. De manera extravagante y poco práctica”.
Esta mañana me encontré con una de las primeras fotografías en locación del galardonado actor Jamie Foxx, que en la venidera secuela de El sorprendente Hombre Araña (Marc Webb, 2012) encarnará al criminal Maxwell Dillon, alias Electro. De entrada la barrera racial se suponía poderosa, pues el actor afroamericano se pondrá los zapatos un personaje de raza blanca. La imagen lo muestra cubierto de un maquillaje azulado, que no deja de recordarme al Dr. Manhattan (Billy Crudup) de Watchmen (Zack Snyder, 2009), a Maxie Zeus en la novela gráfica Arham Asylum (1989) de Grant Morrison y Dave McKean o a las recientes –y de corta vida- aventuras animadas del arácnido que televisaba la cadena MTV. Creo que ese es el camino lógico: mostrarlo como un ser de energía eléctrica, no ataviarlo con un extraño disfraz verde con amarillo, con una gigantesca estrella cubriéndole el rostro. El mismo Foxx se negó a esta posibilidad.  Evidentemente los efectos por computadora complementarán su actuación. Comprobaremos el resultado, como anunciaron los Estudios Marvel, el 2 de mayo de 2014.  

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