jueves, 24 de octubre de 2013

Esperando a la Gran Calabaza

Al dibujante estadounidense Charles Monroe Schulz debemos algunas de las creaciones que marcaron nuestra infancia. Su mérito radicó en retratar con humor a los grupos que todos formamos durante nuestros primeros días de conciencia –somos animales gregarios-, amistades que giraban en torno a un afable y divertido perro blanco con complejo de aviador. Su tercer especial televisivo, Es la Gran Calabaza, Charlie Brown se transmitió la noche del 27 de octubre de 1966 e instantáneamente se convirtió en un clásico que veo rigurosamente todos los días de muertos, ocasión que inminentemente se acerca. En este punto podríamos discutir la vieja rivalidad entre países y fiestas, arrojarnos salvajemente calabazas de diferentes tipos y procedencias. Se piensa, en un sentido nacionalista recalcitrante, que automáticamente debemos depreciar toda fiesta que provenga de otras latitudes. Yo, aunque soy un gran defensor de nuestras raíces y celebraciones, no peco al confesar que me atrae el colorido y la parafernalia del Halloween. Abrazar esta ocasión no te hace menos mexicano, del mismo modo que despreciar a nuestra selección nacional de fútbol por sus penosos logros no te vuelve un traidor a la Patria. Pero no nos desviemos. En el programa que inspira estas líneas, el pequeño Linus van Pelt escribe su anual carta a la Gran Calabaza, entidad rectora del Halloween que –en su inocente entender- trae regalos a los niños todas las noches del 31 de octubre. Ante la incredulidad de sus amigos decide pasar toda la noche en un sembradío de estas  cucurbitáceas –a esa familia vegetal pertenecen- en espera de su visita.
Sin saberlo, Linus rendía homenaje a Samhain, la festividad celta que marcaba el final de las cosechas y el inicio del inverno, ocasión celebrada entre las llamadas culturas paganas europeas hasta la irrupción del cristianismo. En occidente generalmente se asocia a la figura de Jack-o'-lantern (Jack el de la lámpara), la antigua costumbre –presumiblemente originaria de Irlanda y las Tierras Altas de Escocia- de ahuecar vegetales e introducir velas en ellos para alumbrarse en la noche.

Samhain no es pues una entidad corpórea. Sin embargo Los verdaderos Cazafantasmas, héroes de mi infancia, lo enfrentaron en varias ocasiones –recuerdo tres-. Desde su primera aparición, el episodio Cuando la Noche de Brujas se prologó, el villano escapó de su encierro en un milenario reloj que era llevado a Nueva York y perseguía que la Noche de Brujas –la Noche de Halloween- fuera eterna y perpetuar sus poderes. Y cómo juzgarlo. Yo, como mi amada y el pequeño Linus, estoy convencido que en unos días llegará la Gran Calabaza. Si por algún motivo no lo hiciese, siempre estará el año venidero. Mientras tanto, esperaré.

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