martes, 22 de octubre de 2013

¿Por qué me asusta una secuela de Beetlejuice?

Ayer leí, no sin sentirme preocupado, que la revista estadounidense Rolling Stone nos prevenía de la intención de Tim Burton de hacer una secuela de su segundo largometraje Beetlejuice (1988), película que significó la consolidación de su naciente y prometedora carrera. La posibilidad no deja de provocarme inquietud. Siempre he considerado al señor Burton un cineasta talentoso y lo admiro sobremanera, pero jamás olvidaré su versión de Alicia en el país de las maravillas (2010), cinta que me decepcionó en más de una manera. Pero logró redimirse ante mí el año pasado con sus Sombras tenebrosas y la versión en largometraje de Frankenweenie, de las que ya he dado cuenta en este espacio.
La idea de una continuación de las aventuras del “bio exorcista” me parece tremendamente arriesgada. La historia es un paquete perfectamente cerrado, producto efectivo que pertenece a una época que el director ha superado. Ni que el guión pueda ser autoría del novelista Seth Grahame-Smith, colaborador asiduo suyo en tiempo reciente, me tranquiliza. Menos que se haya pensado en Michel Keaton para repetir uno de sus papeles más populares. La idea me parece muy arriesgada. A estas alturas, a sus 61 años de edad, ver a Keaton cubierto de maquillaje y dando saltos me parecería inadecuado, incluso penoso. El tiempo es inclemente. Hay roles que un actor ya no puede interpretar con la misma convincencia, máxime porque se supone que es un fantasma y ellos –hasta donde sé- no envejecen. ¿Cuáles son las posibilidades entonces? ¿Una precuela que nos muestre la juventud del futuro espectro? ¿Sus primeras hazañas sobrenaturales? Porque ver de nuevo a Alec Baldwin, Geena Davis, Jeffrey Jones, Catherine O´Hara y Winona Ryder no se me antoja en lo más mínimo. Prefiero recordarlos a todos en su esplendor, en una aventura delirante e irrepetible. Hay muertos que deben descansar. Ojalá alguien sensato advierta esto a Burton antes que cometa una gran equivocación. O quién sabe. Tal vez tenga un as bajo la manga y nos deslumbre. 

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