miércoles, 9 de diciembre de 2009

Una segunda oportunidad para Drácula, tercera y última parte.

Si es indignante que te califiquen como plagiario (cuando no lo eres), es doblemente ofensivo que cuestionen tu capacidad literaria en un planteamiento de ficción. Y en todos los ámbitos. Así hicieron Dacre Stoker e Ian Holt en la secuela oficial de Drácula, cuando refirieron que Bram Stoker simplemente llevó a la letra impresa la narración que Abraham Van Helsing le hizo como un intento de alcanzar la inmortalidad y prevenir al mundo de la existencia de los no muertos –en un principio los autores lanzaron la pista que apuntaba a un alcoholizado y seguramente drogado Jack Seward-. Bram Stoker no tiene la talla de otros escritores de su época, pero es un eficaz narrador de historias de horror que nos ofreció obras ejemplares del género. Su amor por el pasado, el folklore y la historia de su país son evidentes en las exhaustivas investigaciones que cimentaron su creatividad. Alguna vez escuché que toda obra maestra es autoría de un escritor formidable. Nada más justo en el caso del señor Stoker. Su narrativa es muy superior en calidad e ingenio a un producto comercial que busca aprovechar un poco del fenómeno Crepúsculo. Concluí mi lectura de Drácula, el no muerto por dos razones: persistencia y hacerme de elementos críticos para establecer si es una aportación valiosa al subgénero.
El crítico gastronómico Anton Ego, personaje de la entrañable cinta Ratatouille, dijo: “no cualquiera es un gran artista, pero un gran artista puede provenir de los lugares más insospechados”. Dacre Stoker no es un escritor profesional, es un maestro de educación física. Y no lo digo despectivamente. No percibo un auténtico interés artístico detrás de su obra, simplemente aprovechó su apellido y el legado de su ancestro, con resultados pobres, irrespetuosos e indignantes. Pero sin duda los económicos serán abundantes.
Sobre el previsible y decepcionante desenlace de la novela –que incluye romances inconclusos, líneas memorables de una popular space opera y el trágico viaje de un afamado trasatlántico- evito revelar detalles. Drácula, el no muerto sería remotamente disfrutable si se leyera como una historia alternativa, no como una secuela. A este respecto son mil veces más interesantes Drácula desencadenado de Brian Aldiss y El año de Drácula de Kim Newman.
Me acompaña la edición de Conaculta de la novela canónica mientras escribo estas líneas. Iniciaré mi enésima relectura como una forma de purificación y un tributo a la memoria de un autor al que debo tanto.
Una pregunta para poner punto final a este tópico: ¿alguien sabe si la secuela oficial de Peter Pan sufrió el mismo miserable destino?

2 comentarios:

  1. Saludos Roberto,
    ni idea de Peter Pan -nunca me gustó-. A mí también me revolcó las tripas la "secuela"... no me canso de repetir la frase más sabia de Camille Paglia: TENEMOS CRITICOS QUE NO SABEN LEER Y ESCRITORES QUE NO SABEN ESCRIBIR a lo que añado: "y cerdos pozoleros que se dicen editores".
    Sea
    besos miles
    Pilar M

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  2. Hay que ser sinceros, el apellido Stoker, vende.
    Y aquel que lo posea sabe que tiene una oportunidad de hacer dinero facil. Desgraciados de nosotros los lectores que nos han roto el corazon con sus falsos talentos geneticos, y mas desdichados aquellos que se lo creen de verdad.

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