lunes, 13 de diciembre de 2010

Horror para niños

“Nunca confíes en una persona que asegura haber tenido una infancia feliz”. –Stephen King.

Los cuentos de hadas, en su forma original, no son cosa de niños. Wilhelm y Jacob Grimm nos mostraron un universo plagado de mujeres perversas y ambiciosas, brujas caníbales, bestias terribles y todo tipo de atrocidades, muy lejanos de la versión edulcorada que construyó Walt Disney en sus películas. Y es que la infancia es un territorio fértil para el horror. Lo demuestran, mejor que nadie, los niños de la calle, las víctimas de los apetitos non sactos de algunos miembros de la Iglesia católica o el sicario preadolescente que tanto han seguido los medios de comunicación en tiempos recientes. Por los anteriores prefiero los territorios imaginarios de las historias que nos narraban nuestras madres antes de ir a dormir. El viernes pasado asistí a un homenaje a esta tradición, la obra para títeres Aullidos, presentada por la compañía española El Corsario. El espectáculo sobrepasó mis expectativas. Hizo soportables la demora, la desorganización y la falta de respeto en la distribución de lugares del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Pero regresaré a lo central. La historia, narrada con una depurada técnica de títeres, se nutre de los cuentos de hadas y de elementos del melodrama clásico que no deja de recordarnos algunas obras del Marqués de Sade: la madre de la pequeña Talía es asesinada por la Inquisición pues fue poseída por unos demonios burlones. Desamparada, la niña queda expuesta a la mendicidad y luego a los excesos y abusos de una poco escrupulosa aristócrata y la voracidad del Rey. Para salvarla de estas penurias, interviene el espectro de su progenitora pero cruza su camino con un niño que es, literalmente, bestializado. En el relato se reúne una interesante mixtura de personajes que todos reconocemos, desde el lobo feroz, el gigante de Juanito y el frijol mágico, la madrastra de la Cenicienta, la Bella Durmiente del bosque y una joven sirena –popular por la película de dibujos animados-. Todo con un toque perverso y brutal que no evita el humor negro y, para conmoción de muchos, escenas de sexo explícito. De ahí su advertencia: “Espectáculo de títeres para adultos”. La obra evita los excesos literarios –sólo recurre al diálogo en momentos esenciales- y emplea una musicalización instrumental precisa que evoca al medioevo. La parte frustrante de todo es que sólo se presentó en dos ocasiones –el viernes fue la última-.  Este esfuerzo, valioso e inteligente, confirma que la oscuridad está presente, incluso, en aquello que suponemos blanco e impoluto.
Los que no pudieron asistir tienen aún el consuelo que ofrece la página web de la agrupación, de donde provienen las imágenes que utilicé para ilustrar esta entrada.

1 comentario:

  1. Es de todos sabido que los Grimms, tomaron cuentos que ya existían, y los renovaron y rebautizaron en algunos casos.... Lo que hace que el odio contra Disney venga en favor de que los niños no conocen los verdaderos cuentos de hadas.

    El espectáculo arriba referido, me ha picado de curiosidad (quiero verloooo!!!)... Y por lo que dice, casi apuesto que muchas personas llevaron niños a la función. Ja... que divertido...E irónico...

    Porque si Disney hubiera respetado los cuentos, los niños (y más aún, sus padres) sabrían que los cuentos de hadas son más oscuros de lo que ellos creen.

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