El trabajo es grato, necesario (para algunos) y cruel, porque a veces te aleja de lo indispensable. Entre los pendientes de este blog hay dos críticas aparecidas en la sección Primera Fila del Periódico Reforma los viernes 2 y 9 de septiembre, respectivamente, ambos de Ernesto Diesmartínez. Hablan, con justicia, de dos películas que disfruté enormemente. Los dejo aquí, para su consideración.
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Toma chango tu planeta
Ernesto Diesmartínez
Esta es la historia de un científico irresponsable que por no soportar los cambios en su vida, cambió el mundo entero. Esta es la historia de un esclavo que, ¿habrá leído a Camus?, ha aprendido que para rebelarse hay que decir que no.
Se trata de El planeta de los Simios (R)Evolución (Rise of the Planet of the Apes, EU, 2011), la esperada precuela de la clásica cinta de ciencia ficción de 1968 protagonizada por Charlton Heston.
Aunque podría alegarse que esta película es una re-elaboración de la cuarta entrega de la saga original, la B-movie La conquista de el Planeta de los Simios (Thompson, 1972), el capcioso guión de Rick Jaffa y Amanda Silver replantea toda la historia como si sólo hubiera existido el primer filme –al que se cita, ingeniosamente, por cierto, en más de una ocasión.
Así, el origen de la rebelión simiesca se explica por cierta droga experimental que el joven científico Will Rodman (James Franco) ha creado para curar el Alzheimer de su anciano padre gagá (John Lithgow).
Cuando Will administra esa sustancia a Caesar, un pequeño chimpancé que ha criado/adoptado como hijo/mascota, el simio de marras resultará un ser más inteligente que toda nuestra clase política junta.
En la segunda parte seremos testigos, entonces, de la rebelión de Caesar en contra de nosotros, los (in)humanos que irresponsablemente decidimos sobre todo aquello en lo que no tenemos derecho.
La revolución de estos peludos secuestrados/torturados/desposeídos se convertirá en un emocionante espectáculo visual, sin que en ningún momento se pierda el origen moral de la rebelión. Si le dimos a Caesar una conciencia, ¡por qué nos extrañamos que la use?
Sin duda, parte de su éxito radica en la captura digitalizada del movimiento, la tecnología a través de la cual Andy Serkis encarna al complejo, orgulloso y resentido Caesar, el personaje más interesante de la cinta.
Estamos ante la más reciente generación de efectos especiales y el uso de ellos impresiona de verdad. Pero esta tecnología sería nada sin el talento de Serkis, quien ha creado un personaje genuinamente carismático. De una vez advierto: si Serkis no es nominado al Oscar, eso sí sería una auténtica “changadera”.
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Vampiros como Dios manda
Ernesto Diesmartínez
Al inicio de Noche de miedo (Frigh night, EU-India, 2011), palomero remake de la bien recordada cinta ochentena La noche del espanto (Holland, 1985), los otrora mejores amigos Ed (el inolvidable “McLovin Christopher Mintz-Plasse) y Charlie (Anton Yelchin) empiezan a discurrir por qué Charlie no cree que su nuevo vecino Jerry (Colin Farrell), sea un vampiro, como lo afirma histéricamente Ed.
En cierto momento de la discusión, Ed le dice a Charlie que sí, que Jerry es un chupasangre, una criatura de la noche, un depredador feroz y sin entrañas, nada que ver con los vampiros ñoños y romantocoides de la saga para féminas adolescentes Crepúsculo (2008-2012).
Y, en efecto, lo más refrescante de Noche de miedo es ver, de nuevo y en pantalla grande, un vampiro hecho y derecho: Collin Farrel exuda seguridad, fuerza, sexualidad y peligro. Nada de besitos en la mano ni miraditas románticas: este vampiro va por sangre, mujeres y cuellos.
La trama, adaptada por la especialista Marti Noxon (productora/guionista de innumerables capítulos de Buffy, la Cazavampiros /1997-2002), permanece fiel en líneas generales a la historia original, aunque aquí la acción empieza casi de inmediato, pues el vampiro de Farrell es poco sutil: tiene prisa y no se anda por las ramas.
La elección de Las Vegas para la ambientación de este refrito es inspirada. ¿Cómo no se le ocurrió a nadie antes? En Las Vegas hay mucha población flotante, la gente sale de los casinos de noche y luego duerme durante el día: el lugar perfecto para que un vampiro se alimente como Dios manda.
También el reparto de esta nueva versión es muy bueno, incluso mejor que el del filme original, a excepción del personaje clave del “mata-vampiros” Peter Vincent, interpretado en 1985 por Roddy McDowall y en esta versión por David Tennant.
No es culpa de Tennant, pero su personaje es el más apagado de todo el filme. En lugar de ser un viejo actor de películas de vampiros, el nuevo Peter Vincent es un vulgar, grosero y alcohólico “ilusionista” que tiene un chatísimo espectáculo “vampiresco” en algún casino de Las Vegas.
Por todo lo anterior, resulta ser mala competencia para el encantador McDowall, que terminaba robándose la película de 1985. Aquí, la verdad, Tennant hasta estorba.
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