Las personas de mi generación visitaron el país llamado infancia en la década de los ochenta. Fue un momento colorido, que muchos se afanan en satirizar (recuerdo por lo pronto el programa de televisión Horribles ochenta). La era de Ronald Reagan, Margaret Tatcher, los zapatos Top sailer, el grupo Flans, las hamburguesas Burger Boy, dejó una huella imborrable en la memoria en nosotros. Más allá, todos recordamos el infame terremoto que azotó México una mañana de septiembre de 1985, cuyo efecto aún se siente en nuestros días. Ese mismo año brilló en la cartelera estadounidense una modesta película de horror, tan frecuentes en ese entonces (por esos años nacieron Freddy Krueger y Jason Voorhees) titulada Fright Night (los genios mexicanos del subtítulo le pusieron, adecuadamente, La hora del espanto), escrita y dirigida por Tom Holland. En honor a la verdad (y se que muchos se me lanzarán al cuello), no es una gran película. Su historia es convencional y su vampírico protagonista (Chris Sarandon) no deja de recordarme al cantautor Sergio Fachelli. Pero con el paso del tiempo, y en gran medida por la nostalgia, se ha convertido en un clásico, a la altura de especímenes muy superiores como El ansia (Tonny Scott, 1983), Al caer la oscuridad (Kathryn Bigelow, 1987) o Los muchachos perdidos (Joel Schumacher, 1987).
Buena parte de su éxito se debe, sin duda alguna, al intrépido cazador de vampiros Peter Vincent (Roddy McDowall), homenaje más que evidente a Peter Cushing, Vincent Price y las películas de la Hammer Films de la década de los cincuenta. La antigua estrella de cintas de horror –transformado en un presentador de televisión como Elvira, la Reina de las Tinieblas (Cassandra Peters)- es su mejor aportación, la que le otorgó perdurabilidad. Es cierto que tiene elementos divertidos como la mojigata Amy (Amanda Bearse) y el truculento Evil Ed (Stephen Geoffreys) que se transforma en lobo, y toca temas muy en boga en ese momento (como la sexualidad responsable entre los jóvenes y el divorcio), pero ello no es suficiente para recordarla. Necesitamos la presencia de Peter Vincent.
En unos días se estrenará su inevitable remake, tema que tanto he discutido en este espacio, con Collin Farrell como el vampiro Jerry Dandridge y David Tennant como Peter Vincent, personaje ahora influenciado –según los avances que he visto- por fenómenos televisivos contemporáneos como el escapista Chris Angel y la cultura dark. Esta tendencia –el remake- ha ocupado enormes espacios de este blog. Nos pone al tanto de la falta de creatividad de Hollywood para experimentar con nuevas historias que revitalicen al vampiro y nos hace concientes del paso del tiempo. Sólo resta esperar hasta su estreno.
huele a churro dominguero :(
ResponderEliminarlo q hace Hollywood con tal de vender: hacer remakes malos!
talvez sea el ocaso del vampirismo? tendremos que contentarnos con nostálgicas historias archiconocidas?
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