jueves, 1 de octubre de 2009

Drácula, una vida ejemplar.

He dedicado varias entradas de este blog a los vampiros. Quizá porque son mi primer romance literario, quizá porque es el tema con que más me he vinculado. Aunque he estudiado otras figuras, no puedo resistir el llamado de la sangre. Recientemente escribí sobre la secuela de la historia canónica del subgénero. Hoy consagro este espacio al personaje histórico que inspiró en parte a Bram Stoker para concebir su creación más perdurable. En el pasado traté con Guadalupe Gutiérrez el tema en Testigos del Crimen. Sin duda alguna la figura más relacionada con el vampirismo, gracias a la imaginación del autor irlandés, es Vlad Drácula, quien nació en algún momento de 1431. Su padre, Vlad Dracul, adquirió este nombre cuando en el mismo año recibió la Orden del Dragón del santo emperador romano Segismundo de Luxemburgo, nombrándolo defensor de las fronteras de Transilvania.
Vlad Drácula simplemente heredó el nombre de su padre, no se le adjudicó a causa de su notable crueldad como mucha gente supone. En su libro Dracula, a biography of Vlad the impaler, los antropólogos Raymond McNally y Radu Florescu citan al profesor Constantino C. Giurescu, decano de los historiadores rumanos:
El nombre Drácula pertenece a la categoría de los sufijos romanos que terminan en ulea, tales como “mamulea”, “tatulea” y “radulea”. Dracula, o más específicamente “Draculea”, significa, de este modo, hijo del diablo, así como Tatulea quiere decir hijo de Tatul. Drácula fue el hijo del diablo, ya sea porque su padre haya sido un malvado, se le haya visto o se le haya hecho aparecer como un ser malvado. Más probablemente, a causa de que la Orden que heredó de su padre tenía un símbolo malvado.
Los cronistas rumanos se referían a Vlad mayormente no como Drácula, sino como Tepes, el Empalador (tse-pesh significa estaca en la lengua rumana) en alusión al método favorito del príncipe de imponer la muerte lenta a sus enemigos. Se dice que Vlad aprendió y perfeccionó este método de tortura en su infancia, mientras era prisionero -junto con su padre y su hermano Radu- del sultán Murad II en Turquía.
Vlad heredó el trono de su padre y gobernó la región de Valaquia en intervalos de 1456 a 1476. Su reinado fue una especie de puritanismo calvinista caracterizado por su conducta despiadada hacia los enemigos de su nación o a quienes juzgaba culpables de inmoralidad o pereza. A la caída de Constantinopla en 1453 inició una guerra sin cuartel contra los invasores turcos que prosiguió hasta su muerte.
La fama que Drácula ha ganado gracias a sus hábitos crueles y poco ortodoxos lo ha relacionado con la figura del vampiro. Sin embargo debemos aclarar que, a diferencia de los asesinos que examinaremos posteriormente, Drácula nunca tuvo hábitos hematófagos; aunque de todos es conocido un famoso grabado que le muestra disfrutando de una suntuosa cena al fresco frente a un bosque de cadáveres empalados, uno de sus placeres más apreciados. Era extraordinariamente cruel, como muchos gobernantes de la época, y hasta nuestros días es considerado un héroe nacional en su país, una especie de caudillo renacentista de nuevo estilo. Sobre sus métodos de tortura cita Ralf-Peter Märtin en su libro Los Dracula, Vlad Tepes el empalador y sus antepasados lo siguiente:
He aquí una detallada descripción de las distintas formas de ejecución empleadas por Vlad y, por supuesto, de su método preferido, el empalamiento: decapitar, mutilar narices, orejas, órganos sexuales y labios, cegar, estrangular, ahorcar, quemar, hervir, despellejar, asar, desmembrar, clavar, enterrar vivo, apuñalar, arrojar a las fieras, dejar caer a las víctimas sobre palos puntiagudos, obligarlas a comer carne humana, someterlas al tormento de la rueda, marcarlas al hierro candente, untar las plantas de los pies con sal o miel y darlas a lamer a los animales.
Vlad murió en combate entre diciembre de 1476 (y enero de 1477) y existen muchas versiones al respecto. La más popular es que murió a manos de sus propios soldados, quienes le confundieron con un enemigo turco durante la batalla. Otra sugiere que fue a manos de Basarab Laiota, un contendiente a su trono, los turcos y los voyardos. Una crónica de la época narra el hecho:
Apoyado por los turcos, Basarab Laiota regresó, y durante la batalla que tomó lugar, los voyardos asesinaron a Vlad con sus lanzas, no sin antes que el príncipe masacrara a 5 de sus asesinos...Tepes no pudo siquiera llamar a sus tropas.
El cuerpo de Vlad fue decapitado y su cabeza enviada a Constantinopla, donde fue exhibida a la usanza turca para anunciar la muerte del Empalador –algunas versiones indican que fue enviada al Sultán turco quien celebró su muerte durante tres días-. De acuerdo con la tradición, el cuerpo de Drácula yace enterrado en el monasterio de Snagov, convento construido por órdenes suyas y que lleva impreso el sello de su torturada personalidad.
Más de este hombre ejemplar, en la siguiente entrada.

3 comentarios:

  1. Excelente post Roberto, como siempre, me encanta Testigos del crimen y porsupuesto Horroriscausa.

    un beso

    Paty Huesca

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  2. Te felicito por HORRORIS CAUSA, Dracula siempre es de gran interés para mí [y para otros], te agradezco también por TESTIGOS DEL CRIMEN que no me la pierdo por nada. Besitos y abrazos.

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  3. Gracias por seguir este espacio, amigas.
    Les envío un abrazo afectuoso.
    Roberto.

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