lunes, 17 de mayo de 2010

Freddy regresa, parte 1 de 2.

Para las personas de mi generación, el pederasta y asesino sobrenatural Frederick Charles Krueger –o Freddy para los amigos- es el equivalente al Conde Drácula o a la criatura de Frankenstein: es un monstruo al que vimos nacer y crecer prósperamente como el protagonista de una kilométrica franquicia. Tenía 11 tiernos años cuando le vi por vez primera masacrar a la víctima en turno. Es una de las primeras figuras que me fascinó y aterró al mismo tiempo. El Instituto Americano de Cinematografía (AFI) le otorgó el lugar 40 entre los villanos más importantes del cine del siglo XX. Es objeto de múltiples interpretaciones y estudios –Testigos del Crimen le dedicó su programa 138-. El actor y escritor británico Doug Bradley –quien diera vida al célebre Pinhead en la saga Hellraiser- lo incluyó en la parte final de su libro Monstruos sagrados (Nuer, 1996). “Freddy es una creación maravillosa: medio payaso, medio monstruo. Ese jersey de rayas, robado directamente a un personaje de dibujos animados, y el sombrero de ala ancha, siempre inclinado en el más inverosímil de los ángulos, nos sugieren una cosa; los rasgos retorcidos y las cicatrices, el amenazante mohín y las cuchillas del guante nos prometen otra. Y algo que, precisamente, no nos va a hacer reír”, apunta Bradley. La Pesadilla en la calle del infierno (porque a pesar de su título original siempre la recordaremos así) de 1984 apuntaló la reputación como escritor y director de Wes Craven, hizo despegar la carrera de un muy joven Johnny Depp y aseguró el éxito financiero de New Line Cinema. “El sexo adolescente como tabú y castigo, la estrecha barrera que separa la realidad de la fantasía, el poder criminal y desconocido de los sueños, así como el imperceptible paso entre la vigilia y el sueño son los temas fundamentales de este notable recuento de terror sicológico que convirtió en mito pop de los 80 al terrible y cacarizo Freddy […], quien a la postre se convirtió en el principal atractivo de una serie tan repetitiva como la de Jason [Voorhies], con algunos apuntes inquietantes sobre la violación de la intimidad de la mente”, apunta Rafael Aviña en El cine de la paranoia (Times editores, 1999). Es, en resumen, una cinta entrañable en su economía, época y efecto. Hoy también es señal de mi propia vejez, pues acaba de estrenarse su reelaboración cinematográfica, producida por Michael Bay, hombre al que debemos numerosas pirotecnias y divertimentos frívolos –el díptico Dos policías rebeldes (1995 y 2003), La Roca (1996), Armageddon (1998), Pearl Harbor (2001), Transformers y secuela (2007 y 2009), etc.-, algunos respetables remakes de cintas de horror –La masacre de Texas (Marcus Niespel, 2003) y El horror de Amityville (Andrew Douglas, 2005)- y el decepcionante retorno de Jason Voorhies en Viernes 13 (también Niespel, 2009). Freddy regresa pues para las nuevas generaciones y, de paso, llenar de dinero los bolsillos del señor Bay, algo en que se especializa. Para muchos significa el agotamiento creativo de la industria hollywoodense y nos remite a la vieja pregunta, “¿era necesario?”.
Esta vez el maquillaje de Freddy lo usa el competente actor de carácter Jackie Earle Haley, a quien viéramos como un pedófilo en Secretos íntimos (Todd Field, 2006), como el héroe marginal Rorschach en Watchmen (Zack Snyder, 2009) y como un pirómano en La isla siniestra (Martin Scorsese, 2010). Su experiencia habla por sí misma. Tiene un peso enorme en sus hombros, pues su colega y antecesor Robert Englund se convirtió en un actor de culto y asociamos invariablemente su rostro con el homicida onírico. Aún recubierto de látex, era capaz de transmitirnos el retorcido placer de su venganza. Era una especie de bufón diabólico capaz de cortarse los dedos, arrancarse el rostro en medio de estridentes carcajadas o transformarse en voluptuosas enfermeras. De hecho, en mi memoria y afectos, Freddy Krueger siempre será Robert Englund.
Esas fueron las principales dificultades que anticipé para Pesadilla en la calle Elm (Samuel Bayer, 2010).
Tradicionalmente los remakes de cintas clásicas de horror no suelen ser muy afortunados. Recordemos la nueva versión de Psicosis que hizo Gus Van Sant en 1998. Citaré nuevamente a Viernes 13 (2009), ejemplo de la trivialización de un monstruo clásico para la generación Next, infestada de jóvenes actores de televisión y un argumento que si bien era promisorio –incluir como una suerte de prólogo a la desquiciada señora Voorhies fue un acierto- termina por agotar y decepcionar al diletante del cine de horror. La película es ínfimamente menor que el esfuerzo previo de su director el señor Niespel. Lo primero que agradecí de su renovación de La masacre de Texas (2003) fue que se desarrollara en los años setenta, época en que transcurre su predecesora, un elenco competente formado mayormente por desconocidos –con excepción de Jessica Biel y R. Lee Ermey-, que vindicara el papel femenino de la cinta de horror tradicional –donde la heroína es una víctima más que sólo sabe gritar- y que respetara el eje de la historia que Tobe Hooper y Kim Henkel popularizaron en 1974, incluida su intención documental. Las estrellas de ambas cintas, Jason y Leatherface, no variaron dramáticamente su apariencia física gracias a que, afortunadamente, ambos usan máscaras para cometer sus carnicerías –de este tema hablaré en la tercera emisión del Festival Mórbido-. Pero el nuevo Jason se convirtió en un asesino incongruente y predecible que mantenía cautivas a algunas de sus víctimas –por motivos que aún ignoro- en su intrincada madriguera secreta. Su espíritu original era liquidarlas en el momento y seguir adelante en busca del siguiente cordero de sacrificio. Eso lo definía.

3 comentarios:

  1. Me averguenza hasta cierto punto confesar que nunca he visto una pelicula de Krueger... quizás porque yo todavía no nacía cuando se estrenó la primera de ellas... y aún era pequeña cuando salieron las demás.
    Espero poder cambiar eso pronto... porque después de leer esto mi interes por Freddy "scissorhands" Krueger se ha renovado.
    Saludos.

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  2. King VE: te recomiendo que veas la 1 y la 3 (las únicas donde Wes Craven estuvo involucrado)

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  3. Muy de acuerdo, Miguel. Creo son las mejores de la serie. También m gusta Freddy contra Jason, es muy divertida, como vr el combate entre Bugs Bunny y el Pato Lucas. Coméntanos qué te pareció descubrir a Freddy, King. Saludos.

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