El absurdo duelo económico entre las principales casas exhibidoras y la distribuidora Warner Bros., en el que sólo los cinéfilos salíamos perjudicados, terminó y a partir de este fin de semana podemos ver el octavo largometraje del talentosísimo Christopher Nolan. Para abrir el apetito, he aquí la crítica que de la cinta hizo mi querido amigo Rafael Aviña, publicada en la sección Primera fila del diario Reforma el pasado 23 de julio. Ahora, a correr al cine. Los filmes de Christopher Nolan tienen que ver con la obsesión, los recuerdos, el sueño, la memoria y los actos fallidos.
Así lo muestran sus extraordinarias primeras obras: Doodlebug o Following, seguidas por Amnesia, Insomnia, El gran truco, Batman inicia y El caballero de la noche, una obra maestra que parecía insuperable.
Y es que con El origen (Inception, 2010) Nolan se encuentra a la altura de aquella y consigue una película suma de sus temas y paranoias.
Mezcla de sombrío thriller de robos corporativos y drama freudiano de ciencia ficción con endemoniadas secuencias de acción y un ritmo de vértigo, El origen es, sobre todo, un inquietante y posmoderno relato de cine negro que sucede en un profundo nivel del subconsciente.
Nolan, obsesionado con el pasado al igual que sus personajes, saca partido de esa suerte de subgénero policial noir cuyas historias exudaban fatalidad y desesperanza en universos urbanos y claustrofóbicos tendientes al crimen y la violencia, con antihéroes derrotados moralmente.
Todo esto en medio de un complejo orden del tiempo para crear ansiedad a través de una narración romántica donde imperan los recuerdos.
En la historia Dom Coff (Di Caprio) es experto en el arte de extraer los secretos del subconsciente durante el sueño, lo que lo convierte en un ladrón del espionaje corporativo.
Pero a la vez lo condena a huir y abandonar a sus pequeños hijos, acusado de la muerte de su esposa Mal (Marion Cotillard).
Ahí se entrecruzan cintas excepcionales con manejo complejo de las ideas del sueño, la memoria y el poder de la imaginación: El ciudadano Kane, Terciopelo azul, El año pasado en Marienbad, 12 monos, Amnesia, La sangre de Romeo, Matrix, e incluso episodios notables de La dimensión desconocida.
El origen es un asombroso reto a las estructuras espacio-temporales, a la física y gravedad. Una compleja obra de arte en efectos especiales, escritura dramática, diseño de producción y banda sonora. Una inmersión a otro mundo narrativo y emocional y una profunda historia de amor, obsesión, culpa y redención.
Es también un guiño al potencial del subconsciente, al impacto hipnótico del sueño y del cine mismo (la secuencia de la camioneta cayendo del puente). A partir de Inception el cine tendrá que cambiar.

En uno de los mejores momentos de El día de la marmota (Harold Ramis, 1993), el agrio meteorólogo Phil Connors (un estupendo Bill Murray) se enfrenta con hastío a la cotidiana contrariedad de levantarse de la cama. Sin embargo hay algo extraño. El reloj despertador se enciende a la hora del día anterior, la melodía es la misma, el discurso de los locutores del radio le parece familiar, las personas que se cruzan con él actúan de forma repetitiva. ¿Un deja vú? En absoluto. Pronto se da cuenta que está atrapado en el mismo día, el del título, condenado a vivir una y otra vez las mismas experiencias. En principio toma todo como una inexplicable broma del destino. Eventualmente descubre el auténtico horror de su experiencia. Trata de quitarse la vida de distintos modos, con éxito, sólo para despertar nuevamente la misma mañana, a la misma 



4. LA REALIDAD ALTERADA POR PROPIA VOLUNTAD. En Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), Charlie Kauffman nos narra los esfuerzos de un hombre ordinario para olvidar a la que fue el amor de su vida. En La célula (Tarsem Singh, 2000), una psiquiatra (la infame Jennifer López) se adentra –literalmente- en la mente de un asesino en serie para descubrir el destino de su más reciente víctima. En El juego (David Fincher, 1997), el frío multimillonario Nicholas Van Orton (Michael Douglas) se enfrenta a un demencial divertimento donde no todo es lo que parece. En Días extraños (Kathryn Bigelow, 1995), Ralph Fiennes trafica con las vivencias de otros y vuelve a vivir –obsesivamente- un amor perdido. Ir al cine, en esencia, es un escape de la realidad. Sea por diferentes motivos, el hombre encuentra razones para evadirse de la racionalidad. Este apartado incluyó cintas donde el hombre elige conscientemente este camino; el anterior es involuntario, lo que lo acerca a la locura. 
















El pulpo Paul habló. Ganó la selección española y el mundial de fútbol terminó.
Jonathan Báez, asiduo lector y contribuyente de este blog, me envió esta noticia. Pueden leerla mientras escuchan a REM.
No todas las personas aprecian las películas de Terry Gilliam. Los que lo admiramos seguimos su carrera desde sus días como actor y animador de la agrupación británica Monty Phyton hasta su impecable trayectoria como director de cine. Estudiar su obra en conjunto permite apreciar mejor El imaginario mundo del Dr. Parnasuss (2009), su décimo largometraje, cinta que me confundió y deleitó la semana pasada. Me desconcertó porque el señor Gilliam, a sus casi 70 años de edad, se toma incontables libertades a la hora de contar una historia, pues está más allá de lo lineal y 