jueves, 17 de febrero de 2011

Pase usted

Quien no pertenece a la naturaleza tiene, si embargo, que obedecer ciertas leyes naturales, aunque no sepamos por qué. No puede entrar en ningún lugar a la primera intención, a menos que alguien de la casa le pida que entre. –Drácula, Bram Stoker (1897).
Un remake como Déjame entrar (Matt Reeves, 2010) puede inflamar el ánimo de más de uno. Y más si apreció profundamente, como yo, su grandiosa versión original (Tomas Alfredson, 2008). La reelaboración puede poner de nuevo en la mesa el tema de la falta de originalidad de la industria cinematográfica estadounidense, su voracidad ante fenómenos de otras latitudes –Japón y España son las primeras víctimas que me vienen a la mente- y su validez como aportación al cine de horror. ¿Era realmente necesario un remake de Déjame entrar? Las personas que vieron ambas películas tienen opiniones encontradas. Por un lado están las posturas puristas, que defienden a ultranza la original, y los que abrazaron gratamente la nueva y aseguran que es tan buena como su predecesora. Esta controversia se debe a que la película sueca es, en mi humilde opinión, la mejor cinta de vampiros en los últimos 20 años, una bocanada de aire fresco –que es a su vez fiel a la tradición- en medio de especimenes como Crepúsculo y su clon televisivo Vampiro Diaries.
En algún momento comenté que ambas cintas se basan en la novela homónima del escritor sueco John Alvijde Lindqvist (Edhasa, 2008) y cuenta la relación entre OskarOwen en el remake hollywoodense-, un niño que sufre la separación de sus padres, padece enuresis, bullying y es aficionado de la nota roja –así comenzaron muchos asesinos en serie-, y EliAbby en el remake hollywoodense-, una niña vampiro. Lo primero que debo decir a favor de la película gringa es que el propio Lindqvist, luego de verla, se declaró el escritor más feliz del planeta: “soy autor de una novela que ha inspirado dos maravillosas películas”. Y es que debemos ser justos, la nueva Déjame entrar es una cinta muy disfrutable y no me decepcionó en lo más mínimo. Su reparto –de rostros desconocidos, salvo Elias Koteas y Richard Jenkins- es competente, al igual que su puesta en escena, fotografía y la inspirada partitura de Michael Giacchino. Añade algunos detalles simpáticos, como el contexto reaganiano, los caramelos Now and later -algo así como los Sugus- y la euforia por el cubo de Rubik, tan característicos de los 80. Es cierto que tiene aspectos de los que podría prescindir –como esos efectos digitales en el ataque al peatón o el rostro deformado de la niña cuando es presa del ansia-, pero algunos notables como el voyeurismo tipo Jimmy Stewart de Owen (Kodi Smit-McPhee), el rostro desenfocado y a veces fuera de cuadro de su madre –un recurso que nuestro compatriota Carlos Enrique Taboada empleó con gran eficacia en Veneno para las hadas (1984)- o el contacto exclusivamente telefónico con su padre alcohólico: en la vida del niño, como en la trama, sus progenitores son figuras anuladas, inexistentes.
Segmentar la historia, lineal en su forma original, es una licencia que tomó el director/guionista Reeves y no afecta el resultado, quizá un toque que pretende cierta originalidad. Fuera de lo anterior, la amistad improbable entre los dos niños continúa como eje narrativo. Abby (Chloë Grace Moretz) es un personaje perturbador, no sólo por su bestialidad disfrazada de inocencia, sino por su necesidad de un protector en las horas diurnas y un proveedor eficiente de alimento. Porque para mí, desde el primer momento en que habló con Owen, la niña vio a un sucesor potencial de su “padre”. La película de Reeves pretende ofrecer más datos sobre la relación entre ambos, aunque desaprovecha los apetitos pedófilos del personaje tal como los plantea Ajvide Lindqvist en la novela, así como el tortuoso pasado de la niña vampiro –de profundizar en él tendríamos cintas muy diferentes- y sus recursos económicos. Y ya que la policía relaciona los asesinatos cometidos por el “padre” de Abby con un culto satánico, me hubiera gustado que explotara la fascinación de Owen por la nota roja periodística, quizá con recortes de las “obras” de populares asesinos de los 80, época tan abundante en perturbados de esta clase –Henry Lee Lucas fue aprehendido el 11 de junio de 1983 y procesado en Texas, por ejemplo-. Y ahora hablemos de omisiones (respecto a la cinta original). Reeves decidió eliminar una escena estupenda, la de la desafortunada Virginia –víctima de los apetitos de Eli y vampiro en proceso de conversión- atacada por los gatos de su vecino, quienes advertían el cambio que obraba en ella.
Para finalizar, la Déjame entrar de 2010 es una cinta correctamente elaborada, un remake lindo pero innecesario. Algo que se agradece es que, siendo una película distribuida por un gran estudio, dejó de lado la voracidad comercial –en esta ciudad de México salió de cartelera tres semanas después de su estreno-. Resuena en mi cabeza la sentencia de mi amigo Jorge Grajales: “si no está roto, no lo compongas”. Disfruté ambas películas, cada una por méritos propios. Pero al final, me quedo con la versión sueca. Ésa no tiene nada que pueda cuestionarle.

4 comentarios:

  1. a mí esta versión me gustó mucho, aquí se ve 100% a una niña vampiro, a diferencia de la peli original o de la novela. Y en lo personal me hizo recordar a una amiga de mi infancia, cuando tenía como 6 años y no por otra cosa, sólo porque apareció de repente en la puerta de mi casa como fantasma y de la misma forma desapareció al poco tiempo, en fin. Muy buena esta versión.

    Saludos...

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  2. Como fanática tanto dela novela como de la primer cinta, considero, bien lo dices, como innecesario un remake....
    Pero vamos, son gringos.... No tienen ideas propias y cuando ven algo que le funciona a otro quieren repetir la formula a ver si ellos también pegan el chicle.

    Personalmente, creo que quisieron hacer la versión "estéticamente" bonita de LTROI... No está mal, cierto, pero me quedó con la ORIGINAL.

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  3. Como bien sabes, fui incrédula respecto a esta versión pero me callaron la boca porque es muy buena. Me gustó mucho, no tanto como el libro y la película original pero es un remake interesante e innecesario.
    Coincido contigo respecto a la versión sueca, sí es una de las mejores películas de vampiros de los últimos 20 años (dejando a un lado mi edad jiji)
    Por otra parte, me encanta la visión que Ajvide tiene del vampiro así como el oscilar de la historia entre lo sutil y lo siniestro.
    Muchos saludos
    Besos y abrazos :)

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  4. Muy cierto, amigos. Aunque disfruté el remake, extraño la economìa de la versión original. Me inpresionó más ver la cabeza flotante a la distancia que en primer plano. De cualquier forma es un buen ejercicio. Saludos!

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