miércoles, 13 de febrero de 2013

Horror a la americana (2)


Ayer terminó la segunda temporada de la teleserie American horror story, creación de Ryan Murphy y Brad Falchuk, subtitulada Asylum por su terrible nueva locación. Y confieso que tengo sentimientos encontrados sobre el desenlace. Sobre su antecesora, que disfruté sobremanera, escribí hace unos meses. Por ello las comparaciones son inevitables. La primera, en mayor medida, tenía una clara influencia de la literatura gótica, sobre todo por su escenario, la terrible Mansión Montgomery, un edificio con una horrible memoria, epicentro perfecto para una historia sobre almas torturadas, vivas y muertas. La segunda no escapa de esta tradición, sobre todo si recordamos los pasajes en que vivió en un manicomio el protagonista de Melmoth, el errabundo (Charles Maturin, 1820). Ahora el relato se sitúa en el ficticio Hospital Psiquiátrico Briarcliff, y se desarrolla entre la época actual y el año 1964, con personajes completamente nuevos y sin vínculo alguno con los que conocimos la temporada anterior. No así ocurrió con sus actores, repitiendo su participación –en el rol estelar- la laureada Jessica Lange, ahora como la malvada Hermana Jude, una recalcitrante y sádica monja llena de prejuicios, con doble moral y un pasado tormentoso.
La idea parecía prometedora, pero el programa perdió su rumbo en algún momento. Si algunos se quejaron del exceso de personajes de la temporada anterior, aquí vemos una variopinta galería que va desde un psiquiatra progresista con aficiones homicidas (Zachary Quinto, Chad Warwick de la primera temporada de la serie, que encarna al Dr. Oliver Thredson), una ambiciosa reportera homosexual (Sarah Paulson, Billie Dean Howard en de la primera temporada, como Lana Winters), un criminal de guerra nazi (James Cromwell en el papel del Dr. Arthur Arden, maravilloso), un joven culpado de un crimen que no cometió (Evan Peters, Tate Langdon de la primera temporada, como Kit Walker), un alto jerarca de la Iglesia local protector de monstruos (Joseph Fiennes como el Monseñor Timothy Howard), una bondadosa monja poseída por el Diablo (Lily Rabe, la perturbada señora Montgomery en la temporada pasada, es la Hermana Mary Eunice, sin duda una de las mejores aportaciones de la serie), y los exquisitos huéspedes de Briarcliff (Chloë Sevigny como la ninfómana Shelley, Lizzie Brocheré como la homicida Grace, Naomi Grossman como Pepper, la paciente con microcefalia, e Ian McShane como el asesino vestido de Santa Claus Leigh Emerson). Demasiados ingredientes, como pueden ver. Y aunque el elenco tuvo un excelente desempeño, creo que eso no fue suficiente para sustentar la narración. Debo concederle muchos aciertos, como la aparición de la actriz alemana Franka Potente (a quien conocimos en Corre, Lola, corre) como una mujer desequilibrada que clamaba ser Anna Frank –la del diario-, el Ángel de la Muerte (Frances Conroy, Moira en la primera temporada) o el dueño de una herencia sangrienta Johnny Morgan (Dylan McDermott, el psiquiatra Ben Harmon en la primera temporada).
Nuevamente los aspectos técnicos fueron impecables, dignos de una producción cinematográfica de altos vuelos. Ello me devuelve a la historia. Era muy difícil conseguir que confluyeran armónicamente intrépidos reporteros, sacerdotes, asesinos en serie, extraterrestres, poseídos por el demonio, desquiciados médicos nazis y experimentos indecibles. Si bien el subtexto era prometedor (la locura, los anhelos secretos e inconfesables, el libre ejercicio de nuestras preferencias sexuales, los anquilosados dogmas religiosos contra la pujante modernidad y los matrimonios interraciales), el resultado queda a deber. No hablemos del colorido número musical –mi querida Anabel Quirarte dijo que eso era un signo de decadencia- que sin duda se hizo para el lucimiento de la señora Lange. Irónicamente a ella debemos la afortunada línea final, que tiene claras reminiscencias a lo dicho por Friedrich Nietzsche: “cuando miras al mal a los ojos, el mal te devuelve la mirada”.
Según declaraciones de Murphy y Falchuck, American horror story tendrá una tercera temporada que, de ser ciertos los rumores publicados en Internet, podría desarrollarse en la embrujada ciudad de Salem o tendría que ver con la cultura Vudú. Lo seguro es que muchos de sus principales actores regresarán en papeles completamente nuevos. Sólo nos queda esperar. Sigo haciendo votos porque alguna mente brillante lleve a la televisión nacional Mexican horror story: Catemaco.  

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