martes, 12 de octubre de 2010

¿De qué manera vas a celebrar a tus muertos?

En la antesala de la celebración a los muertos es inevitable el viejo cuestionamiento sobre la legitimidad del Halloween, y más aún porque éste es el año del centenario y del bicentenario, donde una exacerbada emoción nacionalista se respira en el aire. El cimiento de esta fiesta estadounidense, como la nuestra, se encuentra en tradiciones paganas –según el cristianismo-. Por ello no creo que una sea mejor que la otra. Ambas pueden coexistir reconociéndoles su respectivo valor. A este respecto puede resultar clarificador uno de los últimos trabajos del desaparecido Germán Dehesa, escritor incisivo, dramaturgo, hijo pródigo de la Universidad Nacional, defensor del humor y cronista de nuestras tradiciones y cotidianeidad. Encontré este texto en el lugar más inesperado: en una revista de Sam´s club (octubre-noviembre 2010) olvidada en el escritorio de uno de mis compañeros de trabajo. Este hallazgo me demuestra que lo maravilloso es posible. Adornos de ambas fiestas visten mi casa desde los primeros días de octubre. Si la navidad comienza desde mediados de año (en los supermercados) y su colorido se extiende más de un mes (a veces más), ¿por qué no homenajear a los muertos desde ahora?
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¿De qué manera vas a celebrar a tus muertos?
Germán Dehesa

Durante una cena con Fernando Savater, éste tenía un motivo adicional para documentar su desasosiego: en dos días regresaría a España y todavía no había comprado las calaveritas de azúcar que su esposa le había encargado de modo muy encarecido. Quienes habitan en el vulnerado paraíso conyugal, saben lo que les espera cuando incurren en el delito de no cumplir estas solicitudes-mandatos de su Penélope particular. ¡Una cosa que te encargo y no te da Dios licencia de tomarte la molestia!... no te lo hubiera encargado algún amigo tuyo, porque tarde se te habría hecho para cumplirle su gusto... pero, claro, yo ya sólo soy una costumbre que no merece ser tomada e cuenta… y mi terapeuta ya me lo había advertido… y mira que me prometí o llorar, pero estas cosas, estos detallitos, duelen. Olvídense. Es como una prosificación de Yerma en versión intensa. Piensen que de por sí las señoras ya están cabreadas porque no las llevaron al viaje. Pero volvamos a las calaveritas. Me llama la atención que la muy apreciable esposa de un maestro de ética español considere que estas edulcoradas artesanías, cuyo aprecio está a la baja entre los mexicanos, puedan ser para ella un objeto deseable (el oscuro objeto).
Año con año, la sociedad mexicana se craquela en el momento en que tiene que decidir de qué manera va a celebrar a sus muertos En los extremos están dos sectores fundamentalistas: los que ya trascendieron la calabaza en tacha, prefieren ir a Disneyworld que a Mixquic (donde hay más turistas que en Disneyworld) y sin el menor empacho (esto es un decir, porque a los niños que se zumban diez pelón pelorrico y veinte raciones de chilito Lucas se les tapona hasta las vías linfáticas), celbran en Halloween y se disfrazan de Homero Adams, Pinky y Cerebro y otras bizarras fantasías californianas. Otro sector de México se aferra a las recias tradiciones y decoran sus hogares con el tradicional cempasúchil (zempoalxóchitl) de Oregon. Esta variante tonifica mucho a las criaturas que contraen pulmonorrabia en el panteón mientras rezan el Rosario de veinte misterios y van siendo devorados por el lodo panteonero y las múltiples calaveras. Yo milito n el sector moderado y, aunque en lo personal, no celebro nada. Tampoco impido los audaces experimentos del secretismo mestizo. En casa tenemos ofrendas y Halloween y cada quien decide qué cara le pone a sus muertos. Probablemente voy a decir una herejía, pero he observado que los maravillosos chiquillos y chiquillas la pasan mejor y se divierten mucho más con el Halloween que con el dulce de calabaza que, dicho sea con todo respeto que se merecen las tradiciones, sabe como a Corega caduco (su única virtud apreciable es que les sella la boca durante dos horas porque la lengua se adhiera al paladar como diputado a la curul). De todo esto, lo único que concluyo es que el destino de México no está en juego y que cada quien es muy libre de celebrar del modo que les resulte más satisfactorio. Yo nomás me agacho, dejo pasar estos días y espero que la vida regrese. Sé muy bien que mis muertos van conmigo y que y que en mi genoma están en sesión permanente. En cuanto desaparecen los niños vestidos de Harry Potter, regreso a la calle a pasear en compañía de mis ancestros.

6 comentarios:

  1. Hola Roberto, con excusa de comentar tu post es que me paso a saludarte en este Otoño lleno de espíritus y es que, he llegado a creer que el viento que comienza a sentirse en esta época del año, es la fría piel de nuestros amores perdidos, humanos o no, que nos acarician y nos saludan sin faltar a la cita anual en la que los invocamos. Para mí, son las mejores semanas del año y curiosamente, cuando más vivo me siento!

    Saludos ;-)

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  2. En casa, Octubre se respira con aroma a cempasúchil. Adornada con papel picado de colores, guías de papel con murciélagos sonrientes, personajes infantiles disfrazados de “monstruos“ los suficientemente amigables para no cumplir con su objetivo...dar miedo, por lo menos al pequeño.
    La infaltable ofrenda con todos los “gustos“ que en vida paradógicamente llevaron en la mayoría de sus casos a enfermar a nuestros seres queridos.
    Veladoras, incienso, calaveras de dulce.
    La emoción de ver a mi pequeño cuando corre batiendo sus alas de murciélago, imitando su sonido.
    Los niños disfrazados cuando tocan a la puerta y a coro de “queremos halloween“, que reciben una dotación impresionante de dulces.
    Todo esto es motivo de sentir esta época como un motivo real para celebrar.
    Ah! eso sí, recordando cada año cuando en la infancia junto con los primos iba el 31 de Octubre a “pedir calaverita“ y en algunas casas nos decían: “es mañana“, regresabamos al día siguiente y nos decían: “fue ayer“.

    Saludos
    Karla

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  3. Hola Roberto!!!
    Primero felicidades por el Podcast, es buenisimo ya me volvi adicta a él.
    Bueno y en cuanto al post, yo creo q este sincretismo es más bien como un malentendido raro, por que el Halloween en Estados Unidos ya esta bastante distorcionado hacia el consumismo y no tiene ya casi nada que ver con la tradición Celta de donde es originario. Y por el día de Muertos es una celebración más espiritual, no es lo mismo celebrar disfrazados de Bettle Juice o Dracula que conmemorar a los seres queridos que ya no estan con nosotros. Personalmente yo paso estos días como lo que son dos celebraciones independientes y completamente diferentes.

    Saludos

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  4. Gracias a todos (Oscar, Karla y Viviana). Disfruten sus fiestas y celebren a sus muertos del modo ue los haga más felices (a ustedes y a ellos). Saludos.

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  5. HOla Roberto, paso a saludarte, me gustan mucho las películas y libros de terror. Conozco los festejos del día de los muertos porque vivo cerca de Los Angeles. Te invito a conocer mi blog de lectura, seguro te gustará la etiqueta ¨gótico¨.
    http://theclubofcompulsivereaders.blogspot.com/
    Saludos,
    Myriam

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  6. Hola Roberto, mucho tiempo sin verte y sin comentar tus publicaciones que son verdaderamente disfrutables, yo al igual que tú no entiendo el fundamentalismo ramplón de muchas personas que se paran de pestañas con el halloween pero que compran el material para sus ofrendas en el walmart y utilizan todos los artilugios del "imperio" bla, bla, bla, yo creo que el problema estriba en que nunca hemos entendido el mundo desde lo que verdaderamente es, una comunidad que nunca se ha encontrado aislada en parcelas individuales sino que fluye y comparte tradiciones, filosofías y mitos desde hace muchísimos años. Se me ocurre que la contestación adecuada a estos nacionalistas a ultranza sería quizá una pequeña cátedra de historia en la cual les recordemos que las ideas que dieron pie a la proclamación de la independencia y todo lo que vino después no se gestaron precisamente en suelo mexicano y que por ende todo lo que consideramos como tal podría ser el cruel resultado de un proceso de alienación bicentenaria. No sé, es solo una idea.

    Saludos.

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