El horror trata sobre la irrupción de lo extraño en el universo doméstico. También lo maravilloso, según Tsvetan Todorov. Los separa una fina línea auque se encuentran en extremos opuestos. Un ejemplo de lo maravilloso pude contemplarlo en toda su extensión el pasado jueves 6 de enero, fecha en que anualmente llegaron los Reyes Magos a esparcir felicidad a todos los niños. Las voces que provenían del exterior de mi casa, las de mis pequeños vecinos, estaban repletas del asombro más sincero: “¡No puedo creerlo! ¡No puedo creerlo!”, gritaban emocionados. Esta reacción es inherente de la infancia y todos la vivimos, en mayor o menor escala. Es propia de una época más simple donde las preocupaciones no poseen su dimensión real. Un momento definitorio de nuestras vidas. Así fue para el pequeño Rusty (Spencer Breslin), de ocho años, quien tiene el encuentro más insólito –casi borgiano- con su yo adulto Russ Duritz (Bruce Willis) y contempla con enfado que se convirtió en un frío y exitoso asesor de imagen. “¡Tenemos 40 años y no tenemos novia ni perro!”, se reclamó a sí mismo. Todo ocurre en la película Mi encuentro conmigo (John Turtletaub, 2000), que transmitió acertadamente la televisión abierta esa tarde. En el desenlace de la cinta el hombre se reconcilia con el niño que fue y el hombre utiliza su madurez para ayudar al niño a enfrentar un hecho terrible. Juntos descubren, maravillados, un privilegio que pocos tienen: “¡creceremos para ser pilotos!”. La cinta me tocó en lo más profundo –me confirma que conforme crecemos nos hacemos más chillones- y me sirvió para descubrir que siempre quise tener un perro. Con orgullo declaro que hoy soy amigo de dos magníficos cobradores dorados. Uno se llama Chester como tributo al anhelo del pequeño Rusty, a la magia que define –en los casos más afortunados - al país llamado infancia.
Bien. Ese fue un pequeño vistazo a lo maravilloso. Volvamos al horror cotidiano puesto que las escuelas volvieron a la actividad. ¿Cómo les fue hoy en sus trayectos a la oficina?
¡¡¡ HOLA !!!
ResponderEliminarMe gusto la introducción de tu post para decir que eres orgulloso dueño de dos cobradores dorados (Qué hermosa raza).
desafortunadamente estoy pasando una crisis con el mío que es una cruza de un alaska con un pastor aleman. Ya que a sus trece años se me ha puesto muy enfermo y todavía estoy dudando en mandarlo a dormir.
La vida es mejor al lado de un perro.
Son uno de mis motivos para seguir adelante, Kittyfilm. Me devuelven la esperanza en la especie humana por lo que son capaces de despertar. Ojalá el tránsito que viven tú y tu perrito sea lo menor doloroso posible. Mi solidaridad y cariño para ambos.
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