Una exigencia en la investigación criminal, requisito de la Criminología, es conocer los motivos que llevan a una persona a convertirse en asaltante o asesino. Esta necesidad ha sido tomada con entusiasmo por las bellas artes, sea como el legítimo medio para conocer mejor a un personaje o para aprovechar sus virtudes comerciales. Piénsenlo bien. ¿Alguien conoce cómo fue la infancia de la Malvada Reina de Blanca Nieves, o si el Capitán Garfio era un niño maltratado? No es necesario. El mal existe y a veces sólo necesitamos saber eso. Bram Stoker nunca nos habló del origen de Drácula, ni de su relación con sus tres novias en su castillo. Se limitó a darle una vaga historia según la contó a Abraham Van Helsing “su amigo Armenius de la Universidad de Budapest”. Los grandes villanos no siempre requieren un origen. Los espacios en blanco y las interrogantes hacen trabajar la imaginación del lector, lo obligan a poner atención a los pequeños detalles que explican la personalidad del personaje. El exceso de datos no siempre se agradece.
En la televisión de paga han exhibido en días recientes un ejemplo de ello, Hannibal, el origen del mal (Peter Webber, 2007). Lo primero que debo decir es que no es una mala película –tiene altísimos valores de producción- y que la disfruté en su momento, si bien el actor francés Gaspard Ulliel no me encanta como la versión juvenil del más célebre psicópata de la ficción. La falla proviene de la novela que la inspira, autoría del escritor norteamericano Thomas Harris –quien también escribió el guión-. Información que explica –y justifica- el canibalismo del antihéroe es proporcionada desde la tercera novela de la saga, Hannibal, y ampliada en Hannibal, el origen del mal.
¿Necesitaba Hannibal Lecter que su creador le diera un origen? No lo creo. Prefiero quedarme con la biografía parcial que Harris nos ofreció en El Dragón Rojo y El silencio de los corderos –su polidactilia, sus aficiones por el buen comer y las bellas artes, su historial criminal, la incapacidad de las herramientas psicológicas para penetrar en su mente-. No me gustan sus raíces como un noble lituano, que unos rapaces de la II Guerra Mundial hubieran devorado a su hermanita Mischa, su formación en artes marciales –habilidades nunca manifestadas en sus dos primeras aventuras-, que se pusiera –como un presagio- una máscara oriental que nos recuerda la que hiciera famosa Anthony Hopkins y el amor que casi terminó por redimirlo. Todo no hace más que debilitar el aura de misterio que lo rodeaba y lo hace menos atractivo. En fin. En gustos se rompen géneros ¿Ustedes qué opinan?
Concuerdo contigo, este afán de contarnos "los orígenes del mal" ha rayado en ridículos discursos apologéticos como aquel de que Darth Vader es malo entre los malos debido a un complejo de Edipo mal resuelto o aquella infame precuela del Exorcista que no funciona en ninguna de sus dos versiones. En fin, esto da mucha tela de donde cortar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo. A mí me gusta mucho la escena de la película de 8 milímetros, en donde el sádico criminal "Machine" le explica al detective que no tuvo una historia difícil, nadie abusó de él ni lo maltrataron. ¿Por qué lo hago? simplemente por que me gusta.
ResponderEliminarNo creo que el Dr. Michael Stone esté muy de acuerdo con ello pero, estoy segura de que hay algun@s que nacen simplemente con la chaveta churideada.
¡Un abrazo! ¿Cuándo el podcast? ¡Estamos en ascuas!
lo de la máscara, fue un recurso barato sin duda, para crear alguna liga con la historia original, ni modo.
ResponderEliminarSaludos y nunca recibí tu llamada mi estimado Roberto! :-D
Para la literatura o el cine como dices Rob "Los espacios en blanco y las interrogantes hacen trabajar la imaginación del lector..." y esto es lo que le pone "sabor al caldo" al ver o leer. Asi que estaría totalmente de acuerdo contigo desde este punto de vista, pero si nos ponemos desde una mirada sicológica, siquiátrica o filosófica la cosa cambia, no crees? hay lo sabroso sería encontrar, indagar o proponer el origen del mal. Que estaría padre brincar a ver que nos dicen o sugieren, no?
ResponderEliminarSaludos
Exacto muy buen Post Roberto ojalá se lo aprendieran todos los sicologos en especial Guadalupe ya que a mi me parece molesto que intente e intente averiguar de donde proviene el mal de tal o cual asesino. No lo va a encontrar siempre y si lo encuentra es solo su teoria ya que el mal esta ahi y no tiene por que tener una explicacion, la sicologia esta en pañales aun asi ke dile por favor que deje de intentarlo a como de lugar siempre.
ResponderEliminarDisculpen las faltas de Hortogräfia.
yo los leo y me dejan impresionada sobre todo este anonimo ultimo, que crees que un asesino se da por generacion espontanea, amanecio asesino, se acosto bien por la noche, son ainos de estar muy fregados, de resentimiento, coraje, y no poder reconstrir su vida. Guadalupe es sumamente sensible e inteligente, y lo hace con apoyo teorico, no esta justificando a nadie, es como auscultar a un enfermo fisico, porque no les gusta cuando implica al inconsciente esa parte que ni con miles de mascaras lo podemos enganar solo negar, proyectar, reaccionar, sublimar.
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