Luego que conocí su historia, se hizo evidente para mí que Marvel Comics decidió revivir al Capitán América como un acto de reciclaje. Y tiene sentido. En el apogeo de la llamada Era de Plata de las historietas estadounidenses, un grupo de superhéroes de tan alto perfil –como Los Vengadores- requería de un líder carismático, uno que representara los ideales de justicia que el líder de una agrupación semejante requería. Y qué mejor si era un estandarte de “policía del mundo”. Creo que ese es uno de los aspectos que ha hecho que muchos tengan dificultad para apreciar Capitán América, el Primer Vengador (Joe Johnston, 2011). Es por eso que en muchos países la cinta fue titulada El Primer Vengador, porque en su nombre lleva la penitencia. La pésima reputación de Estados Unidos tiene eco, incluso, en sus manifestaciones artísticas. Si esto es válido o no, es materia que no tocaré en este espacio. Lo que sí haré es reproducir la crítica que sobre la cinta hizo mi amigo Rafael Aviña y publicó el pasado 29 de julio, en la sección Primera Fila del Periódico Reforma.
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A la vieja usanza
Rafael Aviña
Las aventuras del Capitán América, héroe patriótico estadounidense por excelencia, aparecieron en 1941 creadas por Joe Simon y Jack Kirby para la Marvel.
Su llegada coincide con los años dorados de los seriales de aventuras fílmicas que se exhibían por episodios y el surgimiento de aquellas películas Serie B.
A pesar de su elevado presupuesto, Capitán América, el Primer Vengador (EU, 2011), no sólo es fiel a la historieta primigenia y a los sensibles arreglos que le otorgó Stan lee en los años 60, sino que además recupera con creces el estilo y el espíritu de aquellos añejos relatos trastocados en clásicos de las matinés.
En efecto, el filme dirigido por Joe Johnston, a quien se le debe ese gran divertimento de cómic que es Rocketeer (1991), resulta un traslado actual de múltiples obras de proselitismo bélico y moral estadounidense de los años 40 como Dios es mi copiloto o Aventuras en Birmania.
Ello, bajo el tamiz del ritmo violento y vertiginoso de esta época, su humor negro y cínico, e impactantes efectos visuales, como los que convierten al “enclenque asmático” Steve Rogers (Evans), en el atleta y súper soldado de un programa especial del Gobierno.
El protagonista siempre humillado pero que nunca pierda la actitud se convierte primero en un justiciero de pantomima que propina puñetazos a un Hitler falso, cual recuerdo de la primera portada de sus hazañas de historieta.
Más tarde, su valor y nobleza lo llevan a liberar a varios soldados, entre ellos, Bucky (Sebastian Stan), su mejor amigo, capturados por las huestes nazis de Cráneo rojo (Weaving) fanático del ocultismo.
Por último, enfrenta con sus “bastardos sin gloria” la demencia de su némesis, vive una trunca historia de amor con la Agente Carter (Hayley Atwell) y despierta de un largo letargo para anticipar la que se supone, será la película suma de los superhéroes de Marvel: Los Vengadores.
Diálogos ágiles. Trepidantes secuencias de acción. Gran escena de créditos finales con dibujos retro y el tráiler de The Avengers. Referencias a cintas de culto que van de El beso mortal a Pulp Fiction. Superior a Thor aunque sin alcanzar a X Men, Primera generación, Capitán América resulta una entretenida película veraniega a la vieja usanza.
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