viernes, 21 de enero de 2011

A colgarse de la capa del vampiro


En tiempos recientes, los vampiros han demostrado su rentabilidad como personajes en diferentes medios. Lo demuestra la saga literaria, convertida en películas, de Stephanie Meyer, o las series de televisión True blood –basada en los libros de Charlaine Harris- o The vampire diaries –basada en las novelas de Lisa Jane Smith-. Infame fue resultado de la “secuela oficial” de la novela canónica, que supuestamente escribió un descendiente de Bram Stoker. Lo único que hizo fue lucrar con el buen nombre de su ancestro.
El vampiro es remunerable por innumerables razones: representa nuestros anhelos y temores, la sensualidad desatada, el matrimonio del instinto y la razón y la promesa de la eternidad en una época donde la juventud es un valor. Si no lo creen, pregunten a los púberes empacadores del supermercado que gusten: Una costumbre que tengo, signo de respeto y cortesía, es decirles “señor”. En varias ocasiones me han corregido “¿Cómo que señor? Si tengo apenas 15, ¿o tan viejo me veo?”. Sobra decir que los resultados no siempre son afortunados y ello contribuye a la decepción de muchos de sus admiradores. Y ni qué decir de los estudiosos. Mi amigo Ricardo Bernal piensa que “distraen la atención de otros temas más atractivos del horror”, mientras que Julio Patán cree que es un monstruo que se ha agotado, “símbolo de nuestra vejez”. Un clavo en el ataúd es el plan que el actor y empresario teatral Fred Roldán –cuya infame versión de Pinocho fui obligado a ver en mi infancia- anunció ayer en la radio: llevar nuevamente a escena Drácula, “la verdadera historia de amor que concibió Bram Stoker”. Mi indignación no se hizo esperar. No me queda duda que el hombre sólo ha visto la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola (1992) y como en el título y cartel decía Bram Stoker´s Drácula, “love never dies”, dio por cierto que esa era la línea de la novela. Esto hace obvio que nunca ha leído el libro de Stoker, ni siquiera una de sus dignísimas versiones para niños. Es cierto que en medio de las tragedias nacionales esta es irrelevante, pero de que causa horror, causa horror. Y más porque es un musical. Roldán presumió, con gran satisfacción, algunos temas que se usarán en la obra, pésimos todos. Al menos mi amigo Benjamín Vidales me hizo ver el lado bueno: esto lo obligará a dejar su disfraz de Peter Pan –que teñirá de negro- y seguramente usará el mismo arnés para volar sobre el escenario. La fortuna del conde transilvano en el teatro mexicano es cuestionable. ¿Alguien recuerda la ópera gótica del grupo Cristal y acero? Pero hay esperanzas para el vampiro, al menos en otros territorios. Me hace recuperarla la novela Oscura (Suma de letras, 2010), segunda parte de una trilogía escrita por el tapatío Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Estoy a unas páginas de terminarla. La comentaré ampliamente en otra ocasión.

2 comentarios:

  1. Aunque ha pasado tiempo, quiero expresar que comentarios como los que hace este autor irresponsable solo son muestras de la sed de fama y éxito de las demás figuras contemporáneas de nuestro teatro, es indignante que diga tales cosas del máximo exponente del teatro familiar (y no comercial) en México, como lo es Fred Roldan, que fácil es tener un teclado y una computadora y refutar el trabajo de las personas con éxito nato. Porque no basa sus comentarios en encuestas del publico? o en Críticas objetivas? la respuesta es simple: porque de lo contrario su sed del éxito ajeno lo acabaría matando de soez envidia.

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  2. Estimado Anónimo:
    Sería muy grato saber tu nombre, pues no sé si escribo esto a un producto de mi imaginación, a un extraterrestere, a un amigo de la persona que aludo en mi comentario o mejor, al mismísimo Fred Roldán. Decidí colocar esto como una entrada de mi blog porque tú expresaste tu sentir en un espacio público donde valoro la sana retroalimentación. Primeramente te recuerdo que toda opinión es subjetiva, y la tuya es el ejemplo de ello. Nunca me he erigido como el detentor de la verdad absoluta. Mi pensar se desprende de los más de quince años que tengo como investigador en los géneros de horror y fantasía –de toda una vida como aficionado- y como autor de obras de teatro que se han representado en la Universidad Nacional y en el Centro Cultural del Bosque. Yo discrepo cuando calificas a Fred Roldán como “el máximo exponente del teatro familiar (y no comercial)”. Reconozco su entusiasmo –hacer teatro en México es una labor ardua- pero critico severamente la calidad del producto que ofrece a las hordas de escolares que acuden a sus obras. En una entrevista radiofónica escuché las canciones del montaje y pienso que son totalmente irrespetuosas al espíritu de una novela –Drácula de Bram Stoker- a la que tanto debo y admiro. Sobre mi “sed del éxito ajeno”, gozo del favor de una buena cantidad de seguidores en los medios que me interesan y no necesito lucrar con la fama del Sr. Roldán. No envidio su fortuna ni su aceptación. Para rematar citaré las sabias palabras de mi abuela, “las opiniones son iguales que los traseros: todos tenemos”.
    Recibe mis mejores deseos.
    Roberto Coria.

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